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Luego de tercera jornada de protestas y vandalismo en Francia:

Macron busca una respuesta a la violencia de los "chalecos amarillos"

lunes, 03 de diciembre de 2018

María Paz Fernández Álvarez
Internacional
El Mercurio

El mandatario pidió a su gabinete gestionar un diálogo con la oposición y manifestantes.



Entre abucheos y gritos llegó Emmanuel Macron a constatar los daños en el vandalizado Arco de Triunfo, en los Campos Elíseos, luego de una violentísima jornada de protestas protagonizada por los llamados "chalecos amarillos", que provocó caos en toda Francia y especialmente en París. El Presidente francés, que aterrizó ayer mismo al país tras su viaje a Buenos Aires para la cumbre del G20, inmediatamente solicitó al Primer Ministro que sostenga conversaciones con líderes políticos y manifestantes para buscar una respuesta a la escalada del conflicto, que amenaza con convertirse en una grave crisis política para su gobierno.

En un tercer sábado de movilizaciones contra el aumento de los impuestos al combustible y el endurecimiento del costo de vida, la protesta congregó a cerca de 136.000 manifestantes y se saldó con 682 detenciones en toda Francia (412 en París) y 263 heridos, entre ellos 81 policías.

Macron visitó ayer las zonas de París en donde vehículos calcinados, ventanas rotas y cercas tiradas a causa de la revuelta ensuciaban las calles de las áreas turísticas más populares de la ciudad, incluidas las principales avenidas cerca del Arco de Triunfo, las calles adyacentes a los Campos Elíseos y el Jardín de las Tullerías. Las fachadas de varias tiendas y edificios también fueron manchadas con grafitis.

El sábado, la policía antidisturbios se vio sobrepasada por manifestantes que corrían por los barrios más ricos de París, donde saquearon tiendas y destruyeron lujosas viviendas y cafés. Según dijo ayer el prefecto de polícía Michel Delpuech, se trató de una "violencia extrema e inédita" contra las fuerzas de orden, que incluyó "lanzamiento de martillos y bolas de acero".

Después de una reunión en el Elíseo con miembros de su gobierno, la Presidencia francesa dijo que Macron solicitó a su ministro del Interior, Christophe Castaner, que preparara una "adaptación del dispositivo de mantenimiento del orden" para las futuras protestas. También instó a su Primer Ministro, Édouard Philippe, a reunirse con los jefes de los partidos y con los representantes de los manifestantes -pese a que el movimiento de los "chalecos amarillos" no tiene estructura ni dirigentes-, con la voluntad de "dialogar".

Pero el Elíseo dijo que no dará pie atrás a las reformas.

Previamente, Castaner afirmó que no se descartaba la imposición del estado de excepción: "Todo lo que aporte más seguridad. No hay tabúes. Estoy dispuesto a a considerarlo todo", afirmó. No obstante, una fuente del Elíseo señaló que Macron no consideró esta medida.

"Lo que convirtió este malestar en una verdadera rebelión es un sentimiento de profunda injusticia ante la política llevada a cabo en el último año y medio, marcada por la eliminación del impuesto a la riqueza y el establecimiento del impuesto fijo a los combustibles, y por la reducción de las pensiones y el estancamiento de los salarios", dijo Paul Bacot, académico de Science-Po Lyon. "El discurso de Macron parece intolerable para la mayoría de los franceses. Es percibido como despectivo y provocativo".

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