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Se hará un proceso de análisis en que participarán civiles

El nunca más 2.0 del general Martínez

domingo, 02 de diciembre de 2018

Andrés López y Paula Coddou
Reportajes
El Mercurio

En medio de la polémica por sus dichos de la semana pasada, y de una gestión que ha debido enfrentar una resistencia interna que algunos consideran inédita, el comandante en jefe del Ejército prepara un ambicioso plan de revisión de los últimos 50 años de la institución, que abarca desde el tacnazo hasta la corrupción. Y aunque enfrentó una dura semana con el Gobierno, tiene el apoyo. Acá, la crónica de su semana más difícil y el adelanto de su proyecto.



Jueves 29 de noviembre. 07:50 AM. El comandante en jefe del Ejército, general Ricardo Martínez Menanteau, entra raudo a la oficina de la ministra en visita Romy Rutherford en el primer piso de los tribunales de calle Compañía, quien indaga las irregularidades al interior de la institución castrense. Pasa una hora. Martínez sale, se para firme frente a los micrófonos de la prensa y explica la razón de la reunión: dar explicaciones por la filtración de un audio en una reunión que realizó con cerca de mil oficiales la semana pasada. Ahí, en la Escuela Militar, había revelado la posible venta de armas de militares a narcotraficantes, defendido al sistema de pensiones y la salida del director de la Escuela Militar tras el homenaje a Miguel Krassnoff y dicho además que casos como los sobreprecios pagados por viajes podían repetirse en las otras ramas de las Fuerzas Armadas. Fue por este punto por el cual hizo la cita con la magistrada: "No tengo ningún antecedente concreto ni nada por el estilo que involucre a las otras instituciones. Este es un problema del Ejército y el Ejército tiene que resolverlo", solo dice ahora Martínez, quien sube a su vehículo polarizado y deja el tribunal ubicado en Morandé con Compañía.

Así, terminaba una semana compleja para Martínez, que comenzó el jueves 22 con la filtración de los audios en The Clinic, lo que le costó el primer gran impasse con el ministro de Defensa, Alberto Espina. El comandante en jefe del Ejército, descrito dentro su institución como un general activo, cercano a la tropa y con gran apoyo interno, pero con deficiencias en manejo comunicacional, vivía la primera crisis. Una que para algunos comenzó a incubarse antes.

El día de las excusas

El ministro de Defensa, Alberto Espina, estaba en una ceremonia en La Moneda cuando se enteró de la filtración de los dichos del general Martínez, el jueves pasado. Uno de los periodistas que trabajan con él se acercó a decirle que mirara su WhatsApp. Ahí estaba la publicación de los dichos del comandante en jefe del Ejército. Tras el término de la actividad, el ministro Espina llamó a Martínez: "¿Qué pasó?", le preguntó el ministro. El general le explicó lo que había ocurrido y le informó además que había dado una entrevista a "El Mercurio" para explicar sus declaraciones en el audio filtrado.

Fue un diálogo tenso. Espina estaba molesto. Le solicitó en esa comunicación que el viernes le enviara un informe a las 9.00 de la mañana. Posteriormente, el secretario de Estado partió a la condecoración del comandante en jefe de la FACh, Arturo Merino Núñez, quien recibió en el Club de Oficiales de la Fuerza Aérea la "Gran Cruz de la Victoria". Después de este acto, y ante el revuelo mediático, el ministro decidió endurecer su orden a Martínez: "General, venga a hablar conmigo a las 9.00 AM". Así, Martínez tuvo que viajar de urgencia desde Pichidangui para explicar sus palabras y tener un cara a cara con Espina. El general estaba preocupado.

Fuentes conocedoras de la reunión indican que lo primero que le señaló el ministro Espina fue que la reunión se desarrollaría de la siguiente manera: lo iba a escuchar, evaluaría sus respuestas y le daría las instrucciones correspondientes. Tras la explicación, le reprochó a Martínez que sus declaraciones habían sido extremadamente imprudentes. En específico, le dijo, era una irresponsabilidad haber generalizado un supuesto tráfico de armas al interior de la institución, dado que el caso solo involucraba a cinco soldados vinculados a la compra de armamento particular y que era entregado a narcotraficantes.

El otro punto que había generado mucha molestia fue que Ricardo Martínez hiciera la vinculación de la Fuerza Aérea y la Armada en posibles irregularidades similares al pago de sobreprecios o mal uso de pasajes aéreos. Finalmente, también Espina le reprochó sus dichos sobre las pensiones en el Ejército, las que dijo defenderían con "dientes y muelas" ese jueves 22. Eso, le habría dicho el ministro, es un acto de deliberación, que él podía opinar pero para eso estaban los canales institucionales.

La orden final del ministro de Defensa al comandante en jefe del Ejército fue la siguiente: mandar una declaración en que diga que fue imprudente, pedir disculpas a quienes agravió "gratuitamente", enviar todos los antecedentes de la investigación del robo de armas a la fiscalía para que no sea indagada por la justicia militar y pedir la reunión con la jueza Rutherford para decirle que no tiene datos sobre irregularidades en las otras Fuerzas Armadas.

A pesar de la molestia de Alberto Espina, el cargo de Martínez nunca estuvo sobre la mesa. En el Gobierno saben que al interior del Ejército tiene un gran apoyo en la tropa. "Es profundamente admirado. No en la élite social, pero es un boina negra, lo que en la institución es muy respetado", señala una fuente gubernamental.

Sin embargo, las aguas internas para el general no han estado tan tranquilas prácticamente desde que asumió. Porque, según resume un exministro de Michelle Bachelet, "la historia aflora y aflora". Dentro del Ejército y desde el gobierno de Piñera coinciden en que se han detectado grupos de exoficiales y algunos militares que se han enfrentado a la gestión de Martínez, principalmente simpatizantes de Augusto Pinochet y familiares de detenidos en Punta Peuco. "En el Ejército hay diferencias entre ex militares vinculados a Pinochet, que pueden tener parientes dentro del Ejército -no muchos, pero hay- versus Martínez, que cree que en la época de Pinochet no hubo 'excesos´ sino violaciones a los derechos humanos, y consideran que el Ejército tiene que hacer una revisión de lo que ha sido su postura en esta materia en los últimos 50 años.

Las últimas diferencias se gestaron, primero, tras la desvinculación del director de la Escuela Militar, Germán Villarroel, tras el homenaje que realizó el hijo de Miguel Krassnoff a su padre, quien también pasó a retiro. Para algunos observadores, lo que detonó la molestia interna con Martínez al interior del Ejército fue este hecho, y que el comandante en jefe haya desmentido que Villarroel renunciara - como dijo en una entrevista- y que aclarara que "yo le pedí que dimitiera en 24 horas". Los sectores duros no podían creer que el comandante en jefe tocara a alguien que -además de ser un oficial destacado- era hijo de un vicecomandante del general Pinochet, Rafael Villarroel.

Según fuentes de defensa, el ministro Espina también recibió insultos y amenazas por este hecho, aunque la oficialidad joven valoró el gesto.

Pero esa oposición, según dicen tanto fuentes del Gobierno como de la institución, se comenzó a gestar desde que Ricardo Martínez fue elegido para el cargo de Comandante en Jefe del Ejército por la expresidenta Michelle Bachelet. Primero, porque tras una fuerte competencia dejó en segundo lugar al ahora retirado general John Griffiths, hoy procesado por la jueza Rutherford, quien representaba al ala más tradicional del Ejército y era un oficial muy admirado. Martínez tenía buena relación con el bacheletismo y con el mundo concertacionista. Es muy cercano, por ejemplo, al ex ministro de Defensa Jorge Burgos.

El hecho de que su padre, que era oficial, haya pasado a retiro en noviembre de 1973 también ayudó a que desde sectores más duros miraran a Martínez con cierto resquemor. Se alimentó el mito de que su retiro se debía a que era un "militar constitucional" -o sea contrario a los que dieron el golpe- y que eso contribuyó a dar a Martínez una imagen de hombre más cercano a la Nueva Mayoría. El comandante nunca ha querido referirse al tema porque ha dicho siempre que es parte de su vida personal.

Nunca más ampliado

En una entrevista dada en septiembre a "El Mercurio", el general Martínez dio las primeras luces sobre el plan que tiene para generar profundos cambios en la institución. Es un plan ambicioso.

Parte por analizar cómo el Ejército ha actuado en distintas épocas y las crisis que ha atravesado. "Promover la reflexión mediante un análisis y discusión de la actuación del Ejército en los últimos 50 años en todas las áreas, incluida la de los Derechos Humanos, de manera de asegurarle al país profesionales que hayan aprendido de sus acciones para las tareas que el Estado les demanda", señaló en la entrevista.

Desde esa fecha, esta iniciativa ha tomado forma y se puede convertir en un nuevo "nunca más" focalizado en los derechos humanos y los casos de corrupción, señalan fuentes de la institución.

Una alta fuente del Ejército señaló a "El Mercurio" que los hitos que serán analizados y en los que se evaluará el actuar de la institución comienzan con el tacnazo del general Viaux en 1969, el asesinato del general René Schneider en 1970, el involucramiento de los altos mandos del Ejército en el gabinete del Presidente Salvador Allende, el "tanquetazo" de junio de 1973, el Golpe de Estado, asumir tareas que no le correspondían durante el Régimen Militar como la de orden público, la conformación de oficiales y suboficiales que fueron parte de organismos de seguridad, el asesinato del general Carlos Prats, el rol del Ejército entre 1990 y 1998 respecto de la figura de Augusto Pinochet, el nunca más del general Juan Emilio Cheyre, la tragedia de Antuco, el fraude en el Ejército, la investigación sobre el mal uso de fondos vinculados a pasajes que ha decantado en el retiro y procesamiento de varios oficiales, y el rol de integrantes del Ejército en las violaciones a los derechos humanos.

El ejército del 2020

La idea de hacer este proceso surgió cuando Martínez asumió el mando y lo compartió con el resto del cuerpo de generales. La idea central de todo este plan es que nadie podría pensar que todos esos episodios no han "repercutido, influido o afectado el ethos militar".

El propósito es que tras la evaluación se logre generar una modernización de la institución teniendo claras sus fortalezas y debilidades. Esta reflexión se llevará a cabo de manera descentralizada y no participarán solamente militares, dado que le pedirán a integrantes de la sociedad civil que se unan para lograr concretar esta mirada.

Para esto, se realizarán a partir del próximo año talleres, seminarios y también se encargarán trabajos a organizaciones para que den sus posturas. Se estima que en poco más de un año se tengan los primeros resultados de las evaluaciones, dado que no quieren sacar conclusiones anticipadas, por lo que en el 2020 todo ese trabajo debería terminar. Este es el diseño preliminar.

Obviamente, a algunos les despierta dudas.

"El general Cheyre hizo un 'Nunca más' y hoy está condenado por derechos humanos. El general Oviedo sacó un libro con las lecciones aprendidas del 'milicogate' y hoy estamos en un milicogate 2. Entonces, ¿cuánta credibilidad se le puede dar a un comandante en jefe del Ejército para hacer un nuevo 'Nunca Más'? ¿Cuánta credibilidad tiene el Ejército?", se pregunta un analista de Defensa de la administración Piñera. "Quizá lo que indica todo lo que está pasando es que las instituciones armadas no van a ser ellos mismos los impulsores de su propio cambio".

Dentro del Ejército algunos dudan también de gestos como este, que terminan inquietando el frente interno "y desde fuera no te lo van a agradecer, sino todo lo contrario, te van a tomar preso igual", dice un militar en retiro.

"Creo que es una aspiración de los últimos comandantes en jefe de lograr que el ejército no esté preocupado de responder a la gente de Punta Peuco -por decirlo de algún modo- y en cambio, puedan pensar en lo que necesita la defensa de Chile en 2018", dice una alta autoridad del gobierno de Michelle Bachelet. "Cheyre quedó aislado de la cultura militar después del Nunca más. Y que el Ejército haga un análisis de los últimos 50 años puede ser mucho más fuerte que eso y puede levantar polvo".

O, dicen cercanos a Martínez, puede concluir en dejar definitivamente atrás el pasado y ser el Ejército del 2020, la institución donde -coinciden muchos- la transición no ha terminado.

"General, venga a hablar conmigo a las 9:00 AM". Así, Martínez tuvo que viajar de urgencia desde Pichidangui para tener un cara a cara con Espina

Dentro del Ejército, y desde el gobierno de Piñera, coinciden en que se han detectado grupos de ex oficiales y algunos militares que se han enfrentado a la gestión de Martínez.

La idea central de todo este plan es que nadie podría pensar que todos esos episodios no han "repercutido, influido o afectado el ethos militar".

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