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Las conmovedoras historias de dos deportistas que estuvieron detenidos en el Nacional:

La etapa más oscura del coliseo: 1973

sábado, 01 de diciembre de 2018

Antonio Valencia
Deportes
El Mercurio

Durante 58 días, por sus camarines, túneles y gradas pasaron más de siete mil presos. Dos de ellos fueron seleccionados chilenos. Hugo Lepe, integrante de la Roja del Mundial de 1962, fue rescatado por "Chamaco" Valdés. Y Alfredo Jadresic, atleta que compitió en los JJ.OO. de 1948, conoció el horror de cerca antes de partir al destierro. Acá, sus historias.



Iba a festejar su cumpleaños. Pero a la hora de almuerzo del 18 de septiembre de 1973 un automóvil negro con un hombre portando una ametralladora llegó hasta su casa y se lo llevó. Alfredo Jadresic, campeón sudamericano de salto alto en 1947 y noveno en los Juegos Olímpicos de Londres 1948.

-¿Qué significa esto, señor? ¿Es que acaso estoy detenido?

"No, doctor, no está detenido, usted es un prisionero de guerra".

Rotundo partidario de Salvador Allende y de la Unidad Popular, el hasta entonces decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, excandidato a rector y uno de los líderes de la reforma universitaria, comenzó un encierro de 51 días. "Un mes y 21 días como prisionero de guerra en el estadio donde en mi juventud me habían aclamado campeón. Dormíamos en el suelo, comíamos garbanzos con cuero de chancho una vez al día... Bajé más de siete kilos", recuerda Jadresic a sus lúcidos 93 años.

Su crudo relato quedó estampado en el libro "Historia de Chile en la vida de un médico" (Catalonia, 2007).

Jadresic compartió celda -el camarín N° 2 de "casos especiales"- con otros once detenidos. Tuvo suerte. "Como médico, me tocó atender a presos de otros camarines donde había hasta cien personas en el mismo espacio que nosotros teníamos para doce", dice.

Entre el 12 de septiembre y el 9 de noviembre de 1973, el Estadio Nacional funcionó como centro de detención y tortura. También de muerte. El informe Rettig reporta 40 fusilados por los militares. Cerca de 7 mil personas pasaron por el estadio convertido en prisión política. La cifra no es precisa. El exjefe de la Dina, Manuel Contreras -quien fuera condenado a 529 años de cárcel y dos cadenas perpetuas por crímenes de lesa humanidad-, contó 8.377 hombres y 529 mujeres.

"Pasaron cerca de diez mil personas por el estadio, pero tal vez nunca hubo más de 5 mil al mismo tiempo. Estimo que la mitad de los detenidos fueron tratados con violencia o torturas sistemáticas. En las tres primeras semanas de reclusión no los dejaron salir al aire libre. Recuerdo la impresión que me causó la primera vez que nos sacaron a las graderías de la cancha de fútbol, ver el color del pasto y el azul del cielo en contraste con las nubes blancas...", cuenta Jadresic, quien, a solicitud de un médico militar, atendió a prisioneros de los ocho camarines que estaban cerca del suyo.

"Atendí a muchos enfermos. Hubo epidemia de influenza, infestaciones de piojos, y eran frecuentes las gastroenteritis y las diarreas", dice.

"A través de mi amplio contacto con prisioneros conocí los tipos de tortura: flagelaciones, golpes con palos y garrotes, culatazos, golpes en los genitales...", describe Jadresic.

Los testimonios compilados en dos textos -"Terrorismo de Estadio", de Pascale Bonnefoy, y "Estadio Nacional en las voces de su gente", de Hilda López- describen los sitios de interrogatorios y tortura: el segundo y tercer piso del edificio bajo la Marquesina, y los túneles y camarines del velódromo, incluido el "Caracol Azul".

Tras un mes detenido, llegó el turno del interrogatorio de Jadresic. "Me citaron por el altoparlante para ir al disco negro. Yo ansiaba ser citado porque ahí estaba la posibilidad de salir libre. Me llevaron al velódromo en una camioneta y un soldado me dio un culatazo en la espalda", cuenta.

Ya en el velódromo, primero confirmaron sus datos, "y después llegó un oficial con voz suave que entabló una distendida conversación conmigo, incluso en inglés. Así hasta que me preguntó si yo conocía al doctor René Orozco. Le dije que sí, y enseguida lo llamó por teléfono. Habló con él y al cortar el llamado su actitud cambió bruscamente, dejó de hablarme en inglés y terminó la conversación con frases amenazantes. '¡Tenga mucho cuidado, doctor Jadresic! Tenemos toda la información sobre usted', me dijo. No tenían nada de qué acusarme, yo no tenía militancia ni participación política, pero ese llamado telefónico me perjudicó enormemente: en lugar de ser liberado, seguí preso un mes más, hasta el 7 de noviembre. El estadio había que desocuparlo para un match de fútbol (el 21 de noviembre) entre Chile y la Unión Soviética. Me dieron diez días para salir al destierro", lamenta el excampeón de salto alto.

-Después de volver del exilio en 1989, ¿se encontró alguna vez con Orozco?

"Sí, una vez en el supermercado".

-¿Qué hizo usted?

"Lo saludé".

-¿Y usted regresó alguna vez al estadio?

"Solo una vez, para un documental de Carmen Luz Parot (2002). Nunca más volví".

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