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¿Los Robots nos amenazan?

jueves, 29 de noviembre de 2018

Economía y Negocios Online


Paulina Yazigi Gerenta de Inversiones, Inversiones Nogaleda

En medio de noticias internacionales, como la de General Motors anunciando posibles cierres de siete plantas en un futuro cercano, y la creciente preocupación en Chile de que el empleo no crece al ritmo del resto de la economía, es que nos preguntamos cada vez con mayor frecuencia: ¿será que los temores de la Inteligencia Artificial ya están materializándose? ¿Terminaremos trabajando sólo tres días a la semana o no tendremos trabajo alguno? O peor aún, ¿nuestros hijos no encontrarán trabajo en el futuro?

Las respuestas no son fáciles, pero podemos delinear algunos escenarios e ir a mirar algunos estudios recientes sobre las potenciales consecuencias de esta Cuarta Revolución Industrial en nuestras economías y nuestros empleos. Cómo es de esperar, los informes revelan múltiples beneficios de la automatización, como una mayor productividad anual de entre 0,8% a 1,4% adicional al año durante la próxima década, y una mayor riqueza per cápita por el mayor crecimiento del PIB. Pero por supuesto, revelan importantes desafíos.

El primer desafío es cómo se abordará el hecho de que sí habrá empleos desplazados. Sin duda, las nuevas tecnologías traerán trabajos nuevos, que incluso el Foro Económico Mundial estima que podrían ser mayores en número a los puestos perdidos. Pero no todos los trabajadores tendrán la misma capacidad de adaptación. ¿Cómo enfrentar esto, sumado a un problema creciente en nuestros sistemas de pensiones? Hablamos de aumentar la edad de jubilación en innumerables economías, pero ¿qué pasa si esas personas “mayores” no lograran encontrar trabajo en lo que ya saben hacer? El desafío es aún mayor hoy con una tasa de inmigración cada vez más alta, y un ritmo de avances tecnológicos cada vez más rápido.

Y no se trata solamente de los puestos de trabajo que primero se nos vienen a la cabeza, como los más básicos y repetitivos en una fábrica, sino que de médicos cirujanos, radiólogos, abogados, pilotos de aviones, o millones de empleados del comercio. En EE.UU. sólo en los primeros cuatro meses, se perdieron casi 27 mil empleos en las tiendas de departamento. Según estudios en Chile se estima que casi el 50% de los empleos podrían ser reemplazados por las máquinas en las próximas cuatro décadas. Pero no todo es tan pesimista, el informe de McKinsey también nos recuerda que, entre 1980 y 2000, durante la Tercera Revolución Industrial, el empleo creció en diversas categorías que no existían 10 a 15 años antes. Tenemos que generar la capacidad de reconvertir a nuestra gente. Este es el segundo desafío.

En Chile ya no nos sentimos ajenos a esta tendencia global. Si bien siempre hemos estado rezagados en términos de gasto en Investigación y Desarrollo, la economía digital ha tomado un protagonismo importante. Según un estudio publicado recientemente por Accenture, la economía digital representa el 22% del PIB en Chile. Aunque estamos a la mitad aún que los EE.UU., somos los primeros en la región. Asimismo, según el índice Global Talent Competitiveness de Insead, en utilización tecnológica lideramos la región y a nivel mundial estamos en el primer cuartil. Es por esto que debemos ponernos contentos y preocuparnos a la vez. Los sectores que más emplean mano de obra en Chile son justamente los mismos que experimentan avances tecnológicos a pasos agigantados: comercio, industria manufacturera, y el sector agropecuario.

Lo bueno es que ya hemos visto iniciativas localmente para enfrentar estos desafíos. El gobierno está trabajando en cien propuestas para el Desarrollo Integral de nuestro país, las que contienen medidas para la creación de empleos de calidad, por la vía de elaborar políticas públicas que enfrenten la adopción de nuevas tecnologías y a su vez, la capacidad de generar la reconversión laboral de los trabajadores. Pero el fisco tiene sus desafíos adicionales, cómo es el financiamiento de estos planes, por lo que es clave que los privados tomen el toro por las astas. ¿Cuántas personas de su empresa no saben siquiera utilizar Excel o crear una cita en el calendario digital?

El tercer desafío es la educación. ¿Cómo preparamos a nuestros niños para que en el futuro se inserten de manera fuerte a estas nuevas tendencias? Y en esto el desafío es doble: tenemos que educar, y además, educar a educar. Es decir, no sólo formar a los niños y jóvenes, sino a quienes serán sus profesores en este proceso. Y esto debe partir hoy. En esto no sólo me refiero a las habilidades técnicas, sino que los “soft skills”. Hasta hace muy poco, lo importante era el conocimiento propiamente tal, en cambio hoy en día lo crucial es la capacidad de adquirirlo, transformarlo y llevarlo hacia entornos desconocidos. Para esto se necesita ser flexibles, creativos, desarrollar las habilidades de comunicación, liderazgo y trabajo en grupo.

En Chile ya hemos visto proyectos fantásticos en este sentido, como las iniciativas del Centro de Innovación del Ministerio de Educación. En conjunto con la Fundación Kodea se está lanzando el Plan Nacional de Lenguajes Digitales, que capacitará a docentes y estudiantes en herramientas como la programación. Esfuerzos similares se ha visto en establecimientos privados, pero queda aún un largo camino por recorrer a nivel básico, e incluso a nivel superior.

El mundo avanza rápido. Lo que hoy es un trabajo bien remunerado y estable, podría desaparecer en unos pocos años. Lo que hoy es un conocimiento válido, puede que el próximo año ya no sea útil. El mercado laboral, la capacitación, la educación, las políticas públicas y las iniciativas privadas de hoy, todas deben de tener cintura para adaptarse a estos cambios.

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