La final del mundo terminó en vergüenza
domingo, 25 de noviembre de 2018
Claudio Herrera Enviado especial a Buenos Aires
Deportes
El Mercurio
Cronología a una de las jornadas más escandalosas que recuerde el fútbol mundial. Una turba agredió el bus de Boca Juniors y desató el pandemónium. La final se disputaría hoy, a las 17 horas.
Q ue en la cancha de River vamos a ganar y la vuelta, y la vuelta vamo' a dar...", cantaban los jugadores de Boca Juniors arriba del bus que los trasladaba al estadio Monumental. La máquina Flecha Bus, escoltada por al menos 20 motos policiales, se desplazaba por avenida Del Libertador dispuesta a tomar la calle Quintana. En la intersección con Monroe, una multitud de hinchas millonarios aguardaba por el encuentro: a seis cuadras del estadio Antonio Vespucio Liberti, el plantel xeneize era víctima de una emboscada. Piedras, palos y botellas terminaron rompiendo varios vidrios del bus y dejando a jugadores heridos de consideración. "¡ Llamá al médico, llamá al médico!", grita uno al darse cuenta de que Pablo Pérez estaba herido. La policía intentó disuadir a los fanáticos con gas pimienta, el cual terminó afectando la salud de los jugadores: Carlos Tévez, Carlos Izquierdoz, Nahitán Nandez y el citado Pérez eran los más averiados. El "Apache" -de hecho- ingresó con dificultad al vestuario visitante: "Estaba vomitando", reconoció. Se había desatado el pandemónium. La primera señal de peligro llegó con el traslado de Pérez al Sanatorio Otamendi, a las 17:15 horas. El volante tenía cortes en un brazo y astillas en el ojo izquierdo. Se le diagnosticó una lesión en la córnea, pese a que los médicos de la Conmebol estimaron que el volante estaba en condiciones de jugar. Gonzalo Lamardo también llegó al centro asistencial por problemas en el ojo derecho. Las autoridades, de inmediato se reunieron en el salón de presidencia, en el primer piso del Monumental. Ahí, Daniel Angelici, Rodolfo D'Onofrio y Alejandro Domínguez, regentes de Boca, River y la Conmebol, respectivamente, trataron de solucionar el entuerto. La postura visitante era no jugar, pues no estaban las condiciones para competir. "Hay chicos mareados, Pablo tiene el ojo herido y psicológicamente el vestuario no está bien", decía un dirigente del club oro y cielo. "Nos están obligando a jugar", se quejaba Tévez. Marcelo Gallardo, técnico de River, se comunicó con Guillermo Barros Schelotto, su colega de Boca, para brindarle el apoyo en caso de que desistieran disputar la jornada decisiva. "Así no se puede jugar", decía el "Muñeco". A esas alturas, Pérez -fuertemente custodiado- regresaba al estadio Monumental. Y Angelici no modificaba una coma de su discurso: "No podemos jugar así". Mientras la tribuna cantaba "el que no salta, abandonó", el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, se sumó al cónclave. Y ahí cambió todo. El jerarca se mantuvo firme en su postura: había que jugar sí o sí, porque el cónclave del G20, que se inicia el viernes en Buenos Aires, impide toda logística de eventos masivos. Primero se comunicó que el partido sería postergado en una hora, y tras 60 minutos de reunión, el ente regional notificó que la final empezaría a las 19:15 horas. Sin embargo, pasaban los minutos y no había protagonistas en el campo de juego. A las 19:20 horas, corrió el rumor de que el partido se había suspendido. "Lo va a comunicar la Conmebol", balbuceó Angelici. Segundos después, Domínguez confirmó la postergación de la finalísima. Y mientras 60 mil personas abandonaban -resignadas- el Monumental, el secretario de Seguridad de Buenos Aires, Marcelo D'Alessandro, reconoció una "falla" en el traslado de Boca Juniors hacia el estadio. En forma paralela, Ricardo Pedace -jefe de la Agencia Gubernamental- anunciaba que el recinto deportivo era clausurado por "exceso de gente". La medida, en todo caso, podría levantarse hoy si las autoridades millonarias cancelan una multa que no fue determinada. El diario Olé publicó que Boca Juniors evalúa pedir los puntos a la Conmebolpor las agresiones sufridas. EL DIARIO OLÉ PUBLICÓ QUE BOCA JUNIORS EVALÚA PEDIR LOS PUNTOS A LA CONMEBOL POR LAS AGRESIONES SUFRIDAS.
