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Aimara, quechua, mapudungún y rapanuí:

Más de mil educadores tradicionales enseñan lengua y cultura indígena en los colegios de Chile

domingo, 25 de noviembre de 2018

AMALIA TORRES
Educación
El Mercurio

Los establecimientos con una matrícula indígena igual o mayor a 20% deben implementar estos cursos. Dar a conocer la cosmovisión de los pueblos originarios es parte de sus desafíos.



"Mari mari pu chilkatufe" (buenos días, alumnos), dice Luis Levio Curilén cuando entra a la sala de clases.

A coro y gritando, todo el curso responde: "Mari mari kimelfe" (¡buenos días, profesor!).

La clase de educación tradicional que dicta Luis Levio a los terceros básicos del Colegio Julio Montt Salamanca se basa en la lengua y cultura del pueblo mapuche, de la que él es parte.

Levio creció en una comunidad mapuche en Lautaro, y en su casa en el sur, donde viaja cada vez que puede, se habla fluidamente el mapudungún.

Esta mañana de martes, Levio se bajó de un bus que lo trajo desde su hogar en el sur hasta Santiago. Unas horas después, listo para dar clases en este colegio de Macul, viste una camisa roja con la bandera del pueblo mapuche tejida en el antebrazo derecho y en el pecho, sobre el corazón, se puede leer: "Kimel kuchefe", otra forma de decir "profesor". Es el uniforme que le entregó el Ministerio de Educación el año pasado.

Como Levio -quien además hace clases en Ñuñoa y La Reina-, en Chile hay 1.235 educadores tradicionales que dictan clases a niños desde primero a octavo básico en los colegios que tienen 20% o más de matrícula indígena. Los educadores enseñan aimara, mapudungún, quechua o rapanuí, según el contexto en el que se encuentre el establecimiento educacional, aunque los mapuches son los que tienen más educadores.

"La lengua mapuzungun (o mapudungún) cuenta actualmente con 1.068 educadores tradicionales concentrados en las regiones del Biobío, La Araucanía, Los Lagos y Los Ríos, de un total nacional de 1.235 educadores tradicionales", dice José Palma, jefe de la División de Educación General del Mineduc.

Según datos del ministerio, este año en Chile hay 1.277 establecimientos educacionales con matrícula indígena igual o mayor a 20% que implementan este programa intercultural. Pero además hay colegios, como el Julio Montt Salamanca, que aunque tienen una matrícula indígena menor, piden estas clases.

"Esta es una ventana para conocer nuestras raíces y valorar nuestra cultura", dice Rossana Alcántara, directora del establecimiento. "Además ha permitido que algunas familias sientan más arraigo por sus raíces".

El mismo país

"¿Dónde queda su país, tío?". Esa pregunta, dice Levio, se la han hecho algunos alumnos de distintos establecimientos cuando llega por primera vez a dictar sus clases. "Yo les digo que no estoy en un país distinto, que estamos dentro del territorio llamado Chile, pero que existen pueblos originarios. No que existían, sino que existen. Porque yo soy uno de ellos. Yo hablo, no hablaba. Yo practico, no practicaba. Los mapuches no vivían, comían, hacían. Yo transmito, yo enseño, yo hablo mapudungún y celebro mi año nuevo, el We Tripantu".

En sus clases, Levio les enseña a hablar mapudungún, pero también la importancia de respetar la naturaleza, el rol de una machi o las celebraciones mapuches.

Debido al aumento de inmigrantes, Natalia Hirmas, tesista doctoral en Educación de la UC, quien investiga la interculturalidad en la educación, dice que cuando se habla de esta temática en los colegios muchos piensan de inmediato en extranjeros. "Es interesante y paradójico que para muchos el foco del espacio de educación intercultural son los migrantes que vienen desde afuera, pero no se preocupan de los migrantes internos y de los pueblos originarios que todavía estamos metiendo debajo de la alfombra en muchos sentidos".

Eso sí, para Levio muchas veces son los niños extranjeros los más interesados por su materia. En la segunda fila de la sala, una niña con dos trenzas que le cuelgan sobre los hombros levanta constantemente la mano para responder. Es brasileña. En otro colegio fue una niña haitiana la que se volvió su "ayudante".

Angélica Calisto es educadora tradicional en la Escuela Ana Nelly Oyarzún en la comuna de Castro y dice que a ella le habría gustado recibir este tipo de clases cuando estuvo en el colegio. Pero también, agrega, aún falta mucho por avanzar. "Por ejemplo, que también se aplique a los alumnos de media".

Las clases de los educadores tradicionales, explica, siempre se hacen con una "dupla pedagógica", es decir, "un profesor mentor y el educador tradicional, reconocido por comunidades indígenas". Y aunque dice que en su colegio hay respeto por el educador tradicional, "en la mayoría de los establecimientos no pasa. Hay una mirada distinta hacia el educador. Creo que hay desconocimiento del objetivo de la asignatura, entonces a veces los profesores sienten una amenaza cuando hay un educador dentro del aula".

Rescatar el idioma

Aunque los cursos de interculturalidad comienzan por ley en primero básico, en el colegio de Angélica Calisto estos empiezan en prebásica. "A ellos les enseñamos de forma más lúdica, a través de juegos ancestrales, manualidades, adivinanzas. El linao, que es parecido al rugby, juegos con semilla, o jugar al pichochoy, que son trompos". Para los demás niveles es una asignatura que les permite hacer salidas a terreno, por ejemplo visitar comunidades indígenas, o hacer encuentros con otras escuelas, entre otras actividades.

Y agrega: "Nosotros les enseñamos su origen, rescatamos el idioma, las prácticas ancestrales, filosofías de vida. Les entregamos un conocimiento y después, al crecer, ellos son libres de elegir qué quieren ser. A lo mejor no van a ser hablantes de huilliche, aunque lo aprendan fluido, porque en esta sociedad no tienen con quien dialogar. Pero siempre van a llevar el conocimiento de quiénes son".

La clase del tercero A está por terminar y Luis Levio les pregunta a sus alumnos cómo se dice "diez" en mapudungún. Alguien grita "¡pewén!", otro dice "meli", y alguien más, "mari".

"¡Mejor cantemos la canción, tío!", dice un niño. Y entonces Luis Levio y sus alumnos entonan una melodía que habla de un abuelo que les enseña a sus nietos a contar en mapudungún. "Kiñe" es uno, "epu" dos, "küla" tres. Y "mari" es el número diez.

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