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Ignacio Walker, expresidente DC:

"Haría una coalición política desde el laguismo a Evópoli"

domingo, 25 de noviembre de 2018

N. Guzmán y W. Díaz
Reportajes
El Mercurio

Desde EE.UU., donde reside temporalmente, el exsenador aborda su derrota en las elecciones de noviembre, la crisis de la DC, las variables de la administración del Presidente Sebastián Piñera, su propuesta de un nuevo centro político y los incipientes bloques de izquierda, como Convergencia Progresista.



Está leyendo una biografía de la "Suma Teológica", de Santo Tomas de Aquino; un texto sobre "Introducción al Cristianismo", de Joseph Ratzinger, y ha revisado buena parte de la doctrina social de la Iglesia. Va al teatro, juega tenis, asiste a charlas, lee The New York Times y sigue de muy cerca la política en Chile.

Ignacio Walker, exsenador y presidente de la DC durante 5 años, incluyendo el primer año del gobierno de la expresidenta Michelle Bachelet, se recluyó hace algunos meses en Indiana, Estados Unidos. La derrota en las elecciones parlamentarias de noviembre de 2017 lo terminaron llevando a la Universidad de Notre Dame, donde se encuentra escribiendo el libro "Fe y política, reflexiones de un legislador católico". En sus páginas aborda su experiencia como parlamentario católico y democratacristiano en los últimos 16 años.

-¿Cómo ha sido la travesía por el desierto de Ignacio Walker a un año de las elecciones?

-Habiendo sufrido una derrota electoral, uno siempre tiene la oportunidad de reinventarse. Mi compromiso siempre va a estar por el lado de la política, pero con un pie en la academia. Eso ha sido mi vida. Entiendo la política desde las ideas.

Dice que Estados Unidos no es el país de su autoexilio de la política y que antes de partir había comenzado a escribir otro libro. Ya tiene un título tentativo: "Dilemas y opciones de la transición y la consolidación democrática en Chile". Se trata de una defensa de los 20 años de la Concertación frente al revisionismo que surge en España y en Chile, que, a su juicio, considera que sus transiciones fueron más bien una forma de capitulación. Antes de irse a Indiana publicó el libro "La Nueva Mayoría, reflexiones sobre una derrota", con una visión crítica y autocrítica de esa experiencia.

-John Kennedy solía decir que el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano. ¿Lo ha sentido?

-Es que yo no interpreto una derrota electoral como un fracaso. Ni en lo personal, ni en lo que fue la experiencia de la Nueva Mayoría. Yo creo que uno tiene que entender que es parte de la normalidad democrática, que uno puede ganar o perder, y que la alternancia en el poder es inherente al ejercicio democrático.

Walker volverá en diciembre a Chile. A continuación, su mirada de lo que ocurre en el país a 8.444 kilómetros de distancia, que parte en el caso del comunero Camilo Catrillanca, la acusación constitucional con que amenazó la DC al exintendente Luis Mayol y la interpelación al exministro Andrés Chadwick, y sigue después con el destino del centro político en Chile. "El Gobierno se equivocó desde el principio: cuando un joven mapuche es asesinado con una bala en la cabeza, y por la espalda, no se puede decir que se trata de "un caso de delito común" y de paso incriminar al propio Camilo Catrillanca, como Mayol, y descalificar a la oposición, como Chadwick".

-El representante de la Konrad Adenauer para América Latina, Stefan Reith, apuntó a que la DC se abra a llegar acuerdos con el Gobierno.

-Si fuimos capaces de negociar y aprobar en el primer gobierno de Piñera leyes sobre pre y posnatal, aseguramiento de la calidad de la educación, o impuesto específico a la gran minería del cobre, entre otros -incluidas todas las leyes sobre presupuesto-, no veo razones para no llegar a un acuerdo en la reforma tributaria y previsional, lo que supone capacidad de ceder de ambas partes. Entendiendo que lo ideal es enemigo de lo bueno y que un subóptimo producto de un acuerdo es mejor que un óptimo que solo existe idealmente, creo que tenemos que acercarnos a la política de lo posible, lo que significa dejar de lado cualquier maximalismo, voluntarismo u obstruccionismo.

-¿Que la DC actúe como una minoría dirimente, como planteó recientemente en su libro "La Nueva Mayoría, reflexiones sobre una derrota"?

-Efectivamente. Con un 10% de los votos y 19 parlamentarios, es la DC la que inclina la balanza, en uno u otro sentido. En ese sentido he señalado que la DC tiene que actuar más como minoría dirimente que como una minoría subordinada, y sin complejos de ningún tipo, ni derechistas ni izquierdistas.

-¿Marcando de manera nítida sus diferencias con la izquierda y acercándose al electorado que perdió el partido en manos del Presidente Sebastián Piñera en la última elección?

-Este no es un tema de cálculo electoral, de votos más o votos menos, este es un tema de coherencia y de servicio al bien común, un término que parece anticuado pero que refleja lo mejor de la tradición cristiana y aristotélico-tomista a la que pertenecemos. Ya veremos la cuestión de los votos, y las coaliciones y las alianzas de gobierno. Lo que tiene que quedar claro es que la DC, como un partido de oposición, piensa en Chile y no anda con la calculadora en la mano o con la obsesión por las encuestas.

-¿Cuán viable es hoy una administración de ocho años de la centroderecha?

-El Presidente Piñera y Chile Vamos están pensando estratégicamente en una perspectiva de 8 años. El 55% que obtuvieron en diciembre incluyó el voto moderado, de centro, independientes, sectores medios, muchos votos DC, producto de la izquierdización de la Nueva Mayoría, sobre lo que advertí tantas veces. Lo menos que podemos hacer es hacernos cargo de esa derrota política y electoral y llamar las cosas por su nombre. Ahora tenemos que saber usar la mayoría que como oposición tenemos en el Senado y la Cámara, pensando en Chile, como lo ha estado haciendo la DC.

"El Gobierno está más al debe que al haber, por debajo de las expectativas. No basta con la ley sobre "Aula Segura" y uno que otro logro de proyecto aislado, con un crecimiento y un desempleo que están por debajo de las expectativas. Ricardo Caballero ha dicho que en los primeros meses no ha habido una sola reforma importante con miras al desarrollo. Estoy de acuerdo. El gran desafío es buscar acuerdos en el Senado y la Cámara, controlados por la oposición, partiendo por la reforma tributaria y de las pensiones. Como dijo el Presidente Lagos: hay que salir de las trincheras para pensar y construir un país en grande".

El centro político

Antes de referirse a su tema, el centro político, el excanciller habla del PS y de Lagos Escobar.

"El Partido Socialista, primero maltrató a Salvador Allende, haciéndole la vida imposible, y luego a Ricardo Lagos, el primer socialista en volver a La Moneda después de Allende, al haber bajado (literalmente) su candidatura presidencial por una cuestión de encuestas. No fue solo una falta de cortesía sino una bofetada a Lagos, el laguismo, la socialdemocracia y lo mejor de la renovación socialista de los últimos 35 años. Con ello, además, obligó a la DC a levantar una candidatura propia y contribuyó, en definitiva, al triunfo de la derecha", dice Walker, al mirar en retrospectiva las elecciones de noviembre del año pasado.

-¿No cree que la DC tiene una responsabilidad histórica con la centroizquierda?

-Pero de qué centroizquierda estamos hablando, cuando hay 20 partidos o movimientos políticos -incluidos 13 o 14 del Frente Amplio- que se autodefinen como de izquierda. Ya no solo seríamos arroz graneado, sino que ahora un pelo de la cola.

"Yo, evidentemente, le encuentro toda la razón a lo que está haciendo la izquierda. La izquierda se está reaglutinando, porque este es un momento de diferenciación, no de unidad por la unidad, cada uno tiene que apelar a su nicho, a su electorado y a su historia".

-¿Cómo interpreta usted el surgimiento de Convergencia Progresista, la naciente coalición entre el PS, el PPD y el PR?

-Convergencia Progresista es una cuestión táctica y no estratégica; es decir, se propone atraer desde esa posición, más de centroizquierda si se quiere, desde la DC al PC y el FA, pero como eso es imposible, y ellos lo saben, la verdadera opción estratégica es la unidad y rearticulación de la izquierda, y ahí la DC no tiene nada que hacer, por la sencilla razón de que no es, nunca ha sido y nunca va a ser, un partido de izquierda (...) razón adicional para apostar por una coalición política y una eventual alianza de gobierno más hacia el centro.

"Este es el momento de la diferenciación, no de la unidad por la unidad; cada partido, cada agrupación, tiene que marcar su espacio, apelar a su electorado, y eso en el camino nos va a ir mostrando qué tipo de alianza o acercamiento podemos ir produciendo".

-¿Dónde debe comenzar y dónde debe terminar esa alternativa más hacia el centro que usted vislumbra?

-Entendiendo que el tema de las coaliciones políticas no está a la orden del día, quiero decir que si de mí dependiera, yo haría una coalición política desde el laguismo hasta Evópoli. Es decir, una coalición política y eventualmente una alianza de gobierno que fuera capaz de reunir y hacer converger a tres tipos de fuerzas políticas: la socialdemocracia, que es el laguismo; el Partido Radical, y sectores que puedan estar disponibles en el Partido Socialista y en el PPD, aunque me temo que no son muchos. En segundo lugar, el socialcristianismo, y me refiero a la Democracia Cristiana principalmente, tanto los que nos quedamos en el partido como los que se fueron, como Mariana Aylwin, Soledad Alvear y Gutenberg Martínez, entre otros, y en tercer lugar, el socialliberalismo, que lo refiero a Evópoli y Ciudadanos, de Andrés Velasco e Ignacia Gómez.

"Esta fórmula puede sonar un poco inalcanzable, un poco utópica. Pero para mí es mucho más difícil una coalición política o una alianza de gobierno que vaya desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista y el Frente Amplio".

-El centro político, sin embargo, no ha tenido hasta ahora resonancia en las urnas.

-Hay que tener claro que hoy día hay un fenómeno de polarización en el mundo, en Europa, en América Latina, en Estados Unidos. Hay fenómenos de polarización entre la derecha y la izquierda, populista o no populista, y evidentemente eso resiente las posibilidades del centro. Pero el espacio político está; al final, la gente no apuesta a los extremos ni se alimenta de la polarización. Hay que hacerse cargo de un cierto sentido común ciudadano.

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