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A 20 años del triunfo de Hugo Chávez en las presidenciales del 6 de diciembre de 1998:

De cultos y de muertos, la religiosidad de los venezolanos bajo el chavismo

sábado, 24 de noviembre de 2018

GASPAR RAMÍREZ
Internacional
El Mercurio

El mandatario conectó con sus masas de una manera íntima, en una transformación del país que incluyó la llegada de la santería cubana y el desplazamiento de las tradiciones locales.



Unas cuantas postales religiosas de un recorrido por Caracas: en el centro de la ciudad, tiendas de espiritismo en la avenida Baralt y en el mercado de Quinta Crespo; en la zona popular de Catia, una tienda de nombre "Oshosi" en la que venden gallinas, palomas, patos y otras aves vivas para ritos de santería; en el oeste, en el barrio del 23 de enero, cerca de unos bloques enormes de departamentos, una capilla a los pies del cuartel de la montaña con un letrero que dice "Santo Hugo Chávez del 23".

Hugo Chávez, un militar creyente que no se sacaba un escapulario que le regaló un primo -que supuestamente perteneció a su bisabuelo materno que luchó por la independencia-, vivió y aplicó la religiosidad de dos formas luego de ganar las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 2006: una relacionada con las prácticas religiosas mismas, y otra conectada con la política comunicacional. Ambas con elementos directos e indirectos.

Ya en el poder -y antes, durante la campaña, y sobre todo después-, en sus actos Chávez rezaba y citaba pasajes de la Biblia, usaba crucifijos, hablaba de Dios, de la Virgen María, decía frases como "bienaventurados los pobres", se refería a los personajes de la religiosidad popular venezolana como el médico José Gregorio Hernández (en proceso de beatificación desde hace 70 años); Guaicaipuro, un cacique del siglo XVI, o María Lionza, una deidad superior cuyo culto surgió en el estado de Yaracuy a inicios del siglo XX. Un sincretismo que el militar conoció desde niño en los llanos de Barinas y Sabaneta.

Chávez tenía el carisma, los conocimientos, pero le faltaba el espacio para conectar con sus masas.

El programa

El mandatario se consagró con una creación propia, un programa que luego fue estudiado por los expertos en comunicación, una forma de conexión directa en que los fieles pedían becas, casas, trabajos, de todo. Solo había que tomar el teléfono, marcar y decir: "Aló, Presidente".

Chávez condujo la primera edición de "Aló Presidente" el 23 de mayo de 1999, un programa de radio y televisión de transmisión obligatoria en el que además de atender a sus votantes, el mandatario dictaba políticas públicas, despedía ministros, rompía relaciones con otros gobiernos.

"Su programa, la forma de comunicar, envolvía un halo religioso. Chávez le daba una connotación de ritual a todo eso, no de gestión de gobierno. Las políticas públicas terminaban convertidas en un ritual en el cual Chávez designaba a dedo ayudas, dinero, etc.", dice Andrés Cañizález, experto comunicacional venezolano, autor de "La presidencia mediática" (Alfa, 2012), libro en que analiza este fenómeno.

La relación de devoción/dependencia entre Chávez y sus fieles se afianzó con la implementación de las "misiones", los programas sociales emblema del chavismo, que incluían planes de salud, alfabetización, vivienda, deportes y muchos más, que comenzaron en 2003 y se multiplicaron desde 2004 con el inicio del boom petrolero.

Años dorados para el oficialismo, en que Chávez consolidó su poder luego de superar, entre 2002 y 2004, un paro petrolero, una huelga general, un referéndum revocatorio, un intento de golpe de Estado, y amenazaba con radicalizar su proyecto con la aprobación de las reelecciones indefinidas que consiguió en 2009. Hasta que a mediados de 2011, al presidente le detectaron un tumor maligno en la zona abdominal, y se volvió más religioso, más intenso, más suplicante.

Las pocas apariciones del mandatario durante la campaña por las presidenciales de octubre de 2012 dejaron imágenes como la de abril de ese año, cuando Chávez habló en una misa en Barinas, y pidió: "Dame vida, aunque sea vida llameante, vida dolorosa, no me importa (...) Dame vida porque todavía me quedan cosas que hacer por este pueblo y por esta patria. No me lleves todavía, dame tu cruz, dame tus espinas, dame tu sangre, que yo estoy dispuesto a llevarlas, pero con vida".

En paralelo, sin embargo, Chávez se había peleado con la jerarquía de la iglesia católica, la principal religión tradicional del país. Los enfrentamientos con los cardenales Jorge Urosa o Baltazar Porras fueron frecuentes. Actualmente la conferencia episcopal es una de las instituciones más críticas con el gobierno de Nicolás Maduro.

El culto siguió subiendo de nivel el 5 de marzo de 2013, cuando Chávez no aguantó más el cáncer y se convirtió en objeto de veneración para sus seguidores. Ese día empezó a ser llamado "Comandante Eterno".

En la campaña para las presidenciales adelantadas de abril de 2013, el escogido de Chávez, su canciller Nicolás Maduro, usó el recuerdo y la figura del líder muerto como emblema de campaña: Chávez en afiches, en la televisión, en la radio. En todos lados. Una etapa que dejó como recuerdo la imagen en que Maduro aseguraba que Chávez lo había visitado en forma de "pajarito chiquitico". Una imagen extraña, pero no la más extraña.

Los huesos

Junto con Chávez, llegaron al poder, hace 20 años, los asesores cubanos: de inteligencia, deportivos, educación, salud y espirituales. David Placer, periodista venezolano radicado en España, estudió la presencia de la santería cubana en la Venezuela chavista y escribió "Los brujos de Chávez" (Sarrapia, 2015).

En su libro, Placer describe cómo la santería, una mezcla de creencias africanas, caribeñas y cristianas, y su variante venezolana, la palería -"de presencia residual hace 20 años"- crecieron y penetraron lo más alto del poder en Venezuela, con testimonios sobre cómo Chávez viajaba con su séquito de sacerdotes santeros, los babalaos, y la presencia de ritos de santería en el entorno de Maduro y de la primera dama Cilia Flores.

Placer considera que la santería es "el fenómeno menos estudiado" de estas dos décadas, y "fundamental para entender el chavismo en su globalidad: El funcionario de bajo rango que quiere ascender y tiene un jefe chavista y santero procura convertirse en chavista y santero, el ascenso no está garantizado, pero es más fluido. Y así la práctica creció en la sociedad".

El aumento de esta creencia, dice el autor, se aprecia en la cantidad de personas vestidas de blanco, con collares y amuletos, que hacen trabajos santeros repartidos por distintas zonas de la capital; en el número de tiendas en que venden artículos para santería, y en las profanaciones en los cementerios: los huesos, o "palos", son el elemento clave para algunas prácticas de este culto.

El episodio más cuestionado por algunos sectores de la sociedad ocurrió el 16 de julio de 2010, cuando Chávez ordenó exhumar los restos del padre de la patria, Simón Bolívar, para verificar su causa de muerte ocurrida en 1830. A la medianoche, en cadena nacional, los venezolanos vieron en directo los huesos del prócer. "Eso generó una gran cantidad de rumores entre los opositores a Chávez, de que había un rito santero, de palerismo con los huesos de Bolívar", dice el historiador venezolano Tomás Straka.

Por otro lado, la santería desplazó a las creencias tradicionales, muy fuertes en sectores populares. Si alguien tenía un problema de salud, le prendía una vela al doctor José Gregorio Hernández; si tenía una disputa, le hacía alguna ofrenda al cacique Guaicaipuro, y si el problema era todavía mayor, acudían a María Lionza.

Esos trabajos, dice Placer, ahora son solicitados a los santeros: "Hoy, el espiritismo tradicional venezolano también ha sido permeado, ha sido contaminado por la santería cubana".

El único chavista que reconoció abiertamente ser santero fue el diputado Robert Serra, una de las promesas del oficialismo, asesinado en 2014, cuenta David Placer en su libro "Los brujos de Chávez".

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