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Documento fue elaborado en 1987 por el fallecido sacerdote Juan de Castro:

El informe que denunció hace 31 años conductas indebidas de Karadima

domingo, 18 de noviembre de 2018


Reportajes
El Mercurio

Los antecedentes descritos, para algunos, pudieron cambiar la historia en El Bosque. El documento se conoció cuando comenzó la demanda civil de las víctimas de Karadima contra el arzobispado, y fue adjuntado al proceso de primera instancia. "El Mercurio" tuvo acceso a su contenido. Andrés López



Son ocho páginas escritas a máquina, en 1987. En ellas se define y describe al ahora expulsado padre Fernando Karadima: "No admite réplicas, defensas, o bien posturas diversas, que, casi siempre, no son más que visiones de mayor amplitud. Es un hombre temeroso e inseguro, que manifiesta angustia y sentimientos de culpabilidad; sus nervios lo traicionan frecuentemente con explosiones de rabia, violencia con los pobres de la parroquia, a quienes amenaza con Carabineros si no se van, desprecios, hablar muy mal de la gente en público y con sus íntimos (yo he tenido esa experiencia)".

Así lo definió hace más de tres décadas el padre Juan de Castro. Se trata de un sacerdote que falleció en 2007, antes de lo cual tuvo una amplia trayectoria y fue muy conocido en el mundo político: fue vicario de la Solidaridad y para la Educación. También fue rector del Seminario Pontificio Mayor. Desde este cargo recopiló antecedentes de testigos que plasmó en un informe -al cual tuvo acceso "El Mercurio"- que no se conoció hasta que comenzó la demanda civil contra el Arzobispado de Santiago por parte de las víctimas de Karadima, quien fue expulsado del sacerdocio por el Vaticano este año. El texto fue adjuntado al proceso de primera instancia.

En carta enviada el 4 de noviembre, el presbítero Eugenio de la Fuente, una de las víctimas de Karadima, expuso: "En la década de los 80, los rectores del Seminario Pontificio Mayor de Santiago comenzaron a manifestar su grave y profunda preocupación por lo que percibían en los seminaristas provenientes de la parroquia El Bosque. El año 1987, el Pbro. Juan de Castro, rector de la época, emitió un informe donde explicaba con claridad toda la problemática. Habla de "presiones indebidas de conciencia", atribuirse "autoridad equivalente a la de un superior de congregación o rector de un seminario", obligar a jóvenes a "apartarse incluso de la familia" y "deslealtad con la Iglesia y el obispo"".

"Presiones indebidas"

"Informe sobre la situación del P. Karadima y sus diversas influencias en el seminario". Ese es el nombre del documento elaborado por De Castro, el que en su introducción dice que al momento de entrar al seminario encontró un "muy mal ambiente de comentarios y copucheos de todo tipo, que se referían al grupo de El Bosque".

El sacerdote relata que los integrantes de ese grupo eran rechazados por los otros seminaristas y que eso se debía a que no se vinculaban con los demás, ya que tenían rigidez en sus posturas y personalidades. "Me consta todo lo que voy a decir, ya sea porque he sido testigo en el seminario o bien porque tengo testimonios, algunos escritos, de todo esto", señala el documento.

"Existen presiones indebidas de conciencia -continúa- por parte de Fernando Karadima a ciertos laicos y, sobre todo, a los seminaristas".

El primer punto que plantea es que en una ocasión Karadima prometió ante él y el cardenal Juan Francisco Fresno no dirigir a los seminaristas. Esto, porque iba en contra de lo que establecía la norma, dado que la dirección espiritual y confesional debe ser realizada por sacerdotes encargados por el obispo. "Karadima dijo en esa ocasión que no lo sabía y que lo cumpliría fielmente", dice el texto.

La carta sugiere que la promesa la rompió casi de inmediato, dado que les decía a sus seguidores de la desaparecida "Pía Unión Sacerdotal" que se confesaran con él regularmente y conducía su relación con los otros seminaristas.

"Dice expresamente lo que deben decir y no decir en el Seminario. Por ejemplo, no deben confesar, sino en general, las materias que se refieran a la vida afectiva y sexual (...) Cualquier paso que se da en el Seminario debe ser consultado previamente con el padre Karadima. Incluso, él aprueba las cartas que se escriben al obispo (...) cualquier salida de casa del Seminario, incluso para matrimonios o fiestas familiares, debe ser antes aprobada por el padre y luego se pide permiso en el Seminario. Cuando alguien no cumple con esto, se le manda a llamar y se le reta. A veces, el padre envía a uno (generalmente dos) para que hable con el sujeto previamente".

"Seminario paralelo"

El padre De Castro también expone que existía la "sustancia de un seminario paralelo, más bien parecido a un noviciado". Y relata cómo Karadima se relacionaba con fieles. "Son objeto de un cierto espionaje por parte de estos encargados que reciben órdenes de informarle con quién andan, qué dicen y con quién conversan. Cuando la cosa llega a su culminación, se les hace un juicio delante de otras personas de confianza y se les atemoriza con frases (en general falsas) como 'han llegado informes sobre ti del Seminario".

De Castro también alertó sobre las vacaciones de Karadima.

"Salidas de vacaciones juntos. Deben ir con él (un grupo de sus más íntimos) o bien entre ellos (...) Apartarse incluso de la familia. El caso de (no se revelará el nombre) es de sobra conocido y terminó llevándoselo a vivir con él a la parroquia, con gran dolor, sobre todo de su madre, quien llegó incluso a pedir ayuda al arzobispado", explica De Castro. Luego agrega que incluso "los jóvenes mentían, a instancias del expárroco, para no decir que estaban con él (...) hay padres que miran con malos ojos a Karadima, pero nada dicen para no desorientar a sus hijos".

Prosigue: "El padre es 'el santo' y se le debe fidelidad y obediencia absoluta. Me consta que dos seminaristas (uno de ellos sacerdote) fueron enviados por el P. Karadima, literalmente, a 'espiar' predicaciones de otros sacerdotes, grabadora en mano". Sobre los juicios que se les hacía a los que se apartaban del grupo, estos terminaban en que eran echados, y "declarando que había una clara presencia del demonio en esa situación".

Finalmente, en este punto sentencia que "el control es tan grande (...) los chiquillos dependen tanto de él (hay aquí un problema psicológico muy mal calificado por un psiquiatra que conoce la situación), que lo defienden ciegamente, con una unidad férrea hacia él. Sin embargo, la psicóloga del Seminario me ha dicho que dos de ellos ya no dan más de tensión nerviosa (...) Existen fundadas sospechas de que algunos de estos jóvenes se aliviarían si todo esto se acabara".

"Graves imprudencias"

El informe también sostiene que "el P. Karadima comete a menudo graves imprudencias y desatinos pastorales" y que se caracterizaba por "somatizar" su angustia en formas variadas, como continuas quejas de agotamiento. Esta situación fue confrontada por De Castro con esta anotación: "Estoy en condiciones de decir que su trabajo no es mayor que al de cualquiera, y que, por el contrario, se da bastantes libertades que otros sacerdotes no se dan".

Continúa: "Cualquier persona que conoce un poco el alma humana se da cuenta de esto. Existe un testimonio escrito de un psicólogo que ha tratado técnicamente a algunos seguidores laicos expulsados del grupo, y que llega a decir que el P.K. es un hombre profundamente enfermo y que lo descalifica para el trato con jóvenes".

También explica que Karadima les decía a sus seguidores que no debían temer por nada, porque "el cardenal está con nosotros". Esto, con el fin de disminuir la influencia de los formadores del Seminario.

De Castro describe así la personalidad del exsacerdote.

"De este defecto me puso en guardia el antiguo rector, quien me dijo literalmente (lo tengo escrito) 'no hables nunca con Fernando, porque es mentiroso, y te vas a meter en un enredo de nunca terminar. Es capaz no solo de mentir, sino que de hacer mentir'. Frecuentemente habla mal delante de los demás de las personas que no están con él, y puede acusar de cualquier cosa. El padre Fernando Montes ha sido testigo de esto con el caso reciente en el Seminario, y tuvo que pararlo con brusquedad".

Anteponiéndose a la reacción de Karadima al saber de la existencia de este texto, el rector del Seminario escribió en su documento: "Ante este informe, piensan que negará todo absolutamente, como infamia y falsedad".

El rol de Barros

Juan de Castro también relata las críticas que recibió el entonces secretario personal del cardenal Fresno, el ahora renunciado obispo de Osorno, Juan Barros. Al respecto, apunta a que durante ese período tuvo una fuerte influencia en la agenda y el comportamiento de Fresno.

"Se dice que el P. Juan ha aislado al sr. cardenal de las situaciones difíciles y de algunos sectores del clero. Algún sacerdote ha llegado a decir que el cardenal está claramente aislado siguiendo instrucciones de El Bosque y que su círculo social está restringido a la clase aristocrática y pudiente, por la preferencia que les da su secretario. Impresiona ver cómo este sacerdote controla absolutamente todo y el cardenal se deja hacer", indica, junto con manifestar que también recibía a alumnos de El Bosque en su casa.

"El señor cardenal los sacaría a pasear o iría con ellos de cortas vacaciones (...) no sé por qué sucede esto que le hace daño al cardenal, salvo por la influencia del P. Juan Barros, o una equivocación del señor cardenal de pensar que El Bosque es la parroquia que más vocaciones envía al Seminario. Hay otros tres o cuatro lugares y sacerdotes que han enviado tanto o más seminaristas que El Bosque en los últimos cinco o diez años".

Conclusiones

Finalmente, De Castro califica todo este grupo de situaciones como "muy graves" y que "hay un sacerdote que no es leal con las disposiciones del código respecto del trato de seminaristas. Me parece clara la deslealtad con la Iglesia y el obispo, en cuanto se atribuye autoridad equivalente a la de un superior de congregación o rector de un seminario, llegando a extremos de mal criterio, e incluso de violación de conciencias".

Además sostiene que se está gestando una congregación o instituto, "cuyo superior innegable y único es el citado padre (...) creándose un 'clero dentro de otro clero'".

El sacerdote, al mismo tiempo, proyecta que los seguidores de Karadima llegarán a cargos de importancia eclesial, lo que finalmente ocurrió: varios de ellos ocuparon cargos de obispos y debieron renunciar tras la decisión del Papa Francisco.

"Es muy probable, dadas las condiciones humanas y pastorales de los nuevos sacerdotes de El Bosque, que ocuparán en el futuro cargos de relevancia en la Iglesia, y puede ser que exista también un obispo (el P. Karadima) dentro de otro obispo", señala.

Finalmente, recomienda colocar estos antecedentes en manos del nuncio de la época y que las medidas que se tomen tengan repercusiones.

Cardenal Errázuriz: "Leí ese informe"

En su declaración del 30 de septiembre de 2015, ante el ministro José Manuel Muñoz, el exarzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, fue consultado, entre otras cosas, sobre "si conoció el informe de Juan de Castro en los años 90, con relación a la forma de actuar de Karadima con sus discípulos".

El cardenal respondió: "Leí ese informe, no lo recuerdo en detalle, pero sí recuerdo que tanto el padre Benjamín Pereira, primer rector del nuevo seminario, como el padre Juan de Castro tuvieron dificultades en lograr que los formadores del seminario fueran los verdaderos formadores de aquellos seminaristas que provenían de la parroquia de El Bosque y que no continuara la influencia formadora de Karadima. Consideraban que constituía un grupo aparte del resto de los seminaristas y que el padre Karadima intervenía en darles consejos, aun contrarios a la comunión en el seminario. Hice lo posible para que esto no ocurriera, cuando llegué a ser arzobispo de Santiago el año 1998".

Del mismo modo, se le preguntó si el informe de Juan de Castro afectó la opinión que tenía de Karadima. "Sí, la afectó, porque agregó nuevos datos al problema", dijo.

"(Karadima) dice expresamente lo que deben decir y no decir en el Seminario. Por ejemplo, no deben confesar, sino en general, las materias que se refieran a la vida afectiva y sexual".

"Es capaz no solo de mentir, sino que de hacer mentir. Frecuentemente habla mal delante de los demás de las personas que no están con él, y puede acusar de cualquier cosa. El padre Fernando Montes ha sido testigo de esto con el caso reciente en el Seminario, y tuvo que pararlo con brusquedad".

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