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El escritor habla de su nuevo libro:

La novela cubana sin ficción de Ezio Neyra

viernes, 16 de noviembre de 2018

Pedro Pablo Guerrero
Cultura
El Mercurio

En "Pasajero en La Habana", el narrador peruano evoca las temporadas que pasó en esta y otras islas del mundo.



La prolija descripción de un encendedor Windmill de 1952, con forma de globo terráqueo, comprado por el narrador en Brooklyn, marca el inicio de "Pasajero en La Habana" (Emecé), el libro más reciente de Ezio Neyra (Lima, 1980), quien este año dejó su cargo al frente de la Dirección del Libro y la Lectura de Perú para venirse a vivir a Chile como profesor de literatura.

Cuba aparece en el globo terráqueo cortada en varias partes, invadida por el mar plateado, apenas reconocible, más parecida a un archipiélago que a una isla. "Esa imagen fue el origen de 'Pasajero en La Habana', y a partir de ahí surgen en el libro otras islas y trabajo diferentes niveles de aislamiento", dice Neyra en alusión a temporadas anteriores que pasó en Rodas, Mallorca y Long Island.

"Pasajero en La Habana" nació de su propia experiencia viviendo en la capital cubana entre 2012 y 2014. Como su libro anterior, "Tsunami" (2012), un viaje es el punto de partida del relato. "Los viajes y el mar suelen estar presentes en mis libros, de la misma manera que han estado siempre presentes en mi vida", afirma Neyra. "Desde mi infancia y, en general, en las ciudades donde he vivido, el mar ha estado siempre cerca. Lo mismo ocurre con los viajes".

Autores cubanos como Alejo Carpentier, Antonio José Ponte, Reinaldo Arenas y Pedro Juan Gutiérrez aparecen citados en el libro. Dice Neyra que le ayudaron a abrir las puertas de Cuba. "Estos autores, además de poetas, como Reina María Rodríguez o Juan Carlos Flores, fueron lecturas que hice, antes de viajar por primera vez, en un curso de literatura y cultura cubana que llevé. De manera que antes de ir por primera vez, Cuba era una serie de ideas, era representaciones de representaciones. Cuba es un archivo enorme. Hay mucha frase hecha sobre la isla".

-¿Fue objeto o testigo de situaciones de seguimiento a amigos como las que relata?

"Ni fui objeto ni testigo, pero sí oyente de varias historias impresionantes, que me contaban personas que tenían mucho acceso a la información. Algunas están recogidas en mi libro. Encuentro que los límites entre lo público y lo privado son mucho más laxos que en otros lados. En esto hay, evidentemente, un factor cultural, que se explica por un espíritu más gregario, pero además porque justamente debilitar esos límites hace que sea posible obtener más información de las personas. Recuerda que en cada manzana existe un Comité de Defensa de la Revolución, que tiene, por un lado, un gran impacto en la seguridad ciudadana, pero, por el otro, son los ojos que el gobierno tiene desplegados a lo largo del país".

-A medio camino de la novela y la crónica, ¿buscó conscientemente la hibridez genérica de su libro o llegó de manera espontánea?

"Llegué de manera espontánea. Sabía, eso sí, que no se trataría de una novela, pero no estaba seguro de lo que acabaría siendo o de qué género terminaría teniendo más. Ahora, ya publicado y siendo leído, pienso que es un libro de no ficción, que incluye crónica, memoria, ensayo, pero, por supuesto -y supongo que se debe a que, en el fondo, lo que más escribo es novela-, también algo de ficción. Un crítico peruano se refirió al libro como a una novela de no ficción. Me gusta esa idea".

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