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El juez chileno arbitró el duelo de ida de la Copa Libertadores en La Bombonera:

Roberto Tobar revela lo que vivió tras bambalinas en la final entre Boca y River

martes, 13 de noviembre de 2018

Washington Guerra
Deportes
El Mercurio

El réferi estuvo cuatro días enclaustrado en el hotel de concentración, ya que la Conmebol le prohibió tomar contacto con personas ajenas a su labor. "Fue para evitar suspicacias", cuenta. En la cancha apenas podía hablar con los jugadores, porque el ruido del estadio era ensordecedor.



"Estuve bajo un régimen de concentración absoluta desde el jueves hasta el domingo". Así resume el árbitro Roberto Tobar su estadía en Buenos Aires, donde anteayer dirigió la final de ida de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate en La Bombonera.

Aislado

"Llegamos el jueves al hotel en que alojamos en Argentina. Nos ubicaron en un piso donde ninguna persona externa podía subir, ni siquiera los periodistas. Además del cuerpo referil, solo podíamos tener contacto con el comité arbitral de la Conmebol", cuenta el chileno.

Y añade: "En el hotel desayunábamos, almorzábamos, tomábamos once y luego cenábamos. Además, estábamos con guardias de seguridad las 24 horas. Esos días los vivimos en una burbuja, no podíamos tener contacto con nadie ni salir al exterior, para evitar suspicacias. En el gimnasio del hotel hacíamos nuestro trabajo físico, que eran más bien ejercicios de mantención en las trotadoras".

Terno no, buzo sí

El sábado, el diluvio que cayó en Buenos Aires obligó a suspender el duelo para el día siguiente. Entonces, ese día, antes de partir a La Bombonera, el cuerpo arbitral iba a ponerse el traje marca Trial que les entregaron para la ocasión. "Pero finalmente decidimos ir con buzo, porque con la lluvia que cayó ese día, el traje podía quedar mojado por completo. Fue una buena decisión ir el sábado de sport , je", comenta Tobar, quien además cuenta que esa noche debió monitorear los trabajos adicionales que los cancheros le hicieron al césped de La Bombonera, para que el terreno de juego estuviera apto para el día siguiente: "Los cancheros se quedaron trabajando hasta tarde ese día para arreglar el césped", añade.

El balón, a la Teletón

Tobar dice que tras la final de ida se quedó con las camisetas que usó para ese partido y con las tarjetas con las que amonestó a los jugadores. "Generalmente no lo hago, pero para un partido de esta magnitud debía guardar esas cosas que irán a mi 'museo' personal que estoy formando en mi casa con los hitos importantes de mi carrera", cuenta el juez. Además, se quedó con un balón que se usó el domingo y que tiene los escudos de ambos equipos y la fecha de la final: "El balón lo donaré a la Teletón para que sea subastado (N. de la R.: la cruzada solidaria comienza el 30 de noviembre), así que se lo enviáremos a Mario Kreutzberger", acota.

"No se escuchaba"

La elogiada labor de Tobar no estuvo exenta de problemas, aunque menores. "En varios momentos del partido trataba de hablarles a los jugadores y, a dos metros, no me escuchaban. Es que cuando todo ese estadio comienza a gritar, el ambiente es brutal, ensordecedor", cuenta el juez sobre la caldera en que se transformó el recinto xeneize en la primera final copera.

"En el hotel desayunábamos, almorzábamos, tomábamos once y luego cenábamos. Además, estábamos con guardias de seguridad las 24 horas".

"El balón lo donaré a la Teletón para que sea subastado, así que se lo enviáremos a Mario Kreutzberger".

"En varios momentos del partido trataba de hablarles a los jugadores y a dos metros no me escuchaban. Es que cuando todo ese estadio comienza a gritar, el ambiente es brutal".
ROBERTO TOBAR

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