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Alice Black, directora del Museo de Diseño de Londres:

De experta en finanzas a curadora

martes, 13 de noviembre de 2018


Moda
El Mercurio

Luego de hacerse conocida por organizar la exposición póstuma del diseñador francotunecino Azzedine Alaïa, Alice Black se vio envuelta en una polémica: el museo presentaba una muestra sobre gráfica y activismo político, mientras que en otra sala, una empresa armamentista realizaba un cóctel. A pocos días de visitar Chile, repasa lo que significa ser una mujer con formación en finanzas, y no en arte, a cargo del Mejor Museo Europeo 2018.



Su muerte la pilló de sorpresa. Era noviembre de 2017 y Alice Black, codirectora del Museo de Diseño de Londres, llevaba seis meses trabajando en una gran exposición retrospectiva con Azzedine Alaïa cuando vino la caída y, luego, la semana en coma, y finalmente, la inesperada partida del diseñador francotunecino, a los 77 años. Black quedó no solo destrozada y en estado de shock , sino, además, con una gran interrogante: seguir adelante con la muestra "Azzedine Alaïa: The Couturier" o abortar la misión.

La duda era plausible y el tema, delicadísimo. Porque si algo caracterizaba a Alaïa era su afán por hacer las cosas a su modo: le gustaba trabajar al margen del calendario oficial de la moda parisina y nunca se dejaba llevar por las ideas entusiastas de sus asesores. De hecho, aceptó que se realizara esta exposición siempre que él pudiera tomar todas las decisiones importantes con respecto a la puesta en escena. Alaïa se metía en todo, imponía las reglas del juego, y ahora no estaría ahí para eso. Por lo mismo, ser fiel a su memoria era un desafío no menor. Aunque el equipo de producción ya tenía un concepto claro para la muestra y sabía exactamente qué hacer, todos ahí sentían que sin él podrían cometer un movimiento en falso.

-Había estado con él apenas tres semanas antes -cuenta Alice, al teléfono, desde su oficina en el museo, días antes de visitar Santiago para dar una conferencia organizada por The British Council y la Escuela de Diseño de la UC. -Ya se acercaba a los 80, pero Alaïa, quien probablemente fue el último couturier en la línea de Balenciaga o Givenchy, estaba siempre lleno de energía. Sus diseños eran atemporales; no sabías si los había hecho 10, 20 o 30 años antes y esto es muy inspirador. Se fue demasiado pronto. Su equipo estaba devastado; perfectamente podrían haber dicho que no querían seguir adelante. Pero fue al revés: ellos sentían que se lo debían.

La muestra, que abrió sus puertas en mayo de 2018 y se pudo ver hasta comienzos de octubre, es una de las más visitadas desde junio de 2016, cuando el museo dejó definitivamente su antiguo edificio ubicado al sureste de Londres, cerca de Tower Bridge, para trasladarse a la bastante más central calle Kensington. Esta exposición consignó la mirada que Alice -quien está en el cargo desde diciembre de 2016- ha querido imprimirle a este espacio cultural, escogido como Mejor Museo Europeo 2018. Una mirada que busca alejar al diseño de los expertos y acercarlo a los ciudadanos de a pie, y también a aquellos que creen que la moda, la arquitectura y el diseño de objetos son artes menores, no arte con mayúscula. Es lo que buscan los visitantes de la muestra Beazley Design of the Year, que puede verse hasta el 6 de enero y rescata 87 proyectos internacionales de diseño digital, gráfico o de productos, además de propuestas de arquitectura y moda.

-Lo que me gusta del diseño es cómo intenta dar respuestas prácticas a grandes preguntas -explica. -Por ejemplo, ante la necesidad de cuidar el medio ambiente, los diseñadores se abocan a pensar en cómo crear nuevas fibras naturales y trabajar con telas sintéticas, que no impliquen matar animales. O buscan reemplazos para los jeans , una de las prendas más populares, pero también de las más contaminantes.

Este año, en julio, las ideas de Alice en torno a la necesidad -y la forma- de generar ingresos para un museo estuvieron en el ojo de la opinión pública. No lo pasó nada de bien. Pero dice, con no poco aplomo, que salió fortalecida de la experiencia. Que no se arrepiente de nada y que de todo en la vida se aprende algo.

Esto fue lo que ocurrió: el museo llevaba algún tiempo presentando la exposición Hope to Nope: Graphics and Politics 2008-2018, muestra que buscaba ahondar en cómo la gráfica se ha puesto al servicio del activismo político, cuando se arrendó una sala al interior del edificio para el cóctel de una empresa. No habría pasado nada, de no ser por el perfil de la compañía en cuestión: se trataba de Leonardo, grupo industrial italiano vinculado con la industria aeronáutica y la defensa. Como era de esperar, el asunto molestó a algunos de los artistas, quienes consideraban que era incompatible llevar una muestra sobre activismo político y, al mismo tiempo, celebrar un cóctel con una empresa armamentista.

A raíz de esto, aproximadamente, un tercio de los artistas retiró sus obras del museo, además de manifestarse públicamente en la calle, frente al edificio Las fotos dieron la vuelta al mundo. "Un museo presentó una muestra sobre arte de protesta. Luego, los artistas protestaron al museo", tituló entonces The New York Times. En los muros vacíos, el museo instaló letreros que decían: "Esta obra fue retirada a pedido del prestador, quien ha rechazado la realización de un evento privado efectuado por una compañía de defensa y aeronáutica dentro del Design Museum". La ironía era evidente. Sin quererlo, el museo hizo que estos letreros fueran también una muestra de la relación entre gráfica y activismo.

-Pasé mucho tiempo hablando con los artistas sobre lo sucedido. Luego de que cerca del 30 por ciento de ellos decidiera retirar su obra, optamos por no cobrar durante la semana que faltaba de exposición: no era justo pagar una entrada para ver una historia incompleta -recuerda Alice.

Para ella, el problema fue simplemente un mal timing ; una mala sincronía cuyo impacto no fue medido ni previsto. A su juicio, ninguna actividad que el museo desarrolle para generar fondos puede poner en peligro su independencia curatorial.

-Entiendo y respeto el punto de vista de los artistas que retiraron su obra -acota. -Pero no es misión del museo ser activista o manifestarse en contra, por ejemplo, de las intervenciones militares. No es nuestro rol hacer campañas de ningún tipo; el tema de la exposición era el activismo en el diseño gráfico, no apoyar una causa u otra. Por eso la muestra tenía, por ejemplo, gráfica a favor y en contra del Brexit. Estaba el póster "Hope", de Obama, pero también el gorro de béisbol de la campaña de Trump que decía: "Make America Great Again".

La mujer habla aceleradamente al otro lado del teléfono, con el entusiasmo por la funcionalidad estética que podría esperarse de un diseñador industrial, gráfico o de indumentaria, de un curador o de un académico de una escuela relacionada con las industrias creativas. Pero Alice Black no es ninguna de estas tres cosas. De hecho, se formó en administración de negocios y finanzas en París, su ciudad natal, y sus primeros años de experiencia laboral giraron en torno a la banca en Nueva York. Estaba en una urbe que alberga a algunos de los museos más importantes del mundo, pero lo suyo era Wall Street.

-En esa etapa de mi vida sentía que lo único que realmente quería hacer era vivir en esa ciudad, como fuera. Estaba encandilada con ella -confiesa.

Pero, ya entonces y en secreto, incluso tal vez ante ella misma, Alice amasaba la idea de trabajar en una institución cultural y aportar ahí sus conocimientos sobre cómo generar y administrar fondos. Ayudar, en suma, a que los proyectos culturales logren formarse, crecer y subsistir aun en escenarios adversos. Este perfil técnico, pero con intereses culturales, no era fácil de encontrar en el mercado cuando regresó a Londres, luego de cuatro intensos años en Nueva York, por lo que rápidamente se fue haciendo un espacio en el mundo de los museos. Fue jefa de estrategia y planificación en el Museo Imperial de la Guerra, el museo militar británico, y luego curadora del Museo Churchill. Al afamado Museo del Diseño de Londres llegó en 2007, como subdirectora y con un profundo conocimiento sobre las cuestiones operativas y estratégicas propias de este tipo de instituciones.

El amor de Alice por los espacios de exhibición es de larga data: sus padres -un alto ejecutivo del área de la tecnología y una abogada- se lo inculcaron desde que era una niña pequeña en París y visitar el Louvre era un paseo familiar apetecido.

-Más tarde, ya de adulta, volví a ir con mis hijos al Louvre, y en el segundo en que vi nuevamente a la Victoria de Samotracia (escultura alada de 2,75 metros de altura, ícono de la Grecia Clásica, que está en un descanso de una escalera del museo) sentí que el tiempo colapsaba ante mí, como si estuviera visitando a un viejo amigo. Era algo tan familiar, pero a la vez tan sorprendente, que simplemente me quedé ahí admirando su belleza. Eso es lo que hace revisitar una obra de arte de esa magnitud: te lleva de vuelta a la persona que alguna vez fuiste.

Se queda en silencio algunos segundos y agrega:

-Cuando eres niña, te gustan las historias y eso es lo que cuentan los museos y las galerías: historias, a través de los objetos. En el caso de un museo de diseño, además te hablan de soluciones a problemas. Pero a medida que creces, te empiezas a preguntar qué te dicen esos objetos del ser humano.

Y vaya que dicen harto.

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