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Problema

lunes, 12 de noviembre de 2018

Adolfo Ibáñez
Editorial
El Mercurio

El populismo nacionalista yerra cuando las emprende contra la globalización.



El problema de hoy no radica en el populismo nacionalista. Este es solo una reacción al desgobierno que ha prevalecido desde hace ya largo tiempo en diversos países, y que se ha debido al monopolio de sus oligarquías que de una u otra manera convencieron a los electores de votar por ellas, pero que no entregaron soluciones porque se centraron en sus intereses de poder y en los beneficios que obtenían.

El manejo de la crisis financiera de 2008 en los Estados Unidos y la política de estímulo monetario mantenida durante años es el caso más escandaloso: sustentaron a empresas poderosas haciendo pagar a las personas que carecían de toda capacidad para hacerse oír, desvalorizando sus ahorros mientras los más poderosos usufructuaron del dinero barato para la especulación.

El populismo nacionalista yerra cuando las emprende contra la globalización. Si coincidimos en que el comercio internacional es la gran fuente del desarrollo económico, lo lógico es que se desarrolle un globalismo generalizado. Y si entremedio aparece China, no nos podemos quejar porque nos inundó de productos baratos debido a su población empobrecida por la revolución; solo hizo uso de su gran ventaja comparativa.

La solución no radica en el nacionalismo, aunque, sin duda, hay que comenzar por casa: últimamente han sido las oligarquías financieras y empresariales de Estados Unidos; pero antes lo fueron sus fuertísimas oligarquías sindicales que impidieron un ajuste paulatino que habría aminorado el impacto chino.

La suma de todo esto generó el socialismo capitalista, que también en Chile se desarrolló con fuerza en las últimas décadas. Regulaciones excesivas embotellaron y disuadieron a muchos, generando una increíble concentración en empresas grandes que se equiparaban y beneficiaban con el creciente poder del Estado.

Hoy día hay que redefinir y reordenar el Estado y el marco legal, abriendo posibilidades a las personas y su creatividad, no solo en lo económico, sino en todos los campos en que puedan aportar. Es una tarea de largo plazo que requiere claridad de metas y de medios, además de flexibilidad frente a las dificultades. El papel que corresponde a la educación es fundamental. No solo enseñar cosas y desarrollar aptitudes para la vida laboral, sino hacer que de cada niño y joven brote una personalidad fuerte y capaz de aportar a la sociedad esa cualidad humana de encuentro, de diálogo, de suma de esfuerzo, de comprensión, de empuje, que solo las personas pueden generar.

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