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Tras las elecciones de mitad de período, con la Cámara en contra, pero fortalecido en el Senado:

Donald Trump empieza la segunda mitad de su mandato ya en carrera por la reelección

domingo, 11 de noviembre de 2018

Alberto Millán
Internacional
El Mercurio

Los demócratas tendrán más posibilidades de obstruir e investigar al Presidente, que ya mira la campaña de 2020. El republicano podrá buscar acuerdos con la oposición o intentar saltarse el Congreso con nombramientos u órdenes ejecutivas.



Luego de dos años marcados por sus medidas proteccionistas, antiinmigración y por la fuerte polarización política en Estados Unidos, el Presidente Donald Trump inicia la segunda mitad de su mandato más fortalecido en el Senado, pero con un nuevo contrapeso en la Cámara Baja, que lo llevará a buscar acuerdos o a tener que saltarse al Congreso, en su camino a la reelección en 2020.

Los resultados de las elecciones de mitad de mandato, calificadas como "un tremendo éxito" por el republicano -pese a que los demócratas le arrebataron a su partido el control de la Cámara de Representantes-, arrojaron un nuevo equilibrio de poder que le dará a la oposición desde enero mayores capacidades de fiscalización y de obstrucción. Los comicios también reafirmaron el poder electoral de cada partido: mientras los demócratas representan a la mayoría de la población (reflejada en la Cámara Baja) y tienen su base de apoyo en mujeres, jóvenes y minorías, los republicanos dominan la mayoría de los estados (cada uno con dos escaños en el Senado) y tienen como soporte principalmente a hombres blancos y rurales.

En este escenario, Trump, que por ahora no ha dado señales de cambiar su controvertido estilo, tendrá nuevos desafíos para -en sus palabras- "seguir cumpliendo con el pueblo estadounidense", y llegar seguro a la próxima presidencial.

Acuerdos necesarios

Trump ha atacado constantemente a los demócratas en Twitter. Pero ahora que perdió la Cámara -sobre todo por derrotas de incumbentes oficialistas en zonas suburbanas- necesitará a los opositores para aprobar iniciativas. Ya ha dicho que las elecciones abrieron una "bella situación bipartidista" e incluso llamó a la líder opositora en la Cámara Baja y probable presidenta de esa instancia, Nancy Pelosi, para felicitarla.

Hay prioridades del gobierno con las que los demócratas coinciden como la inversión masiva en infraestructuras y la rebaja de precios de medicamentos. Sin embargo, el grueso de la agenda del Presidente son precisamente los temas que polarizan al país, como son las políticas antiinmigración y el intento de derribar la reforma sanitaria del expresidente Barack Obama.

Antes de que asuma el nuevo Congreso, una de las prioridades de la bancada republicana será la aprobación al financiamiento del muro en la frontera con México, una de las principales promesas de campaña.

Órdenes

y nombramientos

Si el Presidente no tiene suerte o se niega a los acuerdos, tiene dos vías para intentar gobernar saltándose a la Cámara Baja.

La primera es a través de las designaciones: mantener la mayoría en el Senado -liderada por el efectivo Mitch McConnell- le permitirá seguir nombrando jueces conservadores en las cortes federales, que apliquen sus políticas antiinmigración, y también a autoridades de agencias sin necesidad de buscar perfiles moderados.

Otra alternativa para gobernar es a través de ordenes ejecutivas, como lo hizo muchas veces Obama después de 2010 cuando los republicanos con su mayoría empezaron a obstruirlo. Trump esta semana, por ejemplo, firmó una medida para negarles las peticiones de asilo a inmigrantes que crucen ilegalmente la frontera.

"Trump puede continuar moviendo a los tribunales en una dirección conservadora. Y puede usar agencias reguladoras para aflojar las regulaciones ambientales y otras políticas (...) utilizará el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas y otras agencias para hacer la vida más difícil para los inmigrantes", comentó a "El Mercurio" Eric Schickler, politólogo de la Universidad de Berkeley.

Investigaciones

opositoras

Con la mayoría en la Cámara, los demócratas tendrán el control de todos los Comités, lo que les permitirá citar a autoridades, e iniciar las investigaciones. Una prioridad será obligar a Trump a difundir sus declaraciones fiscales y exponer eventuales conflictos de interés de su gabinete.

Otro foco será profundizar las indagatorias respecto de la trama sobre la injerencia de Rusia en las presidenciales de 2016. Esa prioridad tiene relevancia para la oposición, considerando que esa investigación estará en peligro cuando el Presidente nombre a un nuevo fiscal general (el anterior, Jeff Sessions, que renunció esta semana, se abstuvo de supervisar el caso porque estaba implicado). El nuevo secretario de Justicia podría finalizar la pesquisa que hoy lidera el exdirector del FBI Robert Mueller y que podría revelar una coordinación entre la campaña de Trump y Moscú.

Un eventual juicio político contra el mandatario respecto de la trama rusa, por ahora, ha sido descartado por Pelosi, y no tendría éxito si los republicanos son fieles: debe aprobarse con mayoría simple en la Cámara, y luego por dos tercios del Senado.

El gran desafío:

la economía

Con una tasa de desempleo de 3,7% (la más baja desde 1969) y con un crecimiento estimado para este año de sobre 3%, el Presidente cierra la primera mitad de su período con buenas cifras macroeconómicas, refutando por ahora los miedos frente a sus políticas proteccionistas.

Trump atribuye la buena situación a medidas como su rebaja significativa de impuestos, mientras que sus críticos alertan que ha habido un aumento del déficit fiscal, por lo que ante una eventual recesión -ya alertada por medios como The Economist-, EE.UU. podría ser vulnerable. Eso es algo que por ahora no está en el centro del debate.

Consenso sobre China

En política exterior, los demócratas demandarán un endurecimiento de la posición de EE.UU. contra Arabia Saudita, Rusia y Norcorea, con la que Trump ha logrado un significativo deshielo diplomático. Asimismo, la gran mayoría rechazará la retirada del pacto nuclear con Irán.

Sin embargo, los dos partidos coinciden en medidas duras para contener el creciente poder de China. Hasta ahora, la principal represalia de parte de Washington ha sido la guerra arancelaria impulsada por el Presidente.

Carrera presidencial

Trump ya ha dicho que pretende ir a la reelección. Incluso esta semana confirmó a su actual vicepresidente, Mike Pence, como compañero de fórmula para la campaña de 2020, y con el objetivo de reelegirse, ya ha recaudado más de US$ 100 millones.

Esas acciones pueden parecer adelantadas, pero tal como pasó en la elección pasada, "la carrera de 2020 comenzará poco después de las elecciones de mitad de mandato", dice Schickler de Berkeley. "Es difícil decir si surgirá un desafío contra Trump entre los republicanos, porque Trump sigue siendo popular en la base del partido", añadió.

En los demócratas aún no hay tanta claridad respecto de una campaña que marcará los dos años que siguen. Varios nombres han surgido como posibles presidenciales: las senadoras Kirsten Gillibrand (Nueva York), Elizabeth Warren (Massachusetts) y Kamala Harris (California), el senador Cory Booker (Nueva Jersey) y el exvicepresidente Joe Biden; pese a que ninguno jugó un rol muy importante en la elección legislativa. Uno que sí fue protagonista, pero perdió, es Beto O'Rourke, que estuvo a punto de desplazar al senador Ted Cruz en Texas, una hazaña en un bastión conservador, por lo que también suena como presidenciable.

Sea quien sea el candidato, los demócratas tendrán que salir a buscar no solo a la mayoría de la población, sino que también a los estados clave donde Trump es hegemónico. Un mal antecedente es lo que pasó en Florida, donde las dos tendencias del partido fracasaron a menos que el recuento diga otra cosa. Tanto el senador centrista Bill Nelson como el aspirante a gobernador izquierdista Andrew Gillum perdieron.

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