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Pese a las dificultades, cubren temas como corrupción, lavado de dinero y guerras:

El alto precio que paga el periodismo independiente en la Rusia de Putin

domingo, 11 de noviembre de 2018

Sofía Hidalgo Ulianova
Internacional
El Mercurio

Pocos medios se atreven a reportear sobre los temas que incomodan al Kremlin. Pero existen. Uno de ellos es el periódico Novaya Gazeta, que en 25 años ha sufrido el asesinato de seis de sus periodistas.



A grandes rasgos, Rusia es un país en el que se puede encontrar una gran variedad de medios de comunicación: nacionales y regionales; diarios y semanales; políticos, deportivos, infantiles o culturales. Sin embargo, no se expresan muchos puntos de vista diferentes. En los noventa, con el fin de la Unión Soviética, se esperaba una apertura a la cobertura crítica e independiente, pero con la llegada de Vladimir Putin al poder en los 2000, este acceso se ha limitado y solo un puñado de medios ha desafiado al Kremlin investigando aquellos temas que le incomodan al gobierno.

En la época de la perestroika, a fines del 80, una de las principales reformas fue la glásnost ("apertura" o "transparencia"). Para muchos rusos, el primer y más obvio resultado de esta era la derogación de la censura y el establecimiento de la libertad de prensa. Fue así que en 1990 se promulgó la primera ley de prensa y otros medios, basada en gran medida en las normas europeas. Pero esas disposiciones para proteger la libertad y el derecho de expresión y de crear medios han sido repetidamente mermadas.

Desde ese entonces, expertos han contado más de 25 enmiendas, recomendaciones especiales y otras iniciativas legales relacionadas con las actividades de los medios, todas demandando nuevas limitaciones para los periodistas y los medios independientes. Y en 2017 una serie de severas restricciones se implementaron para controlar el financiamiento y la participación de extranjeros en los medios.

Si bien esos mismos sueños de la perestroika han motivado a periodistas a crear nuevos medios impresos, digitales, de televisión o radio, a medida que toman fuerza han tenido que disminuir su tamaño, o por miedo al cierre se han visto obligados a autocensurarse o despedir periodistas. Aquí, las historias de algunos de los medios rusos que intentan resistir estas presiones.

Novaya Gazeta

Lunes, miércoles y viernes se imprimen 500.000 copias de Novaya Gazeta, el periódico de oposición más grande de Rusia. Ya cumplió 25 años y ha batido dos récords: el más galardonado con el prestigioso Premio Pulitzer y el mayor número de periodistas asesinados en Rusia.

La relación no es coincidencia. Los premios Pulitzer obtenidos se deben a las investigaciones sobre los "Panama Papers" y "La verdad sobre el Gulag", uno de los pocos proyectos en la prensa rusa que continúan investigando la historia de la represión en la URSS. Todas las publicaciones del periódico van en la línea de contar la verdad sobre el presente y el pasado, sin censura o miedo.

Seis periodistas del periódico han muerto en extrañas situaciones mientras reporteaban e investigaban casos de lavado de dinero dentro de la élite rusa, corrupción, bandas criminales y la guerra de Chechenia, como fue el caso de Anna Politkovskaya.

Doce años después de su misteriosa muerte, el escritorio de Politkovskaya no ha sido ocupado por nadie. Este sigue igual que el último día que lo dejó, como un recordatorio del peligro del trabajo.

En la sala de redacción, la mayoría de los periodistas, que rondan los 25 años, son los hijos de la perestroika. Entre ellos figura Pavel Kanygin, quien fue el enviado especial para cubrir lo que él llama la "invasión" militar rusa en Ucrania, donde fue detenido y agredido arbitrariamente dos veces.

"Lo que yo trato de hacer es abrirles los ojos a la gente y mostrarles que nuestro país no va en la dirección correcta. Nos ofrecen vivir entre guerras y dictaduras, y eso es lo que mostramos", relató Kanygin a "El Mercurio" en referencia a su rol como periodista de investigación.

Dozhd TV

Reporteros Sin Fronteras describe que el estado general de los medios está dominado por canales de TV controlados por el Kremlin, que "bombean propaganda que alimenta un clima de odio y paranoia hacia la sociedad civil y arrastra los estándares periodísticos".

En ese contexto, en 2010 TV Dozhd fue lanzado como el único canal de televisión que presentaba una visión no gubernamental de la política y de la vida pública, a manos de Natalia Sindeyeva. Fue uno de los pocos canales en cubrir temas como la corrupción, las protestas prodemocracia de Moscú en 2012 y la guerra en Ucrania. El canal tenía aproximadamente 12 millones de espectadores al mes.

En una columna en el periódico online The Moscow Times, Sindeyeva relató las dificultades que tienen para presentar los distintos puntos de vista sobre cualquier tema. "El Kremlin institucionalizó una prohibición para que fuentes oficiales no den entrevistas en nuestros programas. No podemos dar el punto de vista opositor porque nadie nos lo va a dar", dijo.

En 2014 al canal le quitaron los derechos de transmisión en dos de las mayores compañías de televisión satelital. La excusa: había publicado una encuesta "ofensiva" sobre el bloqueo de Leningrado (San Petersburgo) durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Sindeyeva cree que su canal estaba siendo castigado por investigar las lujosas dachas, o casas de veraneo, de los altos mandos.

Al canal también le cancelaron el contrato de arriendo de sus estudios de grabación que tenía hasta 2016 y tuvo que funcionar desde un departamento privado. Además debió cambiar su modelo de negocios, pasando a la transmisión online para suscriptores de pago.

Radio Echo Moskvy

Una de las principales medidas de censura que practica la administración de Putin es mediante la presión a los dueños de los medios, forzando a las directivas a cambiar a los editores o la línea editorial, así como vender sus compañías a empresarios cercanos al Kremlin. En Rusia esto se conoce como razgrom , algo así como "derrota" o "destrucción violenta".

Echo Moskvy (Eco de Moscú) fue la primera radio comercial en la URSS. Se ha ganado la reputación de un medio de comunicación liberal que transmite a todas las fuerzas políticas: desde las progobierno hasta las representantes de la oposición no sistémica. Aun así fue presionada para desvincular a su editor Alexei Venediktov y reemplazarlo por alguien más afín al Kremlin.

Venediktov, quien trabaja en la radio desde su primera emisión el 22 de agosto de 1990 y llegó a ocupar la silla del editor en 1998, no la cedió. Pero periodistas de su equipo han sido desvinculados tras comentarios que hicieron enojar a personalidades del Kremlin, mientras que otros, como Ksenia Larina, tuvieron que dejar el país por temor a su seguridad tras recibir amenazas y ataques.

Actualmente, los tres mayores canales de TV rusos son controlados por el Estado o son subsidiarios de la petrolera Gazprom.

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