Viñas chilenas ayudan a preservar 256 mil hectáreas de bosque mediterráneo
sábado, 10 de noviembre de 2018
MAURICIO SILVA
Nacional
El Mercurio
Diversas prácticas ambientales aseguran su supervivencia en la zona central, que es amenazada por el cambio climático.
Al menos 26 mil hectáreas de bosque y matorrales mediterráneos ubicados junto a cultivos de uvas destinadas a la producción de vino están siendo objeto de prácticas ambientales que aseguran su supervivencia en la zona central de Chile. Ello, en un escenario mundial en el que este tipo de ecosistemas es amenazado por la expansión humana y el cambio climático. Así lo evalúa la doctora en Ciencias con mención en Ecología y Evolución, Olga Barbosa, quien lidera el programa "Vino, Cambio Climático y Biodiversidad", iniciativa científica que en una década ha logrado alianzas con 20 exportadoras vinícolas, con campos entre los valles de Choapa y del Biobío, en orden a conciliar esa actividad productiva con la ecología. Estas cercan el bosque y matorral nativo ubicado junto a sus parrones, establecen corredores ecológicos entre sus cultivos y la vegetación silvestre, plantan árboles nativos, retiran especies exóticas invasoras e instalan miradores y comederos para aves rapaces chilenas. Esta superficie supera a la del bosque mediterráneo incorporado al sistema nacional de áreas silvestres protegidas, que cubre apenas el 1,7% de las 257 mil hectáreas de este ecosistema. "También hay acciones preservacionistas privadas en zonas competidoras con Chile, como California y Sudáfrica. Debemos ser firmes e inteligentes y actuar rápido. El vino depende del terroir y si se acaba ya no hay identidad", advierte la científica de la U. Austral y del Instituto de Ecología y Biodiversidad, ligado a la iniciativa Milenio. Se refiere al concepto que enlaza al paisaje y clima con la singularidad del vino. El bosque nativo facilita el control biológico de plagas y la humedad en la tierra.
