Dólar Obs: $ 974,97 | -1,02% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.202,53
IPC: 0,40%
Alemania:

Tres décadas después de la caída del Muro de Berlín hay una división que persiste

sábado, 10 de noviembre de 2018

Katrin Bennhold The New York Times
Internacional
El Mercurio

El Este sigue económicamente rezagado y muchos protestan votando por la extrema derecha.



Frank Dehmel estaba en las calles de Alemania del Este en 1989. Todos los lunes marchaba contra el régimen comunista, pidiendo libertad y democracia y coreando con la multitud: "¡Somos el pueblo!". Tres décadas después, Dehmel -que vive en Ebersbach-Neugersdorf- está en las calles de nuevo, con más edad y más enojado, coreando la misma consigna, en esta ocasión a favor de la extrema derecha.

Obtuvo libertad y democracia cuando se derrumbó el Muro de Berlín hace 29 años. Pero perdió todo lo demás: su empleo, su posición, su país... y su esposa. Al igual que tantas mujeres del Este, se marchó al Oeste a buscar trabajo y nunca regresó.

Para comprender por qué la extrema derecha está marchando de nuevo en Alemania, es necesario todos los reclamos de sus partidarios más leales: los hombres de la antigua y comunista Alemania Oriental.

El surgimiento del "Hombre del Este" como una fuerza política disruptiva se presenta como el principal legado de los 13 años en el gobierno de la Canciller Angela Merkel. Y justo cuando anunciaba que dejará pronto el poder, algunos dijeron que, al menos políticamente, su Alemania estaba más dividida entre el Este y el Oeste que en ningún otro momento desde la reunificación.

La extrema derecha ha tenido logros en toda Alemania. El Partido Alternativa para Alemania (AfD) ganó 13% de los votos en las elecciones del año pasado, suficiente como para convertirse en la principal fuerza opositora en el Parlamento.

El apoyo al AfD en el Este es en promedio más del doble que en el Oeste. Y entre los hombres del Este, es la fuerza política más sólida, con el 28% de los votos el año pasado.

El Hombre del Este, una figura sobreprotegida, compadecida o simplemente ignorada en el Oeste, está en proceso de redefinir la política alemana.

Nadie más encarna las frustraciones del Hombre del Este como Merkel, una mujer también del Este que ascendió a la cima del poder y a diario les recuerda su propio fracaso.

Merkel nunca se convirtió en la embajadora del Este que la gente anhelaba: los niveles de vida de esa región todavía están rezagados con respecto a los del Oeste, incluso después de lo que se considera una absorción económica traumática.

Dehmel recuerda que, después de la reunificación, los hombres del Oeste vestidos de traje y en autos Mercedes-Benz llegaban a Sajonia, su estado de origen en el Este, a dirigir negocios, universidades, oficinas regionales de gobierno, "a dirigirlo todo".

"Tenemos una crisis de masculinidad en el Este y está alimentando a la extrema derecha", señaló Petra Köpping, ministra de integración en Sajonia. Cuando Köpping tomó posesión en 2014, pensaba que su trabajo era integrar a los inmigrantes. Pero un día, un hombre blanco de mediana edad la interpeló en una reunión de la alcaldía. "¿Por qué no nos integra a nosotros primero?", gritó.

Esa pregunta, que se convirtió en el título de un libro escrito por ella, la motivó a recorrer su estado en el Este y a entrevistar a decenas de hombres enojados. Descubrió que aún no cierran las cicatrices de las esperanzas defraudadas y de las humillaciones.

En dos años se perdieron unos tres millones de empleos, la mayoría de industrias en las que tradicionalmente trabajan hombres. Los héroes de la clase trabajadora del socialismo se convirtieron en los perdedores de la clase trabajadora del capitalismo.

Los hombres de Alemania Oriental fueron abandonados por su nuevo país recién unificado prácticamente de la noche a la mañana. También fueron literalmente abandonados... por sus mujeres.

Mucho antes del movimiento #MeToo, el comunismo tuvo éxito en crear una amplia clase de mujeres independientes, a menudo con más estudios y con trabajo en empleos de servicios más versátiles que los hombres del Este.

Después de la caída del Muro, el Este perdió más del 10% de su población. Dos terceras partes de quienes salieron y no regresaron fueron mujeres jóvenes.

Se trató del caso más extremo de éxodo femenino en Europa, comentó Reiner Klingholz, director del Instituto de Berlín para la Población y el Desarrollo, quien ha estudiado este fenómeno. Solo el círculo ártico y algunas islas de la costa de Turquía sufren desproporciones semejantes entre hombres y mujeres.

El desempleo, que alguna vez fue del 25%, ahora está debajo del 3%. Pero la región no se siente nada próspera. Hay viviendas vacías dispersas en los barrios residenciales. La estación de tren está clausurada.

Recientemente, Dehmel estaba comprando municiones para su rifle en una tienda local. Gunther Fritz, el dueño de la tienda, quien también es soltero, dijo que no era coincidencia que las consignas de las calles en 2018 sean las mismas que en 1989.

"En ese entonces teníamos una sensación de poder y no vamos a permitir que nadie nos la quite", comentó Fritz. "Al Oeste le regalaron la democracia después de la guerra; nosotros tuvimos que ganarla en el Este".

"Solo observe", añadió, "ya derrocamos un sistema. Podemos volver a hacerlo".

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia