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Funciones en el GAM hasta el domingo:

El placer del tacto en la danza

viernes, 09 de noviembre de 2018

Romina de la Sotta Donoso
Cultura
El Mercurio

Sin virtuosismo acrobático , el montaje "Háptico" es la oda al tacto con la cual la coreógrafa Ana Carvajal cierra su "Trilogía del pequeño placer".



El adjetivo "háptico" indica "lo que se puede tocar" y, por lo mismo, nomina también el estudio del tacto.

"Esta palabra refiere a una dimensión integral del tacto, ayuda a comprender este sentido más allá de lo que captan las manos o incluso la piel. También hay tacto al morder una manzana, por ejemplo, pues los dientes y la mandíbula también perciben volúmenes y texturas, con honduras, fisuras y protuberancias. Lo háptico nos convoca a pensar un cuerpo no solo en un sentido superficial o epidérmico", explica la coreógrafa Ana Carvajal (1975), quien bautizó justamente como "Háptico" el montaje que acaba de estrenar en el GAM y que se presenta en una función diaria, a las 20:00 horas, hasta el domingo ($3 mil y $5 mil).

El tacto es el leitmotiv de su proyecto Fondart "Trilogía del pequeño placer", investigación artística que ya produjo dos creaciones en 2018. "Solaz" fue una pieza de arte digital que integró videos ciudadanos, y "Pogo", un montaje con 60 bailarines, la gran mayoría aficionados, en la Estación Mapocho.

Dos formas de movimiento que ahora sintetiza en "Háptico". "Lo describiría como una experiencia poética, que nace de ver relacionarse a personas desde distintas estrategias táctiles para transitar y convivir en un espacio. Para subrayar lo háptico, los performers prescinden del sentido de la vista, lo que terminó desarrollando la propiocepción, que es la capacidad de ubicar y sentir el propio cuerpo sin necesidad de verlo", revela.

La dirección y creación son de Ana Carvajal; el arte, de Paz Carvajal, y el diseño sonoro, de Daniel Marabolí. De los cinco intérpretes -Teresa Díaz, Manuel González, Kamille Gutiérrez, Javier Muñoz y Elizabeth Tejo- solo tres son bailarines, ya que cree que "la danza es una manifestación democrática del cuerpo y debiera estar más presente en la vida de todos".

Por lo mismo, los despliegues atléticos y acrobáticos no son parte de su lenguaje. "El movimiento en escena es reflexivo, pequeño y sutil", reconoce. Y el tempo , lento y suave. Un carácter que viene del método de autoconciencia corporal Feldenkrais, que estuvo en la base misma del proyecto.

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