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Despierta la casa Domeyko

sábado, 03 de noviembre de 2018

Texto, Jimena Silva Cubillos. Fotografías, Viviana Morales R. y José Luis Rissetti.
Patrimonio
El Mercurio

Centenario símbolo del barrio Yungay, la residencia donde por casi 50 años vivió el investigador Ignacio Domeyko Ancuta está próxima a convertirse en una casa museo, que a través de sus objetos, documentos y mobiliario narrará la vida y obra del multifacético científico polaco-chileno. El primer paso se concretó mediante un catastro que registró sobre 1.500 piezas.



Aparte de geólogo y mineralogista, Ignacio Domeyko Ancuta fue químico, físico, naturalista, meteorólogo, alpinista, colonizador, dibujante y académico. Inmigrante nacido en 1802 en un campo cerca de la localidad bielorrusa de Niedzwiadka (entonces parte de Polonia), se avecindó en Coquimbo en 1838, contratado por el industrial Carlos Lambert, en nombre del gobierno de Chile, como profesor y para impulsar las ciencias naturales y las técnicas geológicas.

Seis años después se trasladó a Santiago, lugar donde compró esta casona colonial con paredes de abobe, techo de tejas, corredores y un fantástico patio interior, situada en Cueto 572, sin imaginar que en ella echaría raíces. Aquí, en un terreno que fue parte de la chacra de Diego Portales, mucho antes de que el barrio se conociera como Yungay, Ignacio Domeyko se casó con su vecina Enriqueta Sotomayor Guzmán y tuvieron 3 hijos, mientras gestaba una notable carrera en el ámbito de la minería, las ciencias y la educación.

A casi 120 años de la muerte del exrector de la Universidad de Chile (1867-1883), y a más de veinte desde que la casa perdiera a su última moradora, en 1998, la propiedad -hoy de 1.500 m {+2} de superficie y unos 600 m {+2} construidos- aún mantiene su comunicación interior, a la manera de un tren, y también intactos varios de sus recintos, donde se atesoran todo tipo de muebles y objetos que evocan la vida y obra de Ignacio Domeyko Ancuta.

A pedido de sus bisnietos, los hermanos Domeyko Pérez, estas piezas recién fueron catastradas por el Centro de Estudios del Patrimonio (CEPA) de la Universidad Adolfo Ibáñez, como primer paso para convertir el lugar en un museo que conserve y difunda el legado patrimonial del investigador.

-Esta propiedad ha estado en la familia durante muchísimo tiempo y ahora ellos toman conciencia de que es el momento de abrirla sistemáticamente, lo que siempre ha ocurrido con quienes así lo solicitan. La idea sería entregarla a la sociedad de alguna manera para que más gente se interiorice en el trabajo y vida de Domeyko -comenta el historiador del arte Fernando Guzmán, director del CEPA. Aún -agrega- no se define la naturaleza de este museo, quizá se instale como uno de sitio. Es probable que funcione con un método de apertura controlada, enfocado en recibir a alumnos de colegios, universitarios y visitas especiales, pero al mismo tiempo será un centro de investigación permanente, donde estudiosos de distintas áreas podrán consultar los fondos asociados a la casa Domeyko.

El trabajo consistió en realizar un inventario de identificación básico de libros, documentos, mobiliario y objetos. Durante un año, un equipo formado además por Marcela Drien, Katherine Vyhmeister, Juan Manuel Martínez y Leslie Azócar registró más de 1.500 piezas, sobre todo correspondencia personal, algunas publicaciones científicas, fotografías familiares, pinturas y figuras religiosas -quizás herencia de Hernán Domeyko Sotomayor, el hijo sacerdote del investigador-, textos, mapas y muebles del siglo XIX en adelante, que permiten abordar su vida desde distintas perspectivas, conocer más acerca de su espiritualidad y fe religiosa, y los vínculos que mantuvo con su tierra natal, Polonia, no obstante pasar la mayor parte de su vida en Chile.

Si bien hace años los herederos cedieron documentos y objetos a instituciones polacas, la Biblioteca Nacional, la Universidad de Chile y el Museo Mineralógico Ignacio Domeyko de la U. de La Serena, según señala Fernando Guzmán, aquí, especialmente en el escritorio, todavía se conservan piezas únicas, como el anafre que utilizaba el científico en cada salida a terreno, correspondencia personal y con intelectuales de la época, instrumentos científicos y hasta un busto suyo, hecho por Auguste François antes de llegar a Chile, y que es testimonio de un hombre con una sensibilidad artística importante.

-Hasta hace poco veníamos regularmente a Cueto, tanto para almorzar como para ocasiones especiales: recepciones, matinés infantiles o aniversarios de matrimonio... Por el deterioro de salud mío y de mi hermano Jorge, y por diferentes problemas, las cosas han cambiado. Hace unos meses celebré mi cumpleaños 90, con una fiesta preciosa, convidando a 86 personas al salón, pero este año se le han apagado bastante las luces a la casa.... A través de un museo no tradicional podríamos encontrar la forma de volver a encenderlas -plantea León Domeyko Pérez, el mayor de los bisnietos de Ignacio Domeyko Ancuta.

DECLARADA MONUMENTO HISTÓRICO EN 2016, ESTA CASA FUE CONSTRUIDA POR UN FRANCÉS, DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX.

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