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Forjar acuerdos con el centro y una poderosa agenda de crecimiento y seguridad:

Las lecciones de la centroizquierda chilena tras la irrupción de Bolsonaro

domingo, 28 de octubre de 2018

Matías Bakit R.
Reportajes
El Mercurio

Representantes del PS, el PPD, Revolución Democrática y el Movimiento Autonomista se dieron cita esta semana en un encuentro del progresismo en Uruguay, marcado por el posible triunfo de Bolsonaro en las elecciones de hoy. Algunas figuras de la centroizquierda, como Carlos Ominami, Sergio Bitar, Juan Gabriel Valdés, Jaime Gazmuri y Marcos Robledo, abordan el fenómeno.



"Quizás haya alguna opción. Uno nunca sabe". Con esas palabras, casi tímidamente, comentaban integrantes del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil los pronósticos para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de hoy en su país. El debate tenía como escenario un foro realizado el lunes de esta semana en Uruguay, que fue coordinado por la Fundación Friedrich Ebert.

Sus interlocutores los escuchaban con escepticismo: pocos, o muy pocos, esperan una derrota del derechista Jair Bolsonaro, que en primera vuelta obtuvo el 46% de los votos. Escuchaban también los representantes de partidos de la izquierda chilena que viajaron al encuentro, entre ellos el exsubsecretario PS Marcos Robledo; el presidente de Revolución Democrática, Rodrigo Echecopar; la secretaria general del Movimiento Autonomista, Constanza Schönhaut, y la encargada internacional del PPD, Adela Bahamondes.

En tabla no estaba el tema específico de Brasil, sino un análisis general del progresismo. El debate sobre el efecto Bolsonaro, sin embargo, cruzó prácticamente los dos días del encuentro. No hubo acuerdos ni conclusiones definitivas. Sí llamados a buscar fórmulas y un amplio análisis respecto de la columna que Bernie Sanders publicó el pasado 14 de septiembre: "Un nuevo eje autoritario requiere un frente progresista internacional". El excandidato estadounidense hizo un llamado global para enfrentar a las derechas nacionalistas y sostuvo que, a esta altura, tiene que quedar claro que el Presidente Donald Trump no es un fenómeno único en el mundo, sino que ha tomado fuerza en Rusia, Medio Oriente y en Asia. Otros, pensaron, también en América Latina.

Es así como para hoy se crearon varios grupos de WhatsApp entre dirigentes de la centroizquierda chilena para seguir la elección en Brasil y el Instituto Igualdad -afín al PS- organizó la semana pasada un foro sobre el tema, en el que participaron los exembajadores en Brasil Jaime Gazmuri y Álvaro Díaz. El factor Bolsonaro, además, fue abordado en la comisión internacional del Partido Socialista, liderada por el senador Juan Pablo Letelier, y será una de las principales materias que se abordarán en el Congreso Nacional de la colectividad, en enero próximo.

Se espera que hoy el bloque Convergencia Progresista emita una declaración pública tras conocerse el resultado de las elecciones, mientras en la centroizquierda existe coincidencia respecto de no repetir los mismos errores del PT en Brasil: dejar el país con altos niveles de delincuencia, estancamiento económico, casos de corrupción y una profunda escisión entre el centro político y la izquierda. Por el contrario, en la plana mayor del PPD se ha instalado la idea de que las fórmulas populistas están cubriendo las demandas de la sociedad que hoy no da su sector, y algunos analistas ya plantean que Paulo Guedes -el economista más influyente del entorno de Bolsonaro- apunta a replicar el modelo instaurado en el Chile de los 80, con reformas de corte liberal, para dar un impulso económico al país.

"El centro se corrió a la derecha"

Para Carlos Ominami, impulsor de la carta de apoyo de un grupo de políticos chilenos para que Lula pudiera competir en las elecciones de hoy, uno de los aspectos clave de la elección brasileña es que, debido a la polarización, "el centro se corrió hacia la derecha". El exsenador coloca el ejemplo del expresidente Fernando Henrique Cardoso, un nombre tradicional de la socialdemocracia latinoamericana, que hoy no apoya al candidato del PT, Fernando Haddad.

"Es el punto más extrapolable a la realidad chilena. Hay que tener ojo con ese fenómeno. Evitar que el centro se corra a la derecha como pasa en Brasil. Y ellos también podrían haberse fijado en el ejemplo de nosotros, que aprendimos a sangre y fuego que hay que hacer esos acuerdos", dice Ominami.

Prosigue hablando de "lecciones directas" para Chile: "Pecaron de sectarismo, no fueron capaces de hacer una alianza sólida entre izquierda y centro, y empujaron al centro hacia la derecha. Un ejemplo es el expresidente Cardoso, que nunca fue de derecha, pero ahora está con la derecha. No consiguieron unificar a la izquierda. El ejemplo es la candidatura de Ciro Gomes. Si hubiese ido él como candidato a presidente del sector, hubiera sido más competitiva".

"No hay políticas sin mayorías y esto en Brasil se ve muy claramente", coincide Gazmuri.

Para Sergio Bitar, en los debates mundiales se trata a menudo la posibilidad de que se esté pasando por un momento de "regresión democrática debido a los temores que surgen por las pérdidas de empleo, la inmigración, el terrorismo". La clave para evitarlo, según él, es formar "una amplia coalición que dé sustentabilidad al programa y evite la polarización".

Bitar se detiene para resaltar las críticas del Frente Amplio a la Concertación y la Nueva Mayoría, que, a su juicio, no entienden los "esfuerzos gigantes que se hicieron". "Esto divide con mala lectura", agrega el exministro, pues genera que "el centro pierda legitimidad y capacidad operacional".

El excanciller Juan Gabriel Valdés agrega otro aspecto de la crisis brasileña: "Las instituciones soportan mucha tensión y presiones, y se terminan desmoronando. No puede ser que se transformen en algo que favorece a determinados lados políticos. Por ejemplo, si en Chile se sigue usando así, instrumentalizando, al Tribunal Constitucional, este perderá toda credibilidad".

Los expertos en Brasil no tienen dos opiniones al respecto. Parte del resultado de la primera vuelta pasa por una polarización extrema de la política de ese país. Muchos apuntan a que el PT, liderado por Lula, perdió una oportunidad al no aliarse con el que, a la postre, fue el tercero más votado en los comicios: Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista. El dirigente, de acuerdo a algunos analistas, podría haber tenido más posibilidades que Haddad en una segunda vuelta, debido a sus mayores vinculaciones con el centro.

Casos de corrupción

"Todo el sistema político brasileño estaba afectado por la corrupción".

Para el exembajador Gazmuri (PS), en el fenómeno electoral de Bolsonaro hay una gran responsabilidad del PT, que había gobernado el país entre 2003 y 2016, con Lula da Silva y Dilma Rousseff.

"Fue responsable de dos muy buenos gobiernos, que disminuyeron drásticamente la pobreza y terminaron con alta aprobación popular, pero sufrió varios escándalos de corrupción que comprometieron al gobierno, que se percibió como no lo suficientemente castigador", dice.

Para Ominami, "el PT y Lula naturalizaron un sistema de financiamiento ilegal corrupto de la política, que ya existía desde antes. El partido no advirtió la existencia de prácticas corruptas de parte de unos pocos altos funcionarios".

Marcos Robledo, vicepresidente de la comisión internacional del PS, agrega: "En la medida en que la izquierda no resuelve los problemas de corrupción, la gente la hace responsable de esta. La gente está molesta porque esto está disociado con la igualdad".

Según algunas encuestas, un 77% de los brasileños cree que hay "corrupción extendida" en el gobierno de Michael Temer y que la había en las administraciones de Lula y Rousseff. Se trata de los efectos, principalmente, del caso Lava Jato, la investigación de corrupción -por lavado de dineros- más importante en la historia de Brasil, que asciende a cerca de 3 mil millones de dólares: 46 de los 87 candidatos al Congreso que estaban salpicados por el caso perdieron la elección.

A esto se suma el encarcelamiento de Lula, acusado de corrupción pasiva en el marco del caso OAS.

Seguridad ciudadana y crecimiento

Complementando una reflexión que se instaló en la ex Nueva Mayoría tras las últimas elecciones, donde el Presidente Sebastián Piñera terminó imponiéndose con mayor cantidad de votos desde 1993, uno de los flancos más complejos de la izquierda sigue siendo la seguridad ciudadana.

"La izquierda debe entender que el tema de orden público es de todos, no solo de la derecha. Para la gente común es muy importante que se protejan sus cosas y derechos", dice Valdés.

Es por eso, afirma Bitar, cuando la gente siente temor, se da un "terreno fértil para los populismos y demagogias". "No hemos sido capaces de percibir que los sectores populares, a los que les solíamos hablar, no son los mismos que antes y exigen otras cosas", agrega Gazmuri.

Más de 63 mil personas murieron en forma violenta en Brasil el año pasado. Esto equivale a 175 muertes diarias, un récord de homicidios. Esto, según los expertos, se debe al aumento del narcotráfico y los enfrentamientos entre carteles.

Una situación similar, e igualmente extrapolable como lección para la izquierda chilena, es la del crecimiento económico. El caso de Brasil es paradigmático. El país está en recesión y en 2017 enfrentó una de las peores crisis de su historia: Hubo un 3,6% de decrecimiento y el desempleo llega al 13,1%.

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