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Giorgio Jackson

No quiere ser Presidente

sábado, 20 de octubre de 2018

por ARTURO GALARCE fotos sergio alfonso lópez
Entrevista
El Mercurio

Después de meses de reserva frente a las polémicas que han involucrado al Frente Amplio y su partido, "Sábado" pasó tres días junto al diputado de Revolución Democrática en Valparaíso y Santiago para saber qué hay detrás de su silencio. El exdirigente estudiantil habló sobre sus planes de "hacer una pausa en mitad de la moledora de carne" y de la idea de algunos miembros de su colectividad sobre disminuir la edad mínima para ser Presidente, con el fin de que él postule a La Moneda en 2021. "Yo veo esa reforma tácticamente inviable e innecesaria para este período", dice.



El diputado Giorgio Jackson puede estar cansado de los viajes, de las jornadas largas, de los micrófonos, de lo frustrante que le significa estar en una ciudad como Valparaíso y ni siquiera ver el mar durante sus estadías. El diputado Giorgio Jackson puede estar cansado, pero lo que lo cansa ahora, por algunos minutos, manejando un Suzuki Vitara rumbo al Congreso un martes por la mañana, es su piel.

-Me la cambiaría entera -dice, tocándose el rostro con la mano.

-¿No te gusta tu piel?

-No. Es grasosa. Se me irrita altiro con el sol. Hoy no me eché bloqueador, pero en general uso en toda la zona de la rosácea.

-¿Tienes rosácea?

-No. No todavía, en realidad. Pero el doctor me dijo que si seguía así esto se va acumulando, y puedo terminar como esos viejos a los que se les abren los poros y terminan con la nariz inflada. Eso me asustó.

Las causas, cree Giorgio Jackson, son hereditarias, pero también consecuencia del estrés al que se ha sometido desde sus años como dirigente estudiantil. Sin embargo, al interior de su partido creen que el mayor peso se lo llevó durante su primer período como parlamentario.

-Se echaba pega encima -dice la diputada de Revolución Democrática (RD), Natalia Castillo-. Estaba solo en el Congreso y trataba de desplegarse lo más posible. Era un tipo que yo siento que no se ponía muchos límites de acuerdo al trabajo.

También le suman el desgaste de las elecciones pasadas, los roces con Alberto Mayol y su liderazgo al interior de la bancada durante los primeros meses del Frente Amplio (FA) en el Congreso.

-¿Algunos piensan que estás cansado?

-No sé de dónde sale esa idea. Puede ser de algo que he dicho harto últimamente al interior del partido y que es mi intención de hacer una pausa en mitad de la moledora de carne, que yo creo que es bueno, porque te da dirección. Por ejemplo, estos últimos meses he estado leyendo mucho más, lo que me da una pausa de la contingencia cotidiana.

-¿Por qué crees que surge esa preocupación? Tu amigo, el diputado Miguel Crispi, en cambio, cree que solo es sobreprotección hacia ti.

-Sí, yo diría que existen las dos cosas. Hay una preocupación para que no me dé una especie de burnout, que es un agotamiento más estructural, pero yo creo que estoy lejos de eso. Me encanta lo que hago. Lo que sí, probablemente esté cada vez más intolerante o reacio a tener que gastar tanto tiempo en los conflictos internos. No sé si tengo la misma paciencia que cuando empezamos.

Eso, dice, explica sus casi contadas apariciones públicas en los últimos meses y sus nulos pronunciamientos sobre las polémicas que han sacudido al Frente Amplio. Al interior de la bancada, aunque existen dos posiciones para explicar su comportamiento, ambas apuntan a la preocupación de Jackson y del partido por conservar su patrimonio político: fue el candidato que obtuvo la mayor cantidad de votos a nivel nacional en las últimas elecciones (103 mil), y se ubica en el podio de aprobación pública en la última encuesta Cadem.

-Se cuida tanto -dice Alberto Mayol, su antagonista al interior de la coalición-. Se cuida tanto porque está en la pole position para ser Presidente en dos elecciones más. Por eso, no se mete en ningún lío.

-Lo que yo creo es que está armando un perfil de político más experimentado -dice su amigo y exjefe de gabinete, Leonardo Rissetti-. Se refiere a otros temas, como las finanzas públicas, en su nuevo rol en la Comisión de Hacienda. Eso denota que está tratando de avanzar. Tiene claro que su camino es una maratón, no una corrida corta.


Giorgio Jackson nació en 1987. Es hijo de la ingeniera en alimentos Carmen Gloria Drago y del ingeniero agrónomo Kenny Jackson. Su historia familiar es conocida: su madre estaba embarazada de él cuando su padre sufrió un derrame cerebral que lo dejó en coma por seis meses e inmovilizado de por vida, pero consciente de su alrededor.

Giorgio lo visitaba seguido en la casa de su abuela paterna, en un intento por mantener un lazo afectivo, a pesar de las dificultades que tenían para comunicarse. A pocos meses de la muerte de Kenny Jackson, en 2015, Giorgio dijo a "Sábado": "Tengo el recuerdo de una distancia que a ambos nos incomodaba. Él estuvo 28 años postrado, sin poder hablar, y eso siempre generó entre ambos una incomodidad. Cuando chico siempre soplaba esas flores que dicen que son para pedir un deseo, y pedía que mi viejo se mejorara. Lo mismo en los cumpleaños".

Es martes. Ahora Jackson pisa el hall de la Cámara de Diputados, donde se concentran periodistas y fotógrafos. A esto se refiere, dice, cuando habla de la moledora de carne que ha intentado evitar durante los últimos meses.

Viste camisa celeste, pantalón negro, zapatillas negras, la misma combinación de colores de mañana y pasado. Ingresa en segundo plano, acompañando al diputado DC Miguel Ángel Calisto, para hablar sobre un proyecto que acaban de presentar. El diputado Calisto habla primero. Cuando termina, los periodistas piden la palabra a Jackson. Cuando le avisan de una última pregunta, Jackson les exige no hablar de un tema distinto al que los convoca. Sin embargo, la noticia ya está en todas partes: le preguntan por su amigo Gabriel Boric, y su licencia por el Trastorno Obsesivo Compulsivo que lo aqueja.

-No, pero el morbo hueón-dirá luego Giorgio Jackson, incómodo, alejándose de las cámaras-. Alguien que se pase un par de pueblos con una declaración y ¡pa! titular, ¿cachái? Qué mierda, hueón.

-¿Estabas al tanto de la licencia y la enfermedad de Gabriel?
-Sí. Y es algo que ya había hecho público antes. Siempre lo ha tenido. Siempre ha sido un tema complicado para él y se lo ha tratado. Está constantemente en terapia. Ahora debe haber tenido una crisis.

-¿Tú no tienes TOC?

-No. No tengo como patología. En ciertas cosas sí soy muy esquemático, pero no, no tengo. La gente que tiene TOC lo sufre, y a mí me gusta hacer ese tipo de cosas. No me genera un problema.

Giorgio Jackson se refiere al tipo de cosas que hace cuando se obsesiona con los datos. Su amigo y excompañero de colegio, el tenista Hans Podlipnik, cuenta que Giorgio le enviaba informes estadísticos de sus rivales basados en análisis propios. La misma práctica la utiliza para tomar decisiones económicas.

-Antes tenía un Toyota Auris, que era más chico -dice Jackson-. A mí me servía, pero cuando veníamos con todo el equipo, cinco personas, topaba abajo. Entonces caché cuántos centímetros tenían que ser de alto y revisé costo-efectividad. Vi como 17 reseñas de autos que ya había seleccionado. Hice pros y contras en Excel, ponderando variables, y dije: "Ese es el auto". Para el computador hice lo mismo. Me compré el mejor computador de 2017 según varios sitios y lo compré en el lugar donde estaba más barato, en una época en la que estaba más barato, porque trato de juntar esas dos cosas: lo mejor y más barato. Pregúntales a mis compañeros de colegio.
Giorgio recuerda una anécdota reciente. Antes de un asado, se obsesionó con encontrar las salchichas con la mejor calidad de proteínas y, a la vez, un menor precio.

-Soy un hueón loco -dice Giorgio Jackson, al interior de su oficina-. Cuando teníamos que hacer compras en conjunto, yo me tenía que relajar, porque evalúo todos los precios. Y no es de cagado. Lo hago porque no me gusta regalar... No sé, me gusta buscar la eficiencia.

-Es la persona más cagada del mundo -dice su mejor amigo del colegio, el kinesiólogo Andrés Meza-. Todos los amigos hemos pagado el piso y él nada. Absolutamente nada. Imagínate el rato que lleva. Hace un tiempo hicimos un encuentro de exalumnos. Fuimos a jugar a la pelota y cuando terminó el partido nos invitó a su casa, para que la conociéramos. Dijimos: "Por fin: se va a rajar". Giorgio compró todo. Hicimos el asado. Lo pasamos la raja y cuando nos estábamos yendo, nos pidió la cuota. Al día siguiente nos mandó un mensaje de WhatsApp a cada uno recordándonos que le teníamos que mandar la cuota. Por lejos, entre nosotros, es el que gana más plata. Ninguno de nosotros tiene un trabajo así.

Andrés Meza dice que ha intentado comprender el trabajo de su amigo, pero le cuesta. Cada vez que lo ve en televisión se retuerce, preguntándose qué hace Giorgio Jackson, el desordenado del curso,  al que los profes debían agregarle hojas extras para llenarlas con anotaciones, qué hace ahí tan correcto, tan mateo, comandando un proyecto político exitoso que, a su juicio, le exige postergar su vida personal en comparación al resto de su generación.

Lo entiende, pero le llama la atención cómo debe cuidar su figura pública, dice Andrés, recordando la vez que Giorgio se retiró de su despedida de soltero justo antes que comenzara el show de las strippers. O cada vez  que se reúnen y el diputado les exige que sea en una casa y no en un lugar público.

-Es el único que no está casado del grupo -dice Andrés-. Ha tenido pololas que han durado años, pero después termina porque pone su vida política delante de él. Yo lo veo súper poco. Veo más a su familia. Él se ha postergado, pero es algo que le encanta.


Es jueves y Jackson está en su oficina, que es sencilla, limpia, con una mesa, un sillón, algunas sillas, un baño, cepillos de dientes y un tazón de la Universidad de Chile. También hay una pizarra en la que su equipo -conformado por Aintzane Lorca, jefa de gabinete; Maite Gambardella, asesora legislativa; y Ricardo Ahumada, jefe de prensa- coordinan la agenda del día. En una esquina de la pizarra hay tres rostros pegados: Gabriel Boric, Vlado Mirosevic y Giorgio Jackson. Sentado, vestido igual que ayer, responde sobre el impacto que han tenido en el Frente Amplio los agitados meses desde su conformación en el Congreso.

-¿Has hablado con Alberto Mayol después del cruce previo a las elecciones del año pasado?

-Poco. La verdad es que hace tiempo que no hablo con Alberto. A mí ese episodio me afectó mucho. Me afectó porque sentí que era muy injusto lo que estaba pasando.
-¿Te sorprendió cómo fue tomado el caso por la opinión pública? Te criticaron mucho.
-Mucho. Y me decepcioné de lo frágiles que eran los vínculos de confianza con las personas. No podía ser que de un día para otro la gente dijera: "Yo confío en este cabro, lleva cuatro años haciendo la pega, lo he visto en la calle". Y sale un titular con respecto a una cuestión, y paso a ser un demonio. Eso a mí me descolocó, me desesperanzó. Me dije: "Si van a ser así de frágiles las relaciones que yo construyo con quienes represento, o con quienes dicen que les gusta lo que hago, la verdad es que es súper frágil". Eso me pegó más que lo de Alberto.

-¿Por qué crees que Mayol reclamó lo que, según él, lo estaba afectando?

-Porque son elementos de diferenciación, de supervivencia. Se requiere de eso si es que se quiere ser actor político y no ser subsumido.

-Pamela Jiles renunció a la Comisión de Familia y Adulto Mayor, después de recibir el voto de sanción de dos diputados del FA luego de su encontrón con el diputado Urrutia. ¿Qué te pasó cuando te llamó a ti a pronunciarte?

-Es que mucha gente cree que mi liderazgo es como de bajar a una línea, como si yo les dijera "ya, niñitos de RD, hagan esto", y no es así. Yo nunca he actuado así, y no me acomoda ese tipo de liderazgo. Y no es falsa modestia. Ese poncho no me lo pongo, no más.

-Los últimos meses han sido turbulentos para el Frente Amplio, ha habido críticas internas. ¿Sientes que han sido justas las críticas?

-Cuando hago ese análisis, en cierta medida me siento tranquilo. Al Frente Amplio nos dividen por la cuestión que sea. Si dejo de saludar a alguien, sale una nota en el diario. Yo siento que en las otras coaliciones hay muchas más peleas, mucha más desconfianza, desunión, rivalidades. La nuestra, comparado con eso, es una taza de leche. Sé que no hay un marco objetivo para analizarlo, pero te prometo que si me pongo a ver los conflictos, las declaraciones que se hacen unos a otros, no hay punto de comparación. Donde hay harto conflicto, los conflictos chicos pasan piola.

Más tarde Giorgio Jackson entrará a la Comisión de Ciencia y Tecnología, que preside. Tocará una campanilla y en nombre de todos los dioses iniciará la sesión para discutir sobre control parental, responsabilidad de los padres y de las compañías de telecomunicaciones. Cuando termine la sesión, algunos diputados se le acercarán. Uno de ellos excusará su falta de tiempo en su calidad de diputado de gobierno.

-Usted me entiende -le dirá a Giorgio, bromeando-. Usted también fue diputado de gobierno.

-¡Cuándo! -responde Jackson.

-¿Nunca se sintieron parte del gobierno teniendo a dos militantes (Miguel Crispi y Gonzalo Muñoz) trabajando en el Ministerio de Educación?

-¿Quién toma las decisiones? Las decisiones las toma La Moneda. Los lunes se reúnen, van tomando directrices, eso es sentirse parte del gobierno, eso es ser gobierno. Distinto es que yo me pueda sentir adepto a una política que implementó un ministerio, pero eso me pasa con muchos gobiernos. Pero si tú vieras la cantidad de veces que yo voté en contra en seguridad ciudadana, en trabajo, en salario mínimo, en presupuesto, en materias de reformas tributarias. Es muy difícil que me pudieras calificar como un diputado oficialista, porque no me iban a convencer por el orden del oficialismo.

-Si el gobierno de Sebastián Piñera llamara a militantes de RD para trabajar en un reforma educacional...

-Pero ¿tú crees que no hay militantes de RD que están en el servicio público? Obvio que sí, en el gobierno central, y muchos de ellos son dirigentes sindicales, y van a seguir ahí independiente del gobierno de turno que haya, si son servidores públicos, y los hay de los otros partidos, y en el gobierno de Bachelet había militantes de RN y de la UDI en puestos de servicio público, porque los había.
-Hay una vieja columna del periodista Óscar Contardo, en la que se refiere a ustedes como camaradas que se comportan bajo los lineamientos de la vieja política, y los trata de venir de una élite, social y política. ¿Qué opinas? ¿Crees que tiene un punto ahí?

-Efectivamente, yo diría que hubo un ámbito de élite que es parte del origen de RD y que yo puedo sentir algo de complejo, pero no de vergüenza. Las cosas se dieron así. No me arrepiento y creo que hoy el partido es muchísimo más diverso de lo que fue en un comienzo. Somos más descentralizados de lo que partimos, tenemos 43 mil personas que firmaron una militancia. Claro, los que van llevando más tiempo, y tienen más acceso a contactos interpersonales con personas que ya conocían, eso es inherente a las relaciones humanas. Nosotros estamos luchando contra eso y espero que nuestros hijos desde chicos no participen de una estructura segregada.

-Precisamente hay militantes que sienten cierta preocupación sobre las relaciones de pareja entre miembros del FA: como el caso de Gabriel Boric con Maite Orsini. O tu caso, con Constanza Schönhaut, del Movimiento Autonomista.

-Cuando estás soltero, bajo presiones similares, se da una dinámica en la que algunos se pueden volver más amigos, y otros pueden explorar en relaciones. Pero no me gusta hablar sobre la intimidad de las personas.

Hace un año, contará Giorgio Jackson, terminó su relación de seis años con la periodista Emilia Malig. Desde entonces se encontraba soltero. Fue un quiebre doloroso, cuenta su amigo Andrés Meza: una especie de divorcio considerando los cinco años que pasaron juntos. Hoy Giorgio comparte el mismo departamento donde vivía con su expareja, con el presidente de su partido, Rodrigo Echecopar.
-¿No ves un conflicto en eso? Hay militantes que consideran que es un comportamiento elitista, sectario, que tanto se critica a otros sectores.

-Con Rodrigo partimos juntos. Fue el consejero político del NAU cuando yo era presidente de la FEUC. Hemos trabajado políticamente desde mucho tiempo y las relaciones humanas van forjando confianzas. Lo que es criticable es cuando ese encierro se da a lo largo del tiempo y va generando un establishment. Pero que alguien pretenda caracterizar a una coalición que lleva año de vida como establishment, cuando somos minoría y estamos planteando probablemente las transformaciones más radicales al sistema para hacerlo más justo y menos elitizado, es como estirar el chicle y el argumento al extremo. ¿Tenemos que estar abiertos y cuidarnos de no ser sectarios? Obvio que sí. Pero de ahí a rehusar nuestra condición humana, de que tenemos relaciones sociales y podemos generar confianza, me parece un paso a la deshumanización de la política.

-En la columna que te mencionaba, Óscar Contardo se refiere a los militantes de RD como "Mapu con Iphone". ¿Qué piensas de eso?

-Yo creo que es válido. Nos pone en alerta. Cuando yo veo a Oscar Guillermo Garretón, que fue del Mapu más duro, y que hoy día está abogando porque los empresarios tengan rebaja de impuesto, o sea, me gusta sentir la presión de no convertirme en eso, ¿cachái? Es una buena presión, una advertencia para nosotros ponernos una vacuna contra eso.

-¿Crees ir bien encaminado en eso?

-Yo espero mantenerme en una misma línea, pero tampoco tengo una bola del futuro. Al menos mantengo mis convicciones hasta el día de hoy, y espero seguir manteniéndolas.

-¿Cómo está, presidente?

Es viernes. Giorgio Jackson está en Santiago, en la subcomisión de presupuesto de la Cámara, en el ex Congreso Nacional, que hoy le toca presidir. Está sentado en un estrado, revisando su celular y comiendo maní de un pocillo mientras espera que comience la sesión. Jackson no se pone nervioso cuando lo llaman presidente de esta subcomisión, ni de la Comisión de Ciencia Tecnología. Pero cuando le preguntan si se imagina como Presidente de la República, la cosa cambia. Se pone incómodo. Se ríe nervioso.

Luego, serio, responde.

-No me gusta siquiera visualizarlo porque desvirtúa lo que estoy haciendo hoy día.

-Pero conversando con gente que es cercana a ti, todos saben que eres el candidato natural del partido en un futuro.

-Soy consciente y me pone muy nervioso pensarlo siquiera. Me pone... me pone nervioso.
-¿Por qué tanto?

-Porque creo que es muy pesado, es muy pesada la palabra, es muy pesada la responsabilidad. Es todo muy pesado. Me encantaría que fuésemos gobierno con RD. Eso no te lo voy a negar. Siempre hemos dicho: nosotros entramos a esto, a hacer política, porque queremos, más que tener el poder, que se nos dé la responsabilidad de hacernos cargos de ciertas cosas públicas que creemos se pueden hacer mejor.

Si bien al interior del Frente Amplio hay claridad en que Beatriz Sánchez es la candidata natural del conglomerado para las próximas elecciones, al interior de Revolución Democrática se ha conversado una idea aún fresca: buscar la manera de disminuir la edad de inscripción de los candidatos a senador y a la presidencia. Para las próximas elecciones del 2021, a Giorgio Jackson le faltarían dos meses para cumplir con la edad legal necesaria para postular a La Moneda.

-Está ocurriendo que hay una carrera temprana y paradojalmente Giorgio no puede participar -dice el diputado de RD, Renato Garín-. Yo sería de la idea de modificar la Constitución para que este cabro pueda ser candidato. No creo que lo quiera, jamás, pero me preocupa esta carrera presidencial muy temprana de liderazgos presidenciales  donde RD puede quedar offside, sin estar seguros aún si Beatriz Sánchez será candidata o no. El Partido Humanista ya tiene candidata. El Movimiento Autonomista con candidatos y con figuras como Mayol desplegándose. ¿Y RD después haber elegido una bancada de ocho parlamentarios, de juntar las firmas, nos vamos a quedar afuera de la principal contienda presidencial que viene?

Su amigo, el diputado Miguel Crispi, piensa parecido:

-Si pudiéramos cambiar la edad de inscripción de los candidatos -dice Crispi-, sería una mala noticia para Giorgio, porque sería nuestro candidato.

La diputada Natalia Castillo, también militante del partido, dice:

-A mí me encantaría que Giorgio fuera el candidato presidencial del Frente Amplio. Si no es ahora, después. Lo que le he escuchado es que tiene la intención de tomar distancia y volver luego. Yo respetaría esa decisión personal, pero también sé que Giorgio es un militante y si el proyecto así lo requiere, se tendría que poner a disposición. Es excepcional en política. Es conciliador. Siempre logra salir de los conflictos bien.

El mismo Jackson sabe de estas inquietudes al interior de su partido, pero es escéptico. Cree que aunque intenten presentar un proyecto para disminuir la edad de los candidatos, no conseguirán los votos necesarios. Mientras, dice, su plan es terminar este segundo período para luego dedicarse al servicio público o a la academia. Su amigo Miguel Crispi sabe que cumplirá su palabra. Pero no lo imagino fuera de la política.

-En el fondo, estoy de acuerdo con la idea -dice Jackson-, porque considero que establecerlo en 35 años es algo arbitrario. Solo que yo veo esa reforma tácticamente ni viable ni necesaria para este período.

-Por supuesto que va a decir que no -dice Miguel Crispi, que lo conoce como la palma de su mano-. La humildad de Giorgio le impediría candidatearse. Sería como una contradicción consigo mismo. Pero más allá de él y de sus ganas, Giorgio sería un gran candidato y un gran presidente de Chile. Y hay realidades de las que uno no puede arrancar nomás.

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