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Insospechadas alternativas para obtener ácidos grasos omega-3 y 6:

Semillas, restos de pescado y moscas pueden ser una nueva fuente de aceites

martes, 16 de octubre de 2018

Paula Leighton N.
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Investigadores exploran en busca de plantas silvestres, insectos y criaturas marinas ricos en grasas saludables para incorporar a alimentos de humanos y animales.



Parajes perdidos de Cerdeña, Sicilia, Islas Canarias, Madeira y Cabo Verde, la cima de montañas europeas, páramos, desiertos de arena y selvas en Marruecos, Túnez y otros países africanos son algunos de los destinos hasta donde los investigadores José Luis Guil y Francisco Gómez, de la Universidad de Almería (España), han llegado en busca de plantas silvestres, sus frutos y semillas.

Siguiendo pistas encontradas en herbarios o bibliografía, ambos investigadores -de las áreas de Tecnología de Alimentos y Botánica, respectivamente- hacen bioprospección en busca de ejemplares de la familia Boraginaceae, debido a su aporte de ácidos grasos bioactivos omega-3, que podrían emplearse como sustitutos de los que se obtienen de peces como salmón o jurel.

"En muchos países, incluido Chile, hay un déficit enorme de consumo de omega-3, particularmente el de origen marino, porque comemos muy poco pescado. Por eso, la búsqueda de formas de aportar más omega-3 es un desafío", explica Alfonso Valenzuela, jefe del Laboratorio de Lípidos del INTA, de la U. de Chile, donde hace unos días se realizó el seminario internacional "Nuevos aceites para una nueva nutrición", con Guil como invitado.

"A veces una expedición es frustrante, porque encuentras la planta que buscabas, pero en ese momento solo tiene flores. O descubres que donde la bibliografía dice que debiera estar ahora hay un complejo turístico o un gran campo de alfalfa", comenta el investigador.

Pero otras veces han encontrado plantas silvestres cuya concentración de ácidos grasos bioactivos supera con creces a las que se cultivan para producirlo. Por ejemplo, en islas del Atlántico Norte ha identificado varias del género Echium, cuya concentración de ácido gamma-linoleico (GLA) -un omega-6 con propiedades medicinales, que ayuda a reducir la inflamación y se ha asociado con menor riesgo de cáncer- es mayor que el que se halla en la borraja cultivada ( Borago officinalis ).

Otro de sus hallazgos es el aceite de mijo del sol (Lithospermum arvense o Buglossoides arvensis ), que tiene más de 17% de ácido estearidónico (SDA), un omega-3 recientemente aprobado por la FDA como "nuevo alimento" y que se comercializa como aceite de Ahiflower.

Además de plantas, la bioprospección de omega-3 incluye insectos, especialmente para crear harinas que en acuicultura se usan en el alimento de peces de consumo humano.

La larva de polilla de la cera ( Galleria mellonella ) es una de las que está en la mira de investigadores. "Es mejor fuente de ácido alfa-linolénico (otro tipo de omega-3) que la linaza", dice Guil.

Pero una de las más promisorias es la mosca soldado negra ( Hermetia illucens ). En la U. de Almería han observado que al alimentar sus larvas con semillas ricas en omega-3 o subproductos pesqueros -como descartes de peces de bajo valor comercial-, los insectos aumentan hasta en tres veces su aporte natural de este ácido graso.

Harina de larvas de mosca soldado negra ya se está usando en Chile para alimentar salmones, dice Valenzuela. "Y a futuro podrían enriquecer muchos alimentos destinados al consumo humano, como harinas, salchichas y sopas", avizora Guil.

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