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Felipe Ramírez, ganador de la versión local del Global Teacher Prize:

"La educación hospitalaria no es un favor, es dar cumplimiento a los derechos del niño"

domingo, 14 de octubre de 2018

Margherita Cordano F.
Educación
El Mercurio

De un minuto a otro, el director de la Escuela Hospitalaria de Puerto Montt pasó de ser un docente que trabaja en el sur del país, a ser reconocido como el mejor profesor de Chile. Su pasión e innovación fueron claves.



Felipe Ramírez tenía once años cuando fue a su primera exposición de arte. Era 1997 y las obras de Fernando Botero se exhibían en un museo del centro de Santiago. "Mi sueño se volvió ser artista. Pero al mismo tiempo empecé a pensar que quizás era un sueño algo solitario. Yo lo que quería era entregarle el arte a la gente, compartir esa alegría que había sentido al ver una escultura, una pintura. Ese momento de fascinarse frente a algo... quería que más personas lo vivieran", explica. Entonces se tentó por estudiar Pedagogía en Artes.

Tras graduarse con distinción máxima de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Felipe (32) comenzó a trabajar una vez a la semana en una escuela de Las Cabras, en la Región de O'Higgins. "Me iba todos los viernes a hacer clases. Lo que ganaba me alcanzaba para cubrir el pasaje de ida y vuelta, además de una malla de paltas que me traía a la casa", cuenta entre risas. "Pero me sirvió para darme cuenta de que me producía mucha paz ese mundo más rural, más agrícola". Ahí nacieron sus ganas de irse a vivir al sur.

En 2011, Felipe optó por dejar su casa en San Bernardo y partió a trabajar en la Escuela Hospitalaria de Puerto Montt, recinto con el que había mantenido contacto mientras hacia su tesis.

"No conocía en detalle de qué se trataba. Aunque había estado indagando un poquito antes, todo era nuevo para mí", explica.

A varios años de ese primer encuentro, al preguntarle qué le gustaría que se supiera sobre las aulas hospitalarias, se apura en responder. "Primero, que se difunda que esto no es un favor ni un acto de altruismo. Es simplemente dar cumplimiento a los derechos del niño: el niño tiene derecho a la educación, tiene derecho a jugar y recrearse con otros. ¿Por qué va a perder esos derechos por estar hospitalizado?".

Primer cumpleaños

Lo segundo que a Felipe Ramírez le gustaría que se supiera de la educación hospitalaria es cómo fomenta el sentido de comunidad.

"Educar es mucho más que la transmisión y el manejo de contenidos; es la experiencia social fundamental de la infancia, lo que nos prepara para la vida. Un niño que no comparte con otro, que no tiene la oportunidad de tener amigos, deja de ser niño. Imagina ya estar enfermo y además perderse de todo eso. Es impresionante ver que para muchos de nuestros estudiantes, el primer lugar donde tuvieron un amigo fue en la escuela hospitalaria. Para algunos, el primer lugar donde los invitaron a un cumpleaños que no fuera de un familiar fue ahí", explica. Sus alumnos llegan a este colegio por una serie de condiciones: diagnósticos de cáncer o enfermedades psiquiátricas; procesos de rehabilitación o tratamientos quirúrgicos.

Los alumnos permanentes son poco más de 50, que se dividen por ciclos según su edad o desarrollo cognitivo. "A veces puedes tener un niño de 16 años, pero que mentalmente, debido al retroceso que ha sufrido por una enfermedad, está trabajando contenido de básica. Esto nos ha ocurrido sobre todo con quienes han sufrido accidentes de tránsito o que han sido operados de tumores cerebrales".

Más allá de los problemas que cada uno tenga, Felipe ha logrado encantar a todos los niños por igual utilizando la metodología del Aprendizaje Basado en Proyectos. Uno de sus frutos fue la creación de un libro gigante de 20 páginas, cada una de dos metros, con el que los alumnos exploraron sus emociones. También utiliza la técnica del Land Art, hacer arte en medio de entornos naturales.

Desde que en 2015 asumió la dirección de la Escuela Hospitalaria de Puerto Montt, el arte y las salidas pedagógicas son un sello del colegio.

Nueva seguidora

El jueves de esta semana, durante una ceremonia en la que participaron más de 500 personas, entre ellos autoridades como el subsecretario de Educación, Raúl Figueroa, y la subsecretaria de Educación Parvularia, María José Castro, Felipe Ramírez fue premiado como el mejor profesor de Chile. Semanas antes, desde Elige Educar le habían informado que era finalista del Global Teacher Prize Chile, la versión local de un concurso global que destaca a docentes de excelencia alrededor del mundo (ver recuadro).

"Las primeras horas han sido muy emocionantes, porque hay mucha gente que se siente representada en esta imagen, la de recibir un premio tan importante desde la pedagogía hospitalaria, desde regiones, desde la educación pública. Acá hay una suma de condiciones que son poco frecuentes y que ponen en valor la labor de colegas que hoy están en las aulas dando lo mejor de sí, en un trabajo que tantas veces es silencioso", comenta el profesor, a quien todavía le cuesta asumirse como el mejor de los mejores.

Al despertar el viernes, por ejemplo, le impactó saber que la ministra de Educación, Marcela Cubillos, lo había felicitado por Twitter, transformándose en una nueva seguidora de su cuenta en esa red social. "Felicitaciones por tu merecido premio", le escribió.

"El profesor es un referente para los estudiantes, para sus pares y para la sociedad. No cualquier profesional está dispuesto a asumir el reto de hacer de su vida un camino de transformación de otros".
RAÚL FIGUEROA,
SUBSECRETARIO DE EDUCACIÓN, A
PROPÓSITO DE LA CEREMONIA DEL GLOBAL TEACHER PRIZE CHILE 2018.

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