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Elecciones Electrónicas desde 1988

jueves, 04 de octubre de 2018

Economía y Negocios Online


José M. Piquer Director de Tecnologías de Información y Comunicaciones Universidad de Chile

Para el plebiscito de 1988 el comando del NO organizó un equipo de jóvenes ingenieros, estudiantes de la Universidad de Chile, para poder llevar un cómputo paralelo de los resultados, que permitiera entregar la información real aunque el gobierno militar tratara de alterarlos. La central de cómputos del NO se transformó en el centro de la noticia esa noche, cuando el centro de cómputos oficial dejó de entregar resultados abruptamente. Los periodistas se cambiaron simplemente de lugar, ya que el centro paralelo seguía entregando datos y el otro era sólo silencio.

A mi me tocó ver esto de lejos, ya que desde 1987 estaba en Francia cursando mi doctorado, pero me emocionó profundamente ver a todos mis compañeros dirigentes estudiantiles más mis colegas programadores formados en el DCC de la Universidad de Chile desarrollando una plataforma inteligente que estuviera en la primera plana de ese día.

Lo que se conoce menos es la historia siguiente de ese desarrollo. De alguna forma, fue el puntapié inicial de una larga secuencia de eventos importantes para los sistemas computacionales de apoyo a la implementación real de la democracia, donde el DCC de la Universidad de Chile siempre jugó un rol de liderazgo.

Años más tarde, en 1992, el nuevo gobierno democrático estaba recién instalado y tenía a su cargo organizar la primera elección nacional en democracia: las municipales. Para poder calcular los resultados, el sistema tenía que implementar la ley electoral (que era compleja y nunca se había implementado antes) además de recolectar los resultados por mesas, comunas, etc. Siendo antes que Internet realmente existiera (ese mismo año las universidades acabábamos de conectarnos al Internet mundial), el sistema debía recibir los datos desde las mesas (usando todo tipo de comunicaciones ad-hoc) y procesarlos para ir generando cómputos parciales y el final. Estos cómputos eran un gigantesco listado en papel que debía ser leído en conferencia de prensa, con porcentajes y resúmenes que eran políticamente muy sensibles, ya que era una primera prueba de las fuerzas de los partidos recién estrenados en democracia. Como el gobierno le daba mucha importancia a este sistema, decidieron asignarle el desarrollo a tres empresas distintas, de modo de asegurar que alguno de los sistemas iba a funcionar bien. Un par de semanas antes de la elección, hicieron una prueba de carga de los sistemas desarrollados y descubrieron, con pánico, que ninguno de los desarrollos daba tiempos de respuesta sensatos, y demoraban horas en procesar unas pocas mesas. Fue tan malo el resultado que, además de presionar a las empresas para que optimizaran los sistemas y entregaran una buena solución, nuestros viejos amigos dirigentes (ahora en el gobierno) nos llamaron a la universidad para pedirnos auxilio. La petición era bastante absurda: ¿podíamos desarrollar en un par de semanas una solución alternativa que procesara las mesas y generara los cómputos en el caso que ninguna empresa lograra entregar?

Nuestro grupo generó un equipo de trabajo de emergencia, que fue liderado por Edgardo Krell, quien estaba en la Superintendencia de AFP en ese tiempo y que generó una solución rápida y eficiente que finalmente, entregó los resultados esa noche. Todo fue tan rápido, que ni siquiera nos pagaron ese servicio oficialmente, y nunca le contamos a nadie lo que se había realizado. Una hazaña heróica, que le costó una tendinitis al programador jefe y que nunca entró a los libros de historia.

A cambio de ese trabajo épico, el ministerio del Interior le contrató al DCC por muchos años más el servicio de cómputo electoral, donde tuvimos un equipo de desarrollo dedicado a estos temas y ejecutaron elecciones por más de 10 años. Finalmente, este equipo humano se traspasó al Ministerio del Interior, donde se hicieron responsables de la operación de ahí en adelante.

Hoy que se conmemoran 30 años del plebiscito, creo necesario hacer un reconocimiento explícito a los profesionales jóvenes y dedicados (y anónimos) que lograron que la democracia se ejerciera con limpieza y certeza, además de una rapidez extrema en publicar que nos ha acostumbrado a resultados casi instantáneos hasta el día de hoy. Un homenaje sentido y cariñoso a todos ellos.

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