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El mundo se ha vuelto a achicar

lunes, 04 de agosto de 2008

Pablo Correa, Director de Estudios y Economista Jefe de Santander GBM
Economía y Negocios Online, El Mercurio

Durante las últimas décadas, Asia ha roto paradigmas, creando una nueva forma de entender el mundo, donde una de las principales tesis que se han levantado es el desacople entre el mundo industrializado y el mundo emergente, dada la nueva importancia relativa de este último bloque.







Cuando faltan pocos días para el inicio de los Juegos Olímpicos de Beijing, el mundo vuelve a poner sus ojos sobre China, que promete nuevamente sorprendernos.

Durante las últimas décadas, Asia ha roto paradigmas, creando una nueva forma de entender el mundo, donde una de las principales tesis que se han levantado es el desacople entre el mundo industrializado y el mundo emergente, dada la nueva importancia relativa de este último bloque.

Así, cuando a principios de año la crisis subprime estaba causando estragos en el sistema financiero de EE.UU., y pese a que había voces presagiando el colapso de la economía mundial, existía la percepción de que Asia y los mercados emergentes, en general, se habían desacoplado del ciclo "occidental" para mostrar su propia dinámica, lo que evitaría que la crisis financiera en Europa y EE.UU. desencadenara una recesión mundial.

Un semestre más tarde, todo indica que efectivamente ese contagio financiero no se dio -al menos no en la magnitud esperable- en tanto que las dinámicas comerciales en Asia y América Latina lograron que cerca del 50% del PIB mundial no sufriera un ajuste mayor. Se dio, afortunadamente, un buen y sano desacople.

Sin embargo, todo indica que el mundo se ha vuelto a "achicar". Este nuevo acople no viene de la mano de una crisis financiera, sino de un fenómeno mucho más simple y conocido: la inflación. Efectivamente, el ciclo inflacionario no es algo exclusivo de Chile, sino que se está produciendo desde Moscú a Kuala Lumpur.

El magro crecimiento de la oferta de una serie de productos -agrícolas, mineros, energéticos- después de un ciclo de expansión de la actividad global sin precedentes generó una fuerte y rápida reacción en los precios, algo para lo que, al parecer, no estábamos preparados.

Pero, afortunadamente, los recuerdos del ciclo inflacionario de los años 70 no han desaparecido de la mente de las autoridades monetarias o fiscales, como tampoco del mundo político.

Así, hemos visto cómo la mayoría de los países se han acoplado en un ciclo restrictivo, liderado por los Bancos Centrales, pero también apoyados por la disciplina fiscal. Si bien éste es el mejor escenario para prevenir que el mundo se sumerja en un ciclo de inflaciones altas y persistentes, tendrá un costo real probablemente mucho mayor que el de la crisis subprime.

Una política monetaria global más restrictiva se verá reflejada en una menor demanda, lo que puede dañar el pilar de este mundo dinámico y desacoplado; las exportaciones. El nuevo ciclo monetario -a diferencia de la crisis financiera en el mundo industrial- generaría menores flujos comerciales desde y hacia los mercados emergentes, lo que produciría una caída en el ingreso de estas economías, retroalimentando el efecto de la política monetaria sobre la demanda.

Una mala conclusión; lo que no logró la crisis subprime, la inflación probablemente sí: un nuevo acople en el ciclo económico mundial que nos sugiere un débil año 2009.

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