Hace siete años los afectados eran los pehuenches del Alto Biobío, con apellidos emblemáticos como Quintremán. El proyecto: la central hidroeléctrica Ralco y sus 570 MW de aporte al sistema eléctrico. Hoy, más de 2.000 kilómetros al norte, y con una crisis energética más profunda, los protagonistas son los Colque y Mamani, de las etnias aimaras y atacameñas que se oponen a la exploración geotérmica en la zona de El Tatio.
¿Origen de la polémica? La Corema de la Región de Antofagasta (II) aprobó el 3 de julio el Estudio de Impacto Ambiental de la iniciativa de la empresa Geotérmica del Norte -Codelco, Enap y la italiana Enel-, 120 kilómetros al este de Calama. En la zona, considerada sagrada por las comunidades indígenas, se realizarán sondeos que darían paso a la perforación de cuatro pozos a una profundidad de hasta 2.500 metros, para determinar su potencial geotérmico. Se invertirán US$ 20 millones.
Sin embargo, no es la única iniciativa de ese tipo en la alta cordillera. Desde la Gobernación del Loa ya se confirmaron sondeos geotérmicos en Apacheta, cerca de Ollagüe, a metros de la frontera con Bolivia.
Ello motivó que agrupaciones indígenas presentaran recursos de protección en los últimos días y que jefes comunales, como la alcaldesa de San Pedro de Atacama, Sandra Berna (DC), quien pertenece a la etnia atacameña, se sumara a los opositores. "Hemos aludido al impacto ambiental con acento en la defensa de siglos de cultura y tradición". Pero la injerencia de San Pedro de Atacama es limitada. El Tatio está bajo jurisdicción de la comuna de Calama y a cargo de comunidades de Toconce y Caspana. "Ellas tienen la última palabra", precisó Berna.
Parlamentarios y Gobierno han puesto paños fríos. El diputado Felipe Ward (UDI) dijo que confía en la gestión del ministro de Energía, Marcelo Tokman. En el Ejecutivo se reconoce que si bien el aporte de un proyecto geotérmico al SING -Sistema Interconectado del Norte Grande, que abastece de energía a las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta - es modesto, con sólo 40 o 50 MW (1,3% del total del SING), los bajos envíos de gas natural desde Argentina apenas cubren la demanda de ciudades y mineras. De allí que todo aporte energético sea bienvenido. En todo caso, se estima que el potencial geotérmico en todo el país alcanza a unos 3.350 MW, mucho más de lo que se espera generará el megaproyecto HidroAysén, en la Patagonia.