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Enólogos aseguran que hallazgo ofrece un enorme potencial:

Descubren en el valle del Itata 26 cepas perdidas tras realizar el primer mapeo genético en los viñedos de la zona

domingo, 30 de septiembre de 2018

SEBASTIÁN HENRÍQUEZ
Nacional
El Mercurio

En nueve comunas de Ñuble se desarrolla un inédito análisis, que encontró una gran variedad de cepas. Casi la mitad no estaba registrada en ningún banco del mundo.



Hace tres años, la vendimia en el valle del Itata, el río que cruza gran parte de la Región de Ñuble, terminó en una serie de protestas. Ello, luego que los viñateros de la zona, en su mayoría pequeños campesinos, decidieran manifestarse en contra de los bajos precios a los que les compraban la uva, que ese año alcanzó los $60 por kilo. Como el costo de producción bordea los $100, los productores llevaron la fruta a la plaza Independencia, en Concepción, y entregaron racimos a los paseantes. "Con lo que pagan, sale más a cuenta regalarla", diría un manifestante.

A la luz de un estudio que se desarrolla desde el año pasado en las nueve comunas que abarca la zona, puede que en los racimos que botaron haya habido más de algún tesoro oculto.

Se pensaba que en la zona solo había cepas tradicionales -país y moscatel-, pero desde hace unos años se han venido encontrando otras variedades, provenientes de Francia y España, como Cariñan, Cinsault y Cabernet.

Este hecho llamó la atención de Juan Ledesma, el enólogo y productor local que lidera el primer proyecto de mapeo genético que se hace en la zona, una iniciativa que financia el Fondo de Innovación Agraria. Había otros motivos para investigar más profundamente: este lugar fue donde se instalaron las primeras viñas en el país, apenas llegaron los españoles en el siglo XVI. Luego, durante la Colonia, arribaron jesuitas, que establecieron varias misiones productoras de vino, y una larga lista de migrantes de varios países europeos.

El primer análisis, terminado hace poco, superó las expectativas de los investigadores. "Encontramos 61 cepas diferentes, una diversidad que está muy por sobre lo que pensábamos", dice Ledesma. Así, a la lista de variedades presentes en el Itata se añadió la existencia de Hondarribi Beltza, originaria del País Vasco; Aramon, que viene del sur de Francia; y Palomino Fino, de Portugal, entre otras.

Pero la mayor sorpresa la representan 26 variedades que, de momento, figuran como "NN" en el estudio. Esto, porque al comparar su material genético con las muestras de centros nacionales y franceses no se encontró ninguna correspondencia. Son variedades que no existen en el mundo, salvo en Itata.

La situación recuerda al descubrimiento en 1994 de la cepa Carmenere en el país. Se pensaba extinta por la plaga de filoxera -insecto que arrasó las viñas europeas entre 1860 y las primeras décadas del siglo XX-, pero se detectó en Alto Jahuel, Región Metropolitana.

Philippo Pszczólkowski, agrónomo e investigador de la Universidad Católica que participó de ese hallazgo hace dos décadas, considera que encontrar estas 26 cepas perdidas representa "una noticia impactante, que tiene mucho potencial".

Pszczólkowski es cauto. "No es exactamente lo mismo, bien puede tratarse de cepas que se originaron en el país, lo que también es notable", explica, añadiendo que las variedades nativas son lo que el mercado del vino está buscando hoy.

El estudio, denominado "Rescate y puesta en valor de variedades de vid no identificadas de la Región del Biobío", no ha concluido. "Como los resultados fueron tan positivos, decidimos ampliarlo. De hecho, hay comunas importantes a las que no hemos podido ir", indica Ledesma.

Aun cuando quedan lugares por analizar -el valle tiene 10 mil hectáreas de viñedos-, el hallazgo ya plantea la necesidad. "Hay que determinar la historia de estas cepas, de dónde llegaron, ese es uno de los temas pendientes", cuenta el enólogo.

En caso de que sean variedades nativas, acota, la idea es resguardarlas: "Su material genético es muy importante. Son cepas adaptadas a las condiciones de la zona. Eso tiene un valor enorme". El resultado se podrá apreciar en marzo, cuando se embotelle la primera producción de las variedades halladas.

''Son variedades que están especialmente adaptadas; es una garantía, por ejemplo, ante el cambio climático". JUAN JOSÉ LEDESMA Enólogo y productor local

''El movimiento hoy es la búsqueda de variedades que son nuestras, que tienen ese valor". PHILIPPO PSZCZÓLKOWSKI Agrónomo e investigador de la U. Católica

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