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Nuevo libro "La intimidad pública":

Beatriz Sarlo ausculta la intimidad en tiempos de farándula e internet

domingo, 23 de septiembre de 2018

Juan Rodríguez M.
Ensayo
El Mercurio

"Me exhibo, luego existo", escribe la crítica argentina en su obra más reciente, recién llegada a Chile. Un ensayo sobre la mediática cultura del escándalo, de la que son parte también las redes sociales, que le sirve a la autora para desmenuzar nuestra subjetividad, su relación con la literatura y modas como la maternidad perfecta.



En la estación Acoyte del metro de Buenos Aires está el kiosco de Gustavo Coronil. Él es quien, con puntualidad e ironía, le cuenta a Beatriz Sarlo las últimas noticias de la farándula o del "show", como le dicen en Argentina. Un mundo que también conocemos en Chile: ese en el que las intimidades de sus protagonistas se exhiben por televisión y se reproducen y extienden en las revistas, en papel y digital, y en las redes sociales. El mundo de los famosos, es decir, de gente cuyo trabajo es la fama.

No se trata de cantantes, actores, futbolistas, y cualquier otro oficio, que llegan a ser estrellas gracias a su trabajo y, solo entonces, su intimidad se vuelve objetivo de la prensa de farándula. El caso de los famosos es distinto, pues la fama es el principio y el fin, no un derivado del estrellato, y se sustenta en la batahola, en el eterno retorno y exposición de escándalos que son siempre iguales y fugaces, intensos, hiperbólicos: infidelidades, filtración de fotos o videos, la traición de un amigo, envidias laborales... todo sirve como "escándalo de la semana".

"Me exhibo, luego existo", escribe Sarlo (Buenos Aires, 1942), en su libro más reciente, titulado con un oxímoron que tal vez da cuenta del absurdo de dicho universo: se llama "La intimidad pública", lo publica el sello Seix Barral y acaba de llegar a librerías chilenas.

La vecindad del escándalo

En principio, el libro se presenta como un ensayo sobre el mundo de los famosos y la cultura mediática. Sin embargo, también es una reflexión sobre el mundo de internet y las redes sociales. Sarlo anota que con la intimidad pública o exteriorizada ya no vale la separación entre público y privado, incluso habla de la "liquidación" de la intimidad o, más bien, "de lo que los tradicionalistas insisten en llamar así". "Me exhibo, luego existo. La intimidad en las redes y, de hecho, en los programas de chismes, es una nueva forma de subjetividad". Nos exponemos a otros que también se exponen.

El mundo de la fama, a diferencia del de las estrellas, no es ajeno y lejano para nosotros, los espectadores. Esa es una de sus gracias. Los famosos exhiben las banalidades de cualquier vida humana. Es más, usted podría llegar a ser un famoso, y de algún modo ya actúa como uno cuando, por ejemplo, sube esas sugerentes fotos a Facebook, Instagram, Twitter y otras redes: "El escándalo da la ilusión de restituir relaciones próximas y entendibles. Transcurre en un barrio llamado medios y redes, donde todo el mundo tiene derecho a sentirse vecino", escribe Sarlo.

"El escándalo -leemos- es la limitada magia de la cotidianidad. Quienes lo consumimos no tenemos vidas ni igualmente intensas ni igualmente interesantes. Los consumidores de escándalo saben que sus vidas transcurren en lo «siempre igual». Pero descubrimos que los famosos son tan vulgares como nosotros mismos. Este consuelo vale para todos. Para los famosos, porque no deben esforzarse ni pretender cualidades de las que carecen (quince días de ensayos valen para bailar frente a las cámaras y para casi todo lo que llega a las pantallas). Para el público, porque los famosos no son inalcanzables sino imitables".

Maternidad pública

Sarlo descubre que el escándalo tiene una contraparte y acompañante: "La exhibición pública de la maternidad". Abundan las famosas y los famosos que un día se sacan los ojos en vivo y en directo, y al otro nos cuentan que serán padres y dan un giro tiernísimo. Todo muy bien documentado con fotos y videos, donde no se deja de mostrar piel, gracias a lo cual seguimos casi en tiempo real el embarazo y luego el crecimiento del niño. Se repiten declaraciones de amor eterno a los hijos, el padre que besa la cabeza del recién nacido. "El escándalo es el lado oscuro de personajes que, casi sin transición, entonan el canto a la madre y sus hijos. En los medios, la maternidad tiene los mismos protagonistas que el escándalo", escribe Sarlo.

Pero tampoco se restringe a los famosos, se repite entre políticos y en general en las redes sociales. Y, como el escándalo, siempre es igual: "La oda a la madre feliz es cursi, como probablemente lo sea cualquier felicidad que no haya sido elaborada por la inteligencia sensible, o trabajada por el arte". Es una maternidad perfecta, pura realización de los deseos, en línea, según Sarlo, con nuevos feminismos que reivindican lo materno como esencia femenina. En este punto la autora lanza algunos dardos contra la alegre exhibición de amamantamiento; no contra el amamantamiento publico en sí, sino contra la superficialidad de la reivindicación. "Que una diputada amamante en la sala de sesiones no disminuye las dificultades de una mujer trabajadora que lo hace en el andén", dice Sarlo.

Simulacro o antiliteratura

No es casual la mención a la "inteligencia sensible", a propósito de la felicidad materna. Entre otras cosas, Sarlo ha escrito sobre arte, intelectuales y literatura; sobre Borges, Saer y "Martín Fierro"; sobre modernidad, subjetividad y novela sentimental. Y por eso no es extraño que le ponga atención a la narrativa de esta nueva subjetividad que es la intimidad pública. O más bien a la falta de narrativa: en el mercado del escándalo y en las redes sociales, Sarlo identifica una pobreza semántica y figurativa, una ausencia de narración y de matices en favor de la repetición y lo taxativo.

El escándalo y en general la intimidad pública son parte de la moderna pulsión por la vida interior. Desde la literatura del romanticismo al modernismo de Proust, Joyce y compañía, pasando por la novela sentimental y el folletín, la "intimidad fue uno de los grandes temas de la literatura". "La novela aprendió a escribir los estados de la conciencia y, crecientemente, esos estados limítrofes donde la experiencia se evadía de los controles racionales y aceptaba su naturaleza indómita", expone Sarlo. "No solo cambió la representación formal de la subjetividad, sino que también los personajes comenzaron a expresarse más abiertamente. Si se compara un personaje de Jane Austen, hecho de recato, de astucia y de racionalidad, con el desborde pasional de una adúltera de Tolstói, se comprende bien las transformaciones en la manera de expresar sentimientos. Los sentimientos establecen su imperio sobre la moral y las costumbres".

"Las novelitas sentimentales -continúa la autora- fueron una región de este vasto territorio donde habitan las subjetividades. Eran literatura de gran circulación entre nuevos públicos, y no solamente entre mujeres. Pero mantenían esa especie de contención respetuosa sobre los bordes de la intimidad [...]. El amor de la novela popular tenía sus reglas; quebrantarlas implicaba provocar el destino y abrir puertas a la desdicha. En consecuencia, la intimidad que representaban estas ficciones estaba regulada".

¿Se puede trazar una progresión que lleve desde la intimidad literaria hacia el mundo de la intimidad pública? ¿Es una progresión o introspección en lo que Freud llamó inconsciente?, ¿una "huida a las tinieblas", según el título de una de las novelas de Arthur Schnitzler, cuyo paradójico resultado es la total iluminación de lo íntimo?, ¿una transparencia absoluta que acaba con la interioridad? "La intimidad hoy liberada es materialista y extrovertida: el cuerpo y sus actos no se sugieren ni se muestran a medias", apunta Sarlo. Es decir, es un "simulacro de intimidad a disposición de todos".

"Me exhibo, luego existo. La intimidad en las redes y, de hecho, en los programas de chismes, es una nueva forma de subjetividad".Abundan las famosas y los famosos que un día se sacan los ojos en vivo y en directo, y al otro nos cuentan que serán padres y dan un giro tiernísimo.

Abundan las famosas y los famosos que un día se sacan los ojos en vivo y en directo, y al otro nos cuentan que serán padres y dan un giro tiernísimo

"Me exhibo, luego existo. La intimidad en las redes y, de hecho, en los programas de chismes, es una nueva forma de subjetividad".

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