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La dura advertencia de Ricardo Caballero al gobierno de EE.UU.

domingo, 27 de julio de 2008


Economía y Negocios Domingo

El destacado economista chileno y director del Departamento de Economía del Massachusetts Institute of Technology generó un encendido debate con una columna publicada por Financial Times y luego por RGEMonitor.com (que autorizó a "El Mercurio" su reproducción).






Una idea equivocada del riesgo moral

Aquí vamos nuevamente. Los dos pilares de los mercados financieros de Estados Unidos y mundiales, Fannie Mae y Freddie Mac, se han visto envueltos en la actual crisis financiera. De seguro, nadie en su sano juicio espera que estas instituciones dejen de operar; el problema es cómo y cuándo el gobierno intervendrá.

El secretario del Tesoro, Henry Paulson, ha anunciado el primer paquete de ayuda que incluye una posible capitalización. Los términos todavía no están claros, pero albergan la esperanza de que el Tesoro se haya dado cuenta de cuán peligrosa se ha convertido su estrategia contra los tenedores. El viernes pasado el rumor era que el secretario Paulson insistía en que cualquier potencial plan gubernamental de rescate no beneficiaría a los accionistas de las firmas. De hecho, si él continúa con el modus operandi adoptado durante la intervención de Bear Stearns, no sólo los accionistas no se beneficiarían, sino que serían "ejemplarmente" castigados.

El estándar racional para tal estrategia es que hacer lo contrario podría incentivar el "riesgo moral". Es decir, podría incentivar la excesiva toma de riesgo de parte de inversionistas que cuentan con la garantía de que el gobierno los cubrirá por sus errores y contratiempos. Una interpretación un poco más cínica es que el salvataje podría acarrear costos políticos al dar la imagen de que se favorece a los ricos por encima de las familias trabajadoras que se enfrentan a las ejecuciones hipotecarias.

Desafortunadamente, mientras cualquiera de estas motivaciones sería correcta en tiempos normales, la estrategia "antirriesgo moral" del secretario Paulson ha sido extremadamente contraproducente en el actual ambiente económico. Esta política simultáneamente dificulta la habilidad del sector privado para resolver la crisis y exacerba la probabilidad de episodios de pánico. Hay dos razones para este fracaso.

Primero, una solución del sector privado a la actual crisis requiere inyecciones de capital fresco en las instituciones financieras. Sin embargo, en un ambiente de incertidumbre generalizada donde la reacción instintiva es escapar del riesgo, es más probable que el capital privado se mantenga alejado por demasiado tiempo. Así, la política correcta es impulsar y apalancar la toma de riesgo por parte de privados, no desincentivarla con una constante amenaza de castigo haciendo que una situación ya frágil empeore. El riesgo de la política económica está agravando la resistencia del sector privado a capitalizar las firmas financieras.

Las instituciones financieras generalmente están sujetas a las fallas de coordinación, por las que una repentina pérdida de confianza puede provocar la caída de una institución que en otras circunstancias sería sólida. Está garantizado que las instituciones mejor manejadas y capitalizadas son menos propensas a sufrir una corrida de capital -no es una sorpresa que haya sido Bear Stearns en lugar de JP Morgan la que cayó- pero ninguna institución es inmune al pánico.

Se ha entendido siempre que es una buena política económica ayudar a las instituciones financieras a sortear crisis de esta naturaleza, y que el rol central de las autoridades en este tipo de eventos es estabilizar las expectativas con la esperanza de que una vez que el pánico se haya desvanecido sean los fondos privados, y no públicos, los que impulsen la recuperación.

De hecho, es esta perspectiva la que guió tanto a la Reserva Federal como al Departamento del Tesoro para apoyar a Bear Stearns en los días previos a su venta forzada. Al castigar a los tenedores, el Tesoro escogió herir a quienes había invitado para estabilizar la situación pocas horas antes. Al hacerlo, pudo haber dañado su habilidad para apalancar sus políticas con el apoyo del capital privado, un aspecto central para el éxito de una política que busca enfrentar un problema de falla de coordinación.

Segundo, durante períodos de alta incertidumbre y de potenciales corridas, los especuladores son los únicos propensos a sacar réditos del socialmente ineficiente pánico vendedor. Los rumores y la presión persistente para vender eventualmente debilitan a los inversionistas y depositantes cautelosos.

Desafortunadamente, al escoger castigar a los accionistas, el secretario Paulson ha premiado a los vendedores de posiciones cortas y aumentó sus municiones para alimentar más inestabilidad financiera. De nuevo, mientras las ventas cortas juegan un rol muy útil durante tiempos normales, pueden convertirse en una fuente de inestabilidad durante períodos de mucha incertidumbre.

En resumen, dada la extrema fragilidad del actual escenario económico, no hay duda de que es mejor equivocarse por el lado de inducir el "riesgo moral" que el riesgo de desalentar las iniciativas del capital privado y alentar los ataques especulativos y el comportamiento predatorio.

El fallar en la correcta evaluación de los riesgos y el obsesionarse con el "riesgo moral" esta vez conlleva un gran peligro de que el sistema financiero pueda sucumbir a un problema mucho más serio de aversión al riesgo.

Dada la extrema fragilidad del actual escenario económico, no hay duda de que es mejor equivocarse por el lado de inducir el "riesgo moral" que el riesgo de desalentar las iniciativas del capital privado y alentar los ataques especulativos y el comportamiento predatorio".

Encontró oposición en la red

En su aparición en el "Foro de los economistas" del Financial Times, Caballero sembró más críticas que aplausos. Tres economistas europeos sumaron sus voces contra lo que calificaron como un "enfoque equivocado".

"Si entiendo a Ricardo correctamente, su punto de vista es que en tiempos de mucha incertidumbre, el que finalmente asume el riesgo no debe ser el inversionista, sino el ciudadano que paga sus impuestos. ¿Es esto capitalismo?", cuestionó -entre otros- el editor económico del FT, Martin Wolf.

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