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Nueva evidencia arqueológica:

Los mayas y aztecas criaban animales salvajes para sacrificios

viernes, 14 de septiembre de 2018

Richard García
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

La costumbre fue probablemente heredada de los teotihuacanos, cultura mesoamericana que se desarrolló hace casi 2 mil años.



Los jaguares, serpientes y águilas no solo formaban parte de la mitología de los antiguos pueblos precolombinos mesoamericanos. Evidencia arqueológica reciente revela que estos y otros animales silvestres eran habitualmente cazados, transportados desde largas distancias y criados en recintos especiales, con el fin de usarlos luego en sacrificios religiosos.

Fue testigo de ello el propio conquistador de México Hernán Cortés, quien conoció el vivario de Tenochtitlán -también conocido como el zoológico de Moctezuma-, donde pudo ver lo que describió en su relato como "leones, tigres, lobos, zorros y diversos gatos", como también aves acuáticas, de rapiña, un cernícalo y un águila. Estos animales eran mantenidos en jaulas individuales construidas con gruesos maderos, con espacios para tomar el sol y cubrirse de la lluvia.

Cuidados y alimentados

Ahora, su existencia ha sido ratificada por los arqueólogos del proyecto Templo Mayor del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que hallaron algunos de sus huesos. "Hemos encontrado, mediante el estudio de enfermedades crónicas y degenerativas, además de fracturas regeneradas, que al menos los jaguares, águilas reales, águilas harpías, espátulas rosadas y lobos estaban en cautiverio", cuenta a "El Mercurio" Israel Elizalde, arqueólogo que forma parte del equipo de investigación.

"Aún no hemos realizado estudios para determinar su procedencia, pero sabemos que al menos eran cuidados y alimentados en la ciudad".

A partir de los datos arqueológicos, comprobaron que muchos de los animales que ahí vivieron fueron posteriormente depositados en las ofrendas del Recinto Sagrado de Tenochtitlán. A algunos los enterrarons completos, pero en otros casos se ocupó su piel. "Los huesos largos de los grandes carnívoros y rapaces se utilizaron como punzones de autosacrificio, y las plumas de diversos colores era empleadas por los amantecas, personas especialistas en el trabajo de la pluma, para adornar tocados, divisas, escudos, etcétera", detalla Elizalde.

Hasta ahora se ha determinado que la evidencia más antigua de este tipo de prácticas tuvo lugar en la ciudad de Teotihuacán, que se desarrolló hace unos 2 mil años. En la pirámide de la luna, la arqueóloga Nawa Sugiyama, investigadora de la Universidad George Mason (EE.UU.), encontró evidencia del cautiverio de felinos, cánidos, aves rapaces y otras especies silvestres, los cuales estudió en detalle para su tesis doctoral.

"No hay escritos o datos que refieran a un espacio donde los tenían en cautiverio como en el caso de los mexicas o aztecas", señala Elizalde.

Sugiyama acaba de publicar esta semana en PLOS One el hallazgo de evidencia similar en la ciudad maya de Copán, en lo que hoy es Honduras. En la tumba de una mujer joven encontró huesos de dos ciervos, un cocodrilo y el esqueleto completo de un puma.

El análisis de estos restos y también de los de jaguares descubiertos en otra tumba revelaron que la mayoría de estos animales eran alimentados con presas que consumían maíz, es decir eran mantenidos en cautiverio por un tiempo prolongado antes de ser sacrificados.

¿Es posible que también lograran que tuvieran crías? "Hasta ahora no es suficiente la evidencia para sostener esa posibilidad", reconoce Sugiyama a "El Mercurio" .

"Probablemente los capturaban cuando eran mucho más pequeños, tal vez de cachorros, porque eso facilita el transporte", dice.

La arqueóloga sostiene que los mayas habrían aprendido esta práctica de los teotihuacanos, ya que esa cultura todavía estaba vigente cuando surgió la ciudad de Copán en el siglo V, cuyo gobernante fundador asimiló muchos de sus elementos culturales.

El estudio reveló que los ciervos eran empleados como alimento. En cambio otros eran reservados para el sacrificio.

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