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Ajedrez, liderazgo y propósito

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Economía y Negocios Online


Gabriel Moura CFO Itaú

En el ajedrez no está permitida la ayuda. Ahí está la belleza del juego. Estás atrapado a una serie de movimientos determinados por decisiones previas, donde las opciones cambian dramáticamente con cada decisión, con cada movimiento.

En sólo tres jugadas se producen cerca de nueve millones de distintas alternativas para ubicar una pieza en el tablero. Hay alrededor de 288 mil millones de diferentes posiciones posibles después de cuatro movimientos, y el número de alternativas, en la jugada número cuarenta, es mayor que el número de átomos existentes en el universo observable...Pero no es necesario conocer esos datos para tener éxito en el juego. Sólo necesitas estar preparado para ver más allá del oponente.

Esta descripción del juego del ajedrez no es distinta de la realidad que cada día enfrentan empresarios y gerentes mientras toman decisiones como lanzar un nuevo producto, ingresar a un nuevo mercado o posicionar una marca.

Cada decisión se va sumando a la anterior. A la larga, las decisiones que tomas -y también las que no-, van dándole forma al negocio y marcando su rumbo. Pero ¿Qué tipo de negocio? ¿Uno competitivo? ¿Sustentable? ¿Rentable? A estas alturas es una obviedad decir que las decisiones que tomamos tienen un tremendo impacto en el éxito o el fracaso de nuestro negocio.

Sin embargo, está menos claro qué tipo de conocimientos, habilidades y actitudes son necesarias para tomar buenas decisiones y tener un negocio exitoso. Cuando se pide definir al líder ideal, muchos pueden enfatizar en rasgos como inteligencia, tenacidad, determinación y visión, características tradicionalmente asociadas al liderazgo. O sea, tradicionalmente definimos liderazgo por las habilidades demostradas por el norteamericano Bobby Fischer, en su legendaria victoria -en la sexta partida- frente al soviético Boris Spassky, durante el campeonato mundial de ajedrez de 1972.

No obstante, las habilidades para tomar buenas decisiones de negocios pueden ser diferentes a las que naturalmente tiene un gran maestro del ajedrez. Es verdad que habilidades como la inteligencia y cierto grado de capacidad analítica y técnica, son requisitos mínimos para el éxito. Pese a que existe una diferencia fundamental entre el ajedrez y los negocios que completa los requerimientos de liderazgo que se necesitan hoy: mientras en el ajedrez no está permitida la ayuda, tener un equipo talentoso en los negocios para apoyar el proceso de toma de decisiones no es sólo deseable, sino una necesidad absoluta.

Steve Jobs y Steve Wozniak fundaron Apple; Larry Page y Sergey Brin crearon Google. Todos ellos se han referido a la importancia de la confianza mutua y de tener diferentes puntos de vista en las discusiones y al tomar decisiones. Quizás lo más importante es que todos ellos han discutido la relevancia de tener al más talentoso equipo posible para construir negocios que valen cerca de un millón de millones de dólares.

Por lo tanto, lo que hace a un o una líder ideal en los negocios, es su capacidad de atraer y reunir personas talentosas. Sin embargo, en un mercado hipercompetitivo, es más fácil decirlo que hacerlo, por lo que hay una pieza faltante en el puzzle del liderazgo ideal.

Tal vez una de las principales diferencias entre los profesionales promedios y los talentosos es que el primer grupo necesita de un trabajo y el segundo necesita de un propósito. La gente talentosa se mueve por valores: más por los "por qués" y menos por los "cuándos" y los "cómo". Esto es lo que separa a los millennials de las generaciones previas: no son maximizadores de ganancias, son maximizadores de propósitos y muchos líderes no están listos para enfrentarlos.

Por lo tanto, la principal habilidad en el liderazgo de los negocios modernos es la búsqueda, definición y comunicación de un propósito. Una vez, Mark Twain dijo que los dos días más importantes en la vida de las personas son cuando nacen, y el día que descubren por qué. Asumo que sabes qué día naciste, pero ¿Puedes decirme por qué?.

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