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Humberto Garrido:

La lucha del rector del Liceo de Aplicación

domingo, 09 de septiembre de 2018

Andrés López
Reportajes
El Mercurio

Siempre soñó con dirigir su liceo de niño. Dos meses después de asumir el cargo, debió presentar una querella tras amenazas en su contra de alumnos de los llamados "overoles blancos". Logró identificar a algunos, expulsar a otros y tras la acción judicial está viviendo un período de paz. "Hay muchos estudiantes que están comprometidos ya y han cambiado", dice.



"Nuestro puñal apunta a ti".

A las 9.20 del 22 de junio pasado, mientras los alumnos del Liceo de Aplicación estaban en recreo, un grupo de encapuchados lanzó panfletos alusivos al nuevo rector, un hombre que llevaba recién diez días en el cargo: "Has firmado tu sentencia con tus actos. Nuestro puñal apunta a ti".

Tres días después, el cerco se fue achicando.

"El día 25, un grupo de individuos se encapuchó dentro del establecimiento y procedió a destruir mi oficina. En el acto, seis encapuchados procedieron a ingresar al interior de la oficina rompiendo la puerta de acceso, lanzando bombas de pintura a las paredes, quebrando vidrios de las puertas, destruyendo un calefactor y la impresora. Finalmente, uno de éstos -que vestía con un overol de color amarillo- lanzó desde la salida de mi oficina en el segundo piso el computador de trabajo en mi contra, ya que en esos instantes me encontraba en el patio del liceo observando esta situación".

Este es parte del relato contenido en la querella que presentó en agosto Humberto Garrido, rector del Liceo de Aplicación de Santiago, contra tres alumnos, por el delito de amenazas, denuncia en la que grafica los episodios que ha sufrido desde el 22 de junio hasta el mes pasado.

Ese día 25 de junio, el mismo encapuchado bajó al patio y se dirigió al rector Garrido. "Procede a darme empujones, gritándome en varias oportunidades lo siguiente: 'No te metái, esto es política'".

Pocas horas antes de que los encapuchados entraran a su oficina, Garrido había recibido un "soplo" de que ahora el ataque sería hacia él. Eso lo puso en alerta.

La acción judicial presentada por el rector fue declarada admisible hace dos semanas por el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago.

Desde su estreno como rector del Liceo de Aplicación, Garrido tuvo que cambiar su rutina. Ahora en las mañanas ya no viaja en metro, llega en auto y Carabineros le presta protección.

EL SUEÑO DEL RECTOR

A sus 38 años, el sueño de Humberto Garrido San Martín era poder dirigir el Liceo de Aplicación, establecimiento donde se educó cuando era un niño de la Villa O'Higgins en La Florida, hijo de una dueña de casa y de un operario de una empresa de iluminación. Después de estudiar Pedagogía en la UMCE, de hacer clases, ser inspector general y director de varios colegios en San Miguel y Puente Alto, lo iba a cumplir. Fue seleccionado por la Alta Dirección para dirigir el "Aplica".

Pero ahí estaba su sueño convertido en pesadilla, en su primer día como rector. Ese 12 junio, Garrido estaba en Cumming parado frente a un grupo de encapuchados, en medio de estudiantes que observaban y de carabineros que trataban de disipar a los manifestantes. Fue ahí que Garrido lanzó su primera advertencia: "Vayan a clases o comenzaremos a llamar a sus apoderados".

La nueva administración del Liceo de Aplicación puso en marcha su plan. Consistía en pasar lista por bloques durante los desmanes, y sancionar a los que no estaban en la sala. Los efectos que trajo esa medida fueron dos: que "la banda de los overoles" decidió realizar barricadas antes del ingreso a clases y que Garrido se convirtió en su blanco.

"ATENTE A LAS CONSECUENCIAS"

El 27 de junio continuaron las amenazas con más panfletos en contra de Garrido. En uno de ellos por primera vez aparecía el nombre de la agrupación: Insurgentes en rebeldía (IER).

"El 5 de julio, a eso de la 9.20, nuevamente un grupo de encapuchados ingresa a mi oficina, dando vuelta el mobiliario, quebrando vidrios y tomando documentos, carpetas y archivos, para luego dirigirse al patio ubicado en el primer piso y proceder a quemar documentos sustraídos de mi oficina. Asimismo, un encapuchado golpeó de puño en el pómulo derecho a un funcionario cuando trataba de detenerlos", relata Garrido en la querella.

El 1 de agosto nuevamente lanzaron panfletos con amenazas, esta vez dirigidas a él, por la desvinculación de unas "tías del almuerzo". "Si no atente a las consecuencias", decía el panfleto.

Pero la impunidad de algunos de los participantes llegó a su fin el 10 de agosto. Gracias a la ayuda de vecinos del sector que llamaron a Carabineros, los efectivos policiales detectaron a un grupo de estudiantes del Liceo de Aplicación con capuchas en sus pertenencias: "El personal policial se acercó al sector y controló la identidad de un joven perteneciente a segundo medio del establecimiento, quien mantenía en su poder guantes negros de cuero, una botellas de néctar boca ancha y panfletos. Con ayuda de otros funcionarios policiales, se logra controlar la identidad de otros dos sujetos, un alumno de segundo medio y otro de tercero medio, quienes mantenían en su poder panfletos y un pasamontañas. El panfleto que les fue encontrado señalaba: 'Por tus caprichos recibirás acción como estas y otras. Reintegración a las tías del aseo', con un fondo de barricadas incendiarias, del mismo tenor y forma que los lanzados en mi contra días anteriores", señala la querella del rector.

Garrido dice que a raíz de las medidas tomadas, como pasar lista en todos los bloques, se logró determinar un grupo de 50 estudiantes que estaban en los lugares de los incidentes como observadores.

El grupo es integrado por alumnos de primero a cuarto medio. En la primera línea están los que atacan a carabineros, los más experimentados. Luego están "los cocineros", que se dedican a preparar las bombas molotov. Finalmente, hay otra parte de la banda que se dedica a reclutar a estudiantes para que participen en las acciones y es por este motivo que había muchos espectadores. Fue a ese grupo el que persiguió Garrido.

LAS CARTAS DE LOS PADRES

El rector Garrido dice hoy que las amenazas cesaron.

Pudo tener efecto que de los 56 alumnos que fueron sometidos al proceso sancionatorio, 30 se arrepintieron y asumieron su culpa. Para ellos fue decretada la condicionalidad. Sus padres se comprometieron a través de cartas a que sus hijos nunca más se verán vinculados a hechos de violencia. Algunos justificaron que sus hijos se acercaran a ver a los encapuchados porque los empujaba la adrenalina. Muchos de esos padres son también ex alumnos del liceo y apelaron a ese sentimiento, a la tradición.

Pero hubo cuatro cancelaciones de matrícula y 11 expulsiones.

El perfil de esos alumnos -dice el rector- no difiere de otros estudiantes del liceo, cuyas familias son de esfuerzo y apuestan por el tipo de educación del famoso establecimiento. Por lo mismo, agrega, no logra identificar un patrón común entre estos jóvenes.

Sentado frente a un café, Humberto Garrido dice que puso la querella con la intención de dejar una constancia de lo que ocurría. Porque si bien se detuvo a esos estudiantes, aún no sabe quién está detrás de las amenazas y eso le preocupa.

-¿Cómo fue entrar a un trabajo que anhelaba y enfrentar de inmediato una crisis?

- Un crecimiento total, porque, imagínate, ya estoy preparado para cualquier establecimiento -se ríe un poco y agrega-: un crecimiento profesional en cuanto a la negociación, a las emociones, a pasar de la angustia al posicionamiento, a la confianza. Así están terminando estos meses. De sentir que vamos por el buen camino, de que tenemos el apoyo de la mayoría de la comunidad. Me han dado mucha energía los resultados que estamos teniendo. Hay muchos estudiantes que están comprometidos ya y han cambiado".

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