Dólar Obs: $ 922,00 | -0,97% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.336,65
IPC: 0,50%
Contado por él en 1983 en un libro de Patricia Politzer

El 11 de Andrés Chadwick

domingo, 09 de septiembre de 2018


Reportajes
El Mercurio




"Fue tan fuerte el impacto que le produjo el golpe militar, que, junto con quemar sus libros en el patio de la casa, borró sus ideales de joven izquierdista. A los 17 años , era uno de los pocos partidarios de la Unidad Popular que estudiaban en el Colegio Alemán del Verbo Divino. Luego conoció al abogado Jaime Guzmán y se convirtió en un destacado dirigente juvenil del gremialismo, principal sustento político del gobierno de Pinochet. "Mi transformación -dice- fue producto de la razón".

Así comenzaba la presentación de Andrés Chadwick en el libro "Miedo en Chile", publicado en 1985 por la periodista, en el que entrevistaba a chilenos de distinto origen e ideología, con la idea de reconstruir un pedazo de la historia de Chile. Relatos que comenzaban con el golpe militar.

El de Chadwick partía así:

"Me enteré del golpe por la radio, como todo el mundo. No me acuerdo bien cómo fue, solo recuerdo que esa mañana fui a misa y que allí supe de la muerte de Allende. Sentí pena.

Me resultaba contradictorio ver a la gente amiga tan contenta con lo que había pasado (...). Es que yo era simpatizante de la Unidad Popular, y para mí fue una situación violenta, mezcla de tristeza, de frustración, de no entender, de verse envuelto en algo muy extraño e incomprensible. Es un recuerdo de tristeza, de mucha confusión y de temor. Temor no por mí, sino por la situación de mi hermana y de José Antonio (Viera-Gallo, su cuñado). (...). Fue muy impresionante estar viendo la televisión y oír que José Antonio salía llamado en las listas. Esas listas de los que tenían que presentarse, de los que había que delatar. Eso, unido a la muerte de Allende y al bombardeo a La Moneda, era lo que a uno le impactaba y le permitía darse cuenta de que todo esto iba a tener efectos mucho más intensos que los que se podían prever en ese momento. (...)

Yo era el único partidario de Allende en la casa y tuve que quemar todas mis cosas en el patio. ¡Una cosa ridícula! Pero empezó una especie de temor, porque no se sabía cuáles eran los límites de lo que estaba pasando (...). Como andaban buscando a José Antonio, podían allanarnos, y yo tenía mi pieza llena de cosas. Bueno, la típica adolescencia de izquierda, con afiches, libros y declaraciones que tuve que romper. (...)

Viéndolo desde la perspectiva de hoy... en ese momento en que quemé mis libros, quemé todo y borré una etapa.(...)

Yo estaba embarcado en algo en forma muy idealista y dentro de un ambiente que era completamente contrario a lo que yo pensaba. Estaba en el último año de colegio en el Verbo Divino y era simpatizante del MAPU. Era de los poquísimos partidarios del gobierno que había en el colegio. Pero no era militante. No sé bien por qué no adquirí mayores compromisos; quizás, el ser militante habría significado romper demasiado, romper con todos los amigos que me rodeaban, y seguramente eso me inhibía y me limitaba (...).

Al final de la UP me fui desilusionado, pero el golpe fue terminar demasiado abruptamente, fue como pelear a puñetes y que, de repente, te dejen K.O. (...) Fue un quiebre violento y psicológicamente me hice como un paréntesis, porque al final del colegio lo tengo en blanco. Estaba entre desamparado y desilusionado (...). Lo que más me dolía era que mis amigos me decían que era una posición snob . "Tú lo tienes todo -me alegaban-, para ti es muy fácil". Era como ser el niñito de izquierda que le gusta rebatir y plantear todo lo contrario de lo que dicen los demás (...). No sé si me dolía porque no me entendían o porque sentía que ellos tenían razón. Con la perspectiva del tiempo parece que fuera lo último".

Después de contar cómo conoció a Jaime Guzmán en la UC y su entrada a la UDI, Chadwick hacía un análisis del momento, pleno 1983:

"Mirando desde el 80 hacia atrás, a mí me hubiera gustado una normalización política y social del país más rápida, más clara y más definida. Con una mayor normalidad se hubieran podido controlar muchas de las situaciones políticas, sociales y económicas que hoy se lamentan.

Desde el 80 en adelante, cuando ya quedó claro un camino político, me hubiera gustado un impulso y un avance mucho más fuerte y decidido en la transición política (...)

Es verdad que las protestas abrieron oídos que estaban sordos y ojos que no querían ver. El ruido de las cacerolas sonó fuerte. ¡En eso fueron importantes las protestas! Pero yo creo que en la medida en que la gestión del Presidente mantenga la línea ya señalada y se vayan dando pasos, el gobierno va a ir recuperando la adhesión.

A mí no me cabe ninguna duda de que Pinochet nos va a llevar a la democracia, no solo porque creo en él, sino porque -más allá de la persona- hay una Constitución que nos lleva a la democracia. (...).

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia