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EXPOSICIÓN Sintonía del arte y la arquitectura en Chile:

Arquitectos acuarelistas llegan al Museo Andino

domingo, 09 de septiembre de 2018

CECILIA VALDÉS URRUTIA
Artes y Letras
El Mercurio

Poner en valor la obra en acuarela de destacados arquitectos nacionales busca esta exposición, inaugurada ayer en el Museo Andino, en el Parque Santa Rita. Y entre cuyos participantes se encuentran premios nacionales como Juan Martínez, Jorge Aguirre Silva, Alberto Cruz Covarrubias, Mario Pérez de Arce, junto a otros 30 autores.



La historia del primer premio nacional de Arquitectura, Juan Martínez Gutiérrez (1901-1976), sorprende. Recién egresado de arquitectura, a los 26 años, postuló al Concurso internacional para el Pabellón de Chile en la Exposición de Sevilla. Y lo ganó. Corría 1927. Fue a recibir el premio a España donde fue destacado por Alfonso XIII, y se inscribió como un proyecto notable y atípico dentro de la modernidad. Pero el futuro arquitecto siguió por varios años recorriendo Europa y aprendiendo de los modernistas, gracias a la venta de sus acuarelas. Al volver a Chile, se recibe y se transforma en el arquitecto de las grandes edificaciones modernas: la Escuela Militar, el Templo Votivo de Maipú, la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, el Hospital Clínico José Joaquín Aguirre.

Pero su lenguaje más íntimo sigue siendo la acuarela. Y son algunas de esas piezas -como su vigorosa y moderna "Mujer en Rojo" o las vistas de Estocolmo y Venecia- las que dan inicio a la exposición "Arquitectos acuarelistas" en el Museo Andino, ubicado en Alto Jahuel.

Juan Martínez es el mayor de los arquitectos acuarelistas que exponen, pero "es el de más libertad con el color y la composición, para su tiempo, con un dominio asombroso de la técnica", sostienen los curadores. El director del Museo Andino, Hernán Rodríguez Villegas, subraya "su genialidad".

La arquitecta y artista Micaelina Campos, presidenta de la Fundación Museo Casa de la Acuarela, fue la mentora de este proyecto. "El que demoró cerca de tres años y donde participaron en su convocatoria el Colegio de Arquitectos y varias escuelas de arquitectura. Es un mundo del arte más desconocido y de extraordinario valor". Incorpora una cantidad considerable de archivos familiares, lo que implica también recuperar una memoria", añade el historiador del arte y director de la fundación, Juan Manuel Martínez.

De la línea a la mancha

Hernán Rodríguez imagina cómo debió haber sido la acuarela de Frank Lloyd Wright. Y se remonta hacia un maestro de la escultura: Rodin, "¡quien plasmaba, primero, en acuarela todo su proyecto de obra!".

Sin embargo, la acuarela en la carrera de arquitectura empezó en el siglo XX, en Chile. Era habitual que la utilizaran no solo para la coloración de los planos, sino también como formación plástica. "Juan Martínez fue autodidacta, pero al ingresar a arquitectura, en 1918, se inscribió también en la Escuela de Bellas Artes, donde fue alumno de Juan Francisco González. Porque en la Universidad de Chile recién en 1939, con Israel Roa, empezó la cátedra de acuarela. En la Universidad Católica, en cambio, tuvieron clases formales desde el tiempo del gran profesor español Ignacio Baixas", relata Micaelina Campos.

El Premio Nacional de Arquitectura 1965, Jorge Aguirre Silva (1916-1998), fue otro gran cultor de este arte que demanda la inmediatez. Es también un reconocido arquitecto del movimiento moderno. Diseñó el edificio del Ministerio de Transportes, entre otros. Mientras "su acuarela es más simple y luminosa con colores que capturan el nacimiento del sol en un paisaje, muy sensible con la naturaleza", señala Hernán Rodríguez. Se exhibe un paisaje sutil, que maneja el color y es muy moderno para su tiempo.

"El hecho es que al situar a estos arquitectos en su época se podría pensar tal vez que trabajaban más la línea, pero lo que se ve en sus acuarelas es un tránsito hacia la mancha, hacia el claroscuro", subraya el historiador del arte.

El arquitecto Carlos Martner (1926) -hermano de la muralista María Martner, cercana a Neruda- es abiertamente un acuarelista abstracto. "Se exponen obras sintéticas con un manejo y soltura del color, de húmedo sobre húmedo, técnica que inventó Lea Kleiner", precisa el historiador. "Su acuarela es muy sugerente con un juego de luz y sombra, son árboles u hombres, que imaginan cordilleras que empiezan a iluminar", destaca Rodríguez.

El autor de una de las creaciones más originales de Chile, A lberto Cruz Covarrubias (1917-2013), y su concepción de la arquitectura de la Escuela de la UCV -en palabras del historiador Mario Góngora-, cultivó también una acuarela genuina como su visión de la arquitectura-poesía, contemporánea, abstracta y espiritual. Se exhiben dos piezas sobre san Francisco, patrono de la Escuela de la UCV. El arquitecto y profesor Bruno Barla cuenta a Artes y Letras que "Alberto Cruz se enclaustraba dentro de sus dibujos en cuadernos, custodiando su intimidad. Las transparencias en sus acuarelas son un soporte para un escribir-dibujar pensante. Son transparencias luminosas, velos sobrepuestos que dan profundidad al espacio plano de papel... "La capilla del Fundo Pajaritos -destaca Barla- es la máxima expresión de Alberto Cruz en la construcción de una luz arquitectónica, de una luz para orar. Y la acuarela con su transparencia, desde lo plano del papel, lo acerca a esa tridimensionalidad, a esa luz para orar...".

Familias de grandes artistas: Swinburn, Antúnez, Echenique

Un artista y arquitecto que se entregó a ambos oficios con similar intensidad fue Exequiel Fontecilla Larraín (1916-1988). Levantó y restauró importantes iglesias y capillas en Chile, asesoró el Convento de San Francisco. Fue alumno del pintor Miguel Venegas. Obtuvo la Primera Medalla en Acuarela en el Salón de Bellas Artes de 1958, entre otras distinciones. Ganó una beca a España para profundizar en esta técnica. Se exhiben acuarelas tempranas suyas en su estilo figurativo sobre ciudades españolas, como Toledo (1949), "con cielos tormentosos y golpes de luz", destacan los curadores. Hay también una original escena de unos caballos ensillados alimentándose tal vez en Las Majadas de Pirque, cuando era solo un campo familiar.

Un caso particular es el de Nemesio Antúnez . Derivó totalmente a la pintura. Contaba a Artes y Letras cómo sucedió: "Estudié arquitectura porque me gustaba, desde los 11 años, pero en tercer año había un curso en el que hacíamos acuarela, allí mojaba el papel y hacía unas cuantas manchas. Esa magia de poder trasladar un pasaje o un cerro adentro de un papel me fascinó. Ahí dije: soy pintor. La acuarela me mostró el futuro". Se expone un paisaje abstracto de Algarrobo, un sillón y un particular barco. Pintó acuarelas sobre nadadores y una sobrecogedora "Aguas en la ventana", entre muchas más.

El arquitecto Juan Echenique Guzmán (1919-2000), quien proyectó junto a Pablo Burchard la Embajada de Chile en Argentina y la de Brasil, autor de edificios en Ismael Valdés Vergara y de algunos de los primeros de alta tecnología, desarrolló ampliamente esa sintonía de arte y arquitectura. Pero cuando se internaba solo en la acuarela se volvía hacia paisajes sobre agua, en su estudio en El Pangue. Se exhibe una vista de Zapallar.

"La participación del arquitecto Jorge Swinburn Pereira (1934) -un pionero de las casas modernas en Chile, de los años 50 y 60 con la impronta de Le Corbusier- es muy significativa", resalta Micaelina Campos. "Fui alumna de él en la Universidad de Chile, en los años 70: era el gran taller de arquitectura de un gran arquitecto, con una sensibilidad y conocimiento que nos marcó. Incorporamos en la muestra una acuarela muy evocadora y linda sobre el Parque Forestal. La idea es hacer en un futuro una exposición individual de él, también de Monserrat Palmer y de Fernán Meza, quien mezclaba las acuarelas con tinta de plumón".

Las acuarelas de Jorge Swinburn Pereira -nieto del maestro Enrique Swinburn Kirk- se centran en una mirada profunda y sensible del paisaje chileno. Heredó mucho el ojo estético de su padre, el también reconocido arquitecto y pintor Carlos Swinburn, quien pintaba los ríos y campos del valle central. Buscó una mirada genuina, más chilena y no de estudio, por eso sus acuarelas son más figurativas y realistas, precisan sus conocedores.

Otra familia de arquitectos es la del Premio Nacional 1989, Mario Pérez de Arce Lavín (1917-2010), especialmente conocido por la iglesia del Verbo Divino. Su acuarela de paisaje es atmosférica, más devastada y poética. Mientras Pérez de Arce Antoncich -autor de la remodelación de la Plaza de Armas- tiene una acuarela de paisaje que es más figurativa, con más expresividad.

Conocidos y sorpresas

José Covacevich (1933-2016), coautor del proyecto del edificio de la ex Unctad, está con un paisaje semiabstracto. En tanto, la acuarela de Francisco Ehijo sobresale por su logro estético: es un paisaje de Chiloé con esos cielos cubiertos pesados y ese horizonte infinito, celebran los curadores.

Y entre otras figuras está representado el arquitecto Vicente Philippi Izquierdo (1917-1938) con una particular acuarela de paisaje de Santiago. Mientras que de Ventura Galván se exhiben notables composiciones de la calle Sucre, en Ñuñoa, que ya es solo historia, y una de El Melocotón.

El arquitecto A lfredo Recart (1945) participa con una marina inserta más en la tradición británica, con un tratamiento muy sugerente del cielo. Mientras, para la curatoría, " Alberto Collados , el señor de las 'Cartas al Director', ha sido toda una sorpresa. Su acuarela es una especie de Valenzuela Llanos del paisaje chileno", subraya el director del Museo Andino. Todo ello, eso sí, dejando en claro -junto a Micaelina Campos y Juan Manuel Martínez- que "esta exposición es la primera hebra que abre a un mundo de arquitectos acuarelistas, en la que faltan muchos y donde varios darían para una muestra individual solo de acuarelas". El arquitecto y profesor de la Universidad de Chile, Antonio Sahady, da luces de este fenómeno: "Cuando los arquitectos intentan transmitir la emoción que deriva de la mancha del acuarelista, del toque cromático certero, del derrame perfecto del agua envolviendo pigmentos, rozan las dimensiones de la felicidad".

Estas acuarelas, la mayoría nunca antes expuestas, dan cuenta de un mundo revelador y de gran valor plástico.

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