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Tendencia Nuevo libro del historiador israelí:

Yuval Noah Harari y el futuro de hombre dominado por los algoritmos

domingo, 09 de septiembre de 2018

DANIEL SWINBURN
Entrevista
El Mercurio

El joven historiador, superventas israelí, está convencido de que la humanidad avanza hacia la desaparición de su condición actual como consecuencia de la biotecnología y la inteligencia artificial. En su nuevo libro, "21 lecciones para el siglo XXI", ahonda sobre sus tesis futuristas, aunque él se niega a usar esa palabra en sus especulaciones.



Yuval Noah Harari ha vendido millones de ejemplares de "Sapiens" y "Homo Deus", libros que, partiendo desde la prehistoria del hombre, culminan en un hipotético futuro con el hombre convertido en un ser con poder similar al de los dioses de la mitología griega. Sus textos son un ejercicio que mezcla ciencia, historia, multitud de datos, antropología, biología, opinión y también ficción, o mucha imaginación. Su éxito también está dado por un ameno estilo de redacción que aliviana temas a veces muy abstrusos, aunque no siempre lo logra. Harari lanza ahora su nuevo libro, "21 lecciones para el siglo XXI" (Debate), donde busca preparar a la gente para los temas que definirán el futuro de la humanidad en este siglo; todos ellos, forzosamente, serán de carácter planetario. Harari accedió a responder "6 preguntas" a "El Mercurio".

-Usted incorpora en su ameno estilo de narración, su propia biografía, con episodios, anécdotas, experiencias personales, formando un entrelazado entre su vida y su tesis. ¿Cómo definiría su libro "21 lecciones para el siglo XXI"? ¿Ensayo, periodismo, ciencia, historia, divulgación?

"Mi primer libro, 'Sapiens', estudió el pasado humano, examinando cómo un simio insignificante se convirtió en el gobernante del planeta Tierra. Mi segundo libro, 'Homo Deus', explora el futuro a largo plazo de la vida humana, contemplando cómo los humanos podrían eventualmente convertirse en dioses. Sin embargo, no podemos vivir en el futuro o en el pasado. El conocimiento es realmente útil solo si nos ayuda a lidiar mejor con el presente. Por lo tanto, '21 lecciones' intenta usar las perspectivas y lecciones a largo plazo de los dos primeros libros para dar claridad a los debates políticos actuales. ¿Qué nos enseña el pasado y futuro de la humanidad sobre la crisis de la inmigración, el cambio climático y el terrorismo?.

En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder. La censura no solo funciona bloqueando el flujo de información, sino más bien inundando a la gente con falsas informaciones y distracciones. Escribí '21 lecciones' para ayudar a la gente a ver el presente con mayor claridad, y empoderar a todos para que se unan a los debates más importantes de nuestro tiempo.

Al hacerlo, me permití contar un poco más sobre mí mismo y mi vida personal porque pienso que es importante que los lectores comprendan de dónde vengo. Hablando del pasado distante y el futuro distante, me fue más fácil adoptar una perspectiva imparcial y objetiva. Pero al hablar de asuntos de actualidad, inevitablemente mis experiencias personales influirán en mi entendimiento. De modo que es bueno que los lectores conozcan mis prejuicios y puntos ciegos".

-Usted es un historiador del mundo y de los procesos macrohistóricos. ¿De qué modo se reconcilia su oficio con el recurso permanente que usted hace de la predicción del futuro? ¿Es útil la historia para predecir el futuro, ya sea de forma optimista o distópica?

"Recalco repetidamente que no predigo el futuro y que nadie lo puede hacer. Nadie tiene idea de cómo será el mundo en el 2050. Lo único que hago es utilizar mi conocimiento de la historia para plantear preguntas sobre el futuro y pintar un mapa de posibles escenarios. Cuáles serán los escenarios que verdaderamente se harán realidad depende en gran medida de nuestras propias decisiones. El punto de hablar sobre el futuro es ser capaz de hacer algo al respecto. ¿Cuál es el beneficio de hacer profecías sobre cosas que no podemos cambiar para nada?.

Yo agregaría que la historia no es el estudio del pasado, sino más bien el estudio del cambio. Los historiadores investigan de qué modo los procesos políticos, económicos, culturales y tecnológicos cambian el mundo. Basados en dichas investigaciones, pueden ayudarnos a comprender los cambios que pueden ocurrir en el futuro y la mejor manera de prepararnos para tales cambios. El objetivo no es aislar un único e inevitable escenario, sino más bien hacernos conscientes de una amplia gama de posibilidades que en general no tomamos en cuenta".

-El conocimiento que usted tiene de disciplinas y su comprensión para analizar su posible destino en todo el mundo es prácticamente universal. Se parece al ideal del hombre humanista. Un Da Vinci del mundo de hoy. Pero usted no cree que esta definición adoptada por el hombre, por el Homo sapiens, hace 500 años, sobreviva. ¿Cree que puede ser reemplazada por el dataísmo? ¿Cuál es la diferencia entre el humanismo y el dataísmo?

"El humanismo creía que los seres humanos pueden obtener una amplia comprensión del mundo en su conjunto. Una educación humanista nos alienta a comprender las relaciones entre muchas cosas -política, economía, filosofía, arte.

El dataísmo es casi exactamente lo opuesto. El dataísmo asume que el mundo es tan complicado que ningún ser humano puede tener una amplia comprensión de él. En lugar de ello, los humanos deberíamos enfocarnos en producir pizcas separadas de datos: emails , tuits, búsquedas en Google, registros médicos. Estas pizcas de datos son procesadas por algoritmos de Grandes Datos, que luego les dicen qué hacer a los humanos. Amazon nos dice qué comprar, Google nos dice en qué debemos creer, Uber nos dice dónde ir y con el tiempo, algún algoritmo incluso nos dirá qué debemos estudiar, con quién nos debemos casar y por quién debemos votar. A medida que los algoritmos se vayan haciendo más poderosos, nos estaremos alejando cada vez más del ideal humanista".

-De las 21 lecciones que usted propone para enfrentarnos al siglo XXI, ¿cuál considera urgente abordar en este momento para asegurar la supervivencia de nuestra cultura mundial?

"La lección más importante es que los problemas globales precisan soluciones globales. La humanidad se enfrenta ahora a tres principales desafíos: la guerra nuclear, el cambio climático y la disrupción tecnológica. Estos desafíos son todos de una naturaleza global y no pueden ser resueltos por una sola nación. El Gobierno chileno no puede proteger a Chile de una guerra nuclear ni contra el calentamiento global, a menos que coopere con los gobiernos de China, Estados Unidos, Rusia y muchos otros países. Del mismo modo, si uno teme el potencial disruptivo de la inteligencia artificial y la bioingeniería, no puede pretender que el Gobierno de Chile regule por sí solo estas tecnologías. Supongamos que Chile prohíbe la producción de sistemas de armas autónomas y la generación genética de bebés humanos. ¿Qué se lograría con eso si los Estados Unidos producen robots asesinos y China crea superhombres genéticamente mejorados? Muy pronto hasta Chile se vería tentado a terminar con su propia prohibición por temor a quedar atrás. Dado el inmenso potencial de estas tecnologías disruptivas, solo pueden ser reguladas por medio de la cooperación global".

-En el capítulo sobre ciencia ficción de su libro, hay un interesante contrapunto entre dos historias clásicas, "Intensamente", de Pixar, y "Un mundo feliz", de Huxley. Usted ve en ellas dos posibilidades de evolución de nuestro Yo, amenazado por la inteligencia artificial y los nuevos desafíos culturales. ¿Es posible, en su opinión, que nuestro yo se reinvente, se reforme y "salga de su caja"? ¿Es necesario?

"Para reinventarnos a nosotros mismos, primero debemos conocernos mejor. La gente tiende a identificarse con la corriente de pensamientos y deseos que surgen constantemente en nuestra mente. 'Pienso esto... Quiero aquello ...'. Durante siglos, los seres humanos han luchado para crear tecnologías que hagan más fácil expresar nuestros pensamientos y satisfacer nuestros deseos. Pero estas mismas tecnologías nos revelan ahora que nuestros pensamientos y deseos son solo procesos bioquímicos que pueden ser pirateados y manipulados por sistemas externos. El hecho más importante de vivir en el siglo XXI es que ahora somos animales pirateables. Las corporaciones y los gobiernos tienen finalmente la tecnología para descifrar, manipular y controlar incluso nuestros pensamientos y deseos.

Entonces, si mis pensamientos y deseos son en realidad el producto de un lavado de cerebro corporativo y la propaganda gubernamental, ¿quién soy? Esta es naturalmente una pregunta muy antigua. Durante miles de años sabios y santos le han aconsejado repetidamente a la gente que 'se conozca a sí misma'. Sin embargo, en los días de Sócrates, Jesús y Buda, no existía una verdadera competencia. Aunque uno no se conociera a sí mismo, seguía siendo una caja negra para el resto de la humanidad. Ahora en cambio hay competencia. Mientras leen estas líneas, los gobiernos y corporaciones están intentando piratearlos. Si logran conocerlos mejor que ustedes mismos, les podrán vender cualquier cosa que deseen -ya sea un producto o un político.

Existen muchos posibles métodos que pueden ayudarlos a conocerse mejor. Yo personalmente practico la meditación Vipassana (https://www.dhamma.org/en-US/index). Medito durante dos horas todos los días y voy todos los años a un largo retiro de 60 días. Pero hay cientos de otras técnicas de meditación y muchos otros métodos que se basan en terapias, arte e incluso deportes. Diferentes métodos pueden funcionar mejor para diferentes personas. Pero, sea cual sea el método que uno adopte, es importante hacerlo rápidamente porque no queda mucho tiempo para que los algoritmos nos pirateen".

-En su opinión, ¿cree que la misión que han tenido hasta ahora el arte y la belleza, en la historia del Homo sapiens, cambiará radicalmente con el surgimiento de nuevas tecnologías y la biotecnología?

"El arte es extremadamente importante. Toda cooperación humana a gran escala se basa en historias ficticias. El arte cumple un rol vital en crear y divulgar dichas historias. La gente cree en Dios porque ha visto cuadros de Dios, ha leído poemas acerca de Dios y ha disfrutado con obras de teatro sobre Dios. La gente puede sacrificar su vida por la patria porque cuando eran pequeños vieron películas heroicas sobre valientes soldados que murieron por la patria. Del mismo modo, nuestra creencia en la mitología moderna del capitalismo se basa en las creaciones artísticas de Hollywood y la industria del pop. Creemos que comprar más cosas nos hará más felices porque hemos visto el paraíso capitalista en la televisión.

En el siglo XXI el arte también tendrá un rol fundamental. La pregunta es quién hará ese arte. A medida que la biotecnología hace posible el pirateo de las emociones humanas, y a medida que los computadores comprendan mejor cómo funciona el sistema operativo humano, tal vez los algoritmos se convertirán en los mejores artistas del mundo. Eso realmente dependerá de nuestra definición de arte. Muchos dicen que el principal objetivo del arte es inspirar emociones humanas. Si es así, el instrumento que tocan todos los artistas es el sistema bioquímico humano. Así como un músico toca las teclas del piano para producir Do, Re y Mi, el artista toca los botones de nuestro cerebro para producir alegría, asombro o tristeza. Y si los computadores pueden manipular los botones del cerebro mejor que cualquier ser humano, ¿no los convierte eso en los mejores artistas?".

"En el siglo XXI el arte también tendrá un rol fundamental. La pregunta es quién hará ese arte".

"El hecho más importante de vivir en el siglo XXI es que ahora somos animales pirateables".

"La humanidad se enfrenta ahora a tres principales desafíos: la guerra nuclear, el cambio climático y la disrupción tecnológica".

"A medida que los algoritmos se vayan haciendo más poderosos, nos estaremos alejando cada vez más del ideal humanista".

"La historia no es el estudio del pasado, sino más bien el estudio del cambio".

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