Dólar Obs: $ 947,68 | -0,10% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.242,15
IPC: 0,40%
Desde los comicios de 1989, que marcaron el retorno a la democracia, que no se vivía esta polarización política:

Por qué Brasil enfrenta sus elecciones más radicalizadas e impredecibles en tres décadas

sábado, 08 de septiembre de 2018

Jean Palou Egoaguirre
Internacional
El Mercurio

El apuñalamiento del candidato Jair Bolsonaro -cuyo estado es estable- ha coronado un proceso lleno de sobresaltos, marcado por el escándalo Petrobras. Con uno de sus protagonistas en la cárcel, y el otro en el hospital, la campaña ha tomado un rumbo desconocido.



"Nunca le hice mal a nadie" fue el primer descargo de Jair Bolsonaro, tras haber sido apuñalado y gravemente herido el jueves durante un acto proselitista. El candidato de extrema derecha -convaleciente de una operación de urgencia para contener una hemorragia interna- envió un video a sus seguidores desde el hospital en el que lo atendieron. "Yo me preparaba para un momento como este porque uno corre riesgos. Pero, de vez en cuando, uno lo duda. ¿Será que el ser humano es tan malo así?", agregó el capitán en retiro, hablando con notoria dificultad, aunque consciente y lúcido, al punto que incluso citó su lema de campaña: "Estaremos con el corazón y la mente teniendo siempre a Brasil encima de todos y a Dios encima de todo".

A solo 30 días para la primera vuelta electoral, el atentado contra Bolsonaro ha agregado dramatismo a unos comicios que, ya desde antes de este inédito episodio de violencia política, eran considerados como los más radicalizados desde el retorno a la democracia en Brasil. Un proceso lleno de sobresaltos, marcado desde un inicio por los coletazos del megaescándalo de corrupción en Petrobras. Y cuyo desenlace sigue abierto, quizás ahora más que nunca.

Los comicios "Lava-Jato"

A diferencia de los triunfos claros de Lula da Silva en 2002 y 2006, en los últimos comicios presidenciales celebrados en Brasil, en octubre de 2014, Dilma Rousseff ganó la reelección en segunda vuelta por el resultado más estrecho desde el fin de la dictadura (51,6% contra el 48,3% de Aécio Neves), quizás un preámbulo de la actual incertidumbre. Apenas seis meses antes, el juez Sérgio Moro había iniciado la operación Lava-Jato, para investigar los desvíos de dinero de Petrobras a partidos políticos y contratistas, y recién comenzaba a conocerse el alcance real de una trama de corrupción que terminaría golpeando duramente al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.

Estos últimos cuatro años han estado marcados por la profunda crisis política producto de esa investigación, así como la recesión económica de dos años que sufrió el país. La destitución de Rousseff en 2016 -que aunque no fue por Lava-Jato, sí tuvo influencia ese caso y la situación económica-, así como el impopular gobierno de Michel Temer -su Vicepresidente que la sucedió sin ser refrendado en nuevos comicios- han contribuido a la polarización en el actual proceso electoral.

"Esto no surgió ahora o ayer. El atentado a Bolsonaro lamentablemente no es un acto aislado, sino que refleja un crecimiento de la radicalización que se acumula en los últimos años", comentó Eduardo Grin, cientista político de la Fundación Getúlio Vargas. "Este nivel de polarización se observa en la prensa, en las redes sociales e incluso en la convivencia diaria, entre amigos y familiares".

La operación Lava-Jato, por otro lado, ha tenido otra repercusión en esta elección: debido a una norma de 2015 que prohíbe que las empresas donen a las campañas, los candidatos deben limitarse a los que les asigne de unos fondos públicos. En total, se trata de unos US$ 484 millones, repartidos entre 35 partidos, lo que ha hecho que esta sea una campaña muy austera en comparación a las últimas.

Multiplicación de

candidatos

Otra consecuencia de la crisis generalizada de la clase política ha sido una mayor fragmentación, que ha provocado que en el actual Congreso haya un récord de 28 partidos representados. Este fenómeno se ha repetido con los candidatos presidenciales: en estos comicios se presentan 13 aspirantes, el mayor número desde las elecciones de 1989 -las primeras celebradas en 28 años-, cuando hubo 22 postulantes.

De ese numeroso grupo, al menos cinco candidatos tienen opciones reales de pasar a segunda vuelta, ya que Bolsonaro, quien lidera los sondeos, apenas tiene 22% de intención de voto, por lo que el umbral para pasar al balotaje es muy bajo. Detrás de él, la ecologista Marina Silva y el izquierdista Ciro Gomes empatan con 12% de apoyo, pero Geraldo Alkmin (de la Social Democracia Brasileña) sigue cerca, con 9%, y Fernando Haddad, la carta del PT para suceder al encarcelado Lula, llega al 6%. Pero él aún no hace campaña como candidato formal y se desconoce si el ex Presidente logrará traspasarle su apoyo (que en sondeos anteriores llegaba al 39%).

Este escenario ha extremado las posiciones. "El PT se puso en una posición más radical, cuestionando la legitimidad del sistema legal y con propuestas que llevaron a la crisis económica. Y nunca en el pasado hubo un candidato ideológicamente de derecha como Bolsonaro", dijo el analista y sociólogo Simon Schwartzman. "En el pasado, los candidatos trataban de conquistar al elector promedio, pero en esta elección buscan los extremos, y todavía no es claro quién va a ocupar el centro".

Cárcel versus hospital

La pauta electoral había estado marcada hasta ahora por la situación judicial de Lula -el gran favorito de las elecciones-, quien ha insistido en ser el candidato del PT, pese a que cumple más de 12 años de cárcel, y según la Ley de Ficha Limpia, está inhabilitado para presentarse.

Pero el ataque a Bolsonaro modifica ahora el foco de interés noticioso: si Lula está preso, el candidato que sí puede postularse y que va primero en las encuestas está en el hospital.

"Esto crea un escenario nuevo. Ahora existen dos candidaturas victimizadas: la de Lula en la cárcel, y la de Bolsonaro, por el atentado contra su vida. Creo que va a haber un fuerte uso de esto en la campaña", aseguró el politólogo Edson Nunes. "No hay que minimizar la posibilidad de que los seguidores religiosos de Bolsonaro describan su sobrevivencia como una 'señal de Dios para proteger al salvador de la patria'", añadió.

Ahora entra a jugar el factor emocional. "La conmoción causada por el atentado debería promocionar aún más la candidatura de Bolsonaro. Él va a seguir en la prensa por mucho tiempo, y va a capitalizar muy bien este acto. Va a hacer campaña por las redes sociales y sus seguidores dirán que 'el mito sigue vivo'", sostuvo Grin, quien destacó que el perjudicado sería Lula, "quien va a desaparecer de la atención mediática por un tiempo".

El factor contención

Tras el apuñalamiento de Bolsonaro, el escenario de radicalización sufrió un pequeño respiro: en sus franjas televisivas, los candidatos interrumpieron sus ataques más virulentos y condenaron la violencia política.

"Por ahora han suspendido sus campañas de ataque frontal a Bolsonaro, y han llamado a la moderación. Mi expectativa es que siga así", dijo Schwartzman.

No está claro cuánto durará esta contención ni a quién beneficia. "En un primer escenario, se va a bajar el nivel de la disputa, lo que incluso le da la posibilidad a Bolsonaro para que modere sus posturas y empiece a dialogar con el elector medio", afirmó Grin. "En ese caso, creo que el PT sería el que más sufriría; va a tener más dificultad para moderar su discurso precisamente por el clima de radicalización entre petistas y antipetistas", aseguró el experto, quien no descarta que ocurra todo lo contrario. "En un segundo escenario, Bolsonaro podría hablar desde el calor de lo que le ocurrió, y apelar a toda la rabia y odio contra el PT, la izquierda y radicalizar aún más su discurso. Tenemos que esperar".

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia