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Reportaje En 2019 podría haber un nuevo evento:

Filsa 2018: la última, tal como la conocemos

domingo, 26 de agosto de 2018

Roberto Careaga C.
Revista de Libros
El Mercurio

Después de 37 años, la Feria Internacional del Libro de Santiago está en crisis. No contará con las más grandes editoriales de Chile ni con los Diálogos Latinoamericanos y esta podría ser la última vez en la Estación Mapocho. Pero, habrá feria y Perú pretende brillar como país invitado.



Hace casi un mes, la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa) recibió una noticia preocupante: una ordenanza de la Municipalidad de Santiago prohibía que usaran la plaza trasera de la Estación Mapocho, donde por décadas han instalado una gran carpa que permite que la feria tenga casi el doble del tamaño que tendría si ocupara solo el interior de la estación. La ordenanza no solo los afectaba a ellos, sino que a cualquier otro tipo de evento que quisiera utilizar ese espacio, pero la Filsa tenía otro problema en curso que convertía la situación en una verdadera crisis. A inicios de agosto, las más grandes editoriales que operan en Chile, como Penguin Random House (PRH) y Planeta, decidieron no participar en la feria. Años de desacuerdos gremiales los llevaron a la decisión. El horizonte se veía oscuro.

Un mes después, no hay un sol radiante en el frente, pero las cosas se ven mejor. La Cámara Chilena del Libro, entidad que organiza la Filsa desde sus inicios en el Parque Forestal, hace 37 años, hizo gestiones ante la Municipalidad y consiguió que por este año los dejaran instalar la carpa. Apelaron al compromiso que tienen desde hace dos años con Perú, que será el país invitado para la versión 2018. Pero eso no sirvió para que pudieran llegar a un acuerdo con la Corporación del Libro y la Lectura, el organismo que agrupa a las grandes editoriales.

Así, en el evento que se inicia el 25 de octubre no estarán presentes Zig-Zag, Ediciones UC, Santillana, Catalonia, Edebe, PRH y Planeta, que por años instalaban sus pabellones en el centro de la Estación. Esta no solo será una Filsa distinta, sino que probablemente será la última como la conocemos.

"Estamos convencidos de que nuestra industria editorial, los lectores y el país no merecen una feria internacional del libro desmedrada e improvisada, menos si en su organización están excluidos los editores, un factor decisivo en la generación de autores y libros chilenos", decía la carta de la Corporación del Libro y la Lectura con la que anunció que se restaba de la feria. Fue el corolario de una larga disputa gremial que, hace tres años, significó que este grupo de editores abandonaran la Cámara del Libro para formar su propia entidad, la que se suma a la Asociación de Editores de Chile y a la Cooperativa de Editores Furiosos.

Filsa 2018

"La Filsa está confirmadísima. Nunca ha estado en duda su realización", sostiene Viviana Azócar, gerenta de la Cámara del Libro. Fue ella la que intentó destrabar el desacuerdo con la Corporación del Libro y la Lectura, pero dado que no tuvo frutos ahora está enfocada en sacar adelante la nueva feria. No es fácil: las editoriales que no asistirán son por lejos los mayores productores de libros en Chile (solo el grupo PRH tiene 27 sello editoriales) y, a la vez, las casas de los escritores más reconocidos del país.

"Pero los libros de las grandes editoriales van a estar en la Filsa, a través de los distintos libreros que tienen sus stands . Si alguien busca, por ejemplo, un best seller o una novedad de Penguin va estar en la feria. Y hoy día estamos en un trabajo para que los autores chilenos estén también en la Filsa, como siempre, haciendo firmas de libros, encontrándose con los lectores", cuenta Azócar, que añade que uno de los grandes aliados ha sido Perú, el país invitado, que ya comprometió la presencia de 36 escritores, entre ellos Alfredo Bryce Echenique y Daniel Alarcón (ver recuadro), pero traerá a representantes de 20 editoriales peruanas, quienes en Chile participarán en las Jornadas Profesionales, que se desarrollarán entre el 29 y 30 de octubre.

A estas, se suman una serie de actividades ya confirmadas: este año, el autor homenajeado será Vicente Huidobro, a siete décadas de su muerte, mientras que se implementarán las Mesas de Género, que durante cada día de la feria tendrá a escritoras y mujeres líderes en diferente ámbitos, reflexionando sobre el rol de la mujer. Hasta ahora, el programa cultural cuenta con alrededor de 350 actividades, lo que da cuenta de una feria viva, pero también radicalmente más acotada que las tradicionales: los últimos años llegó a tener 700 actividades. "Es cierto que va a ser una Filsa distinta, pero eso no significa que sea mala. Esto nos invita a pensar y repensar más los contenidos", dice Viviana Azócar.

Repensar se ha vuelto un imperativo este año. Además de la bajada de las grandes editoriales, el Consejo del Libro y la Lectura decidió que ya no realizará en la Filsa los Diálogos Latinoamericanos, encuentros que desde hace siete años han reunido entre 12 y 14 autores del continente en la feria. Se habían transformado en un pequeño emblema del corazón cultural de la Filsa, pero tenían poco impacto. El Consejo decidió trasladar los diálogos a La Furia del Libro, que se realizará entre el 13 y el 16 de diciembre en el Centro Cultural GAM.

Para la Cámara del Libro perder los diálogos no fue una sorpresa. "Hemos realizado siete versiones y la convocatoria general de los diálogos no era muy alta. Y el Ministerio de las Culturas pensaba lo mismo", cuenta Azócar. Pero los fondos que entrega el Consejo del Libro para la realización de la Filsa, y que representan alrededor del 15% de todo el costo del evento, no variarán en 2018.

Un comité para la feria

Según Arturo Infante no hay vuelta atrás. Dueño de editorial Catalonia, fue presidente de la Cámara del Libro (2013-2105) y ahora es presidente de la Corporación del Libro y la Lectura. Está seguro de que la decisión de restarse de la feria "precipitó el cambio". "Era un ciclo que estaba en declive y tiene que nacer otro. Y creo que en eso hay consenso. Eso sí, no se puede suprimir la Filsa sin tener inmediatamente un sustituto. Sería fatal perder un espacio de esta magnitud", dice.

La actual disputa gremial tiene un correlato cultural. Por años se vienen escuchando quejas en el ambiente literario sobre el carácter de la feria: que no es más que un mall de libros, que ya no vienen escritores internacionales relevantes, que el programa cultural es deficiente... El público, sin embargo, nunca ha descendido. Según Infante, la feria ya perdió su sitio: "Filsa, durante mucho tiempo, era el gran evento cultural de Chile, pero ya no lo es. Ahora está el Festival Puerto Ideas, que es un fenómeno nuevo, pero capaz de traer un programa cultural impresionante. También lo hacía La Ciudad y las Palabras (de la Universidad Católica). La Filsa se fue quedando en una gran cosa comercial y fue perdiendo categoría", asegura.

Ante la crisis actual, la Cámara del Libro está -por primera vez- abierta a cambiar el modelo de gestión de la Filsa. Viviana Azócar cuenta ya se comunicó con las otras tres organizaciones editoriales para plantearles que la próxima feria sea repensada. Entre todos. De alguna forma, se está reflotando una idea que surgió en 2014. "La Cámara del Libro está dispuesta y tiene el compromiso de armar un comité, ya no solo para el programa cultural, sino que para toda la estructura de la feria, para pensar una nueva Filsa", dice Azócar. "Y si ese comité organizador determina que el modelo sea una fundación, muy bien, será una fundación. La Filsa termina el 11 de noviembre y se citó para el 19 de noviembre a conformar este nuevo comité. Y la idea es que este nuevo comité se sustente en el tiempo, no que solo funcione para el 2019", añade.

"Yo lo veo posible. Y necesario. Acá pueden pasar dos cosas: que cada uno haga su feria, o que seamos personas razonables, actuemos con madurez y hagamos una gran feria de Santiago, a la altura de lo que corresponde la industria de Chile hoy", asegura Infante. Y menciona tres condiciones para sumarse a una feria conjunta: "Que tenga un consejo de administración integrado por todas las asociaciones en partes iguales, independientemente que también pueda estar el Consejo del Libro u otro organismo. Que la feria no tenga fines de lucro y que todo rédito que pueda tener sea reinvertido en la feria siguiente. Y que las actividades tengan un acceso lo más libre posible: que nadie que no tenga dinero se quede sin ir a esa feria".

No son los únicos invitados a la fiesta. La Cooperativa de Editores Furiosos ya ha manifestado su disposición a formar parte de un comité que organice la Filsa. Al igual que Editores de Chile, que viene apoyando esa idea desde 2014, y cuyos asociados participarán en esta versión con stands separados y no con un pabellón que los agrupe a todos, como había ocurrido en los últimos dos años. Un asunto de costos, dicen. Eso significa que socios como Pehuén, Cuarto Propio, Amanuta y LOM sí estarán presentes en la Estación Mapocho.

La Filsa 2019 tiene otro problema muy concreto: dónde hacerla. El permiso municipal que se le concedió a la Cámara del Libro para levantar la carpa en la parte trasera de la Estación Mapocho es solo por este año. Sin ese espacio, la instalación de todos los stands es inviable. Pero nadie ha encontrado otro buen lugar, accesible y suficientemente grande. Y hay otra idea que circula en el ambiente: cambiar la fecha del encuentro al mes de abril, para estar conectado con las ferias que se hacen en Buenos Aires y Bogotá, y así aprovechar a los invitados de Europa y Estados Unidos que ya han viajado a Latinoamérica. Para ello habría que correr: quedarían solo siete meses para organizarla. Muy poco si se trata de refundar la Filsa.

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