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Crítica de Arte C.C. de las Condes y Galería de Ana María Stagno:

Tres realismos diferentes

domingo, 26 de agosto de 2018

Waldemar Sommer
Crítica
El Mercurio




Salvo el realismo, nada en común poseen tres expositores de estos días. De ellos, los dos varones resultan bien apreciados por el público. No ocurre lo mismo con el tercero. De ese modo, en la Corporación Cultural de Las Condes, casi al dar por terminado nuestro recorrido, de repente, un auténtico descubrimiento. Es Claudia Gleixner (1974) y su mirada innovadora de la vieja tradición realista. Cuajada en impresiones fotográficas de tintas y pigmentos sobre papel, llama la atención en qué medida estos trabajos se confunden con la pintura. Su temática nos introduce con originalidad dentro, no de lo convencional del mundo salitrero, sino en interiores desolados de viviendas. Son construcciones en madera que todavía mantienen el ambiente de otrora. La luz y sus variaciones hasta la penumbra, las diversas perspectivas constituyen el núcleo protagónico de una arquitectura muy simple y de cromatismo exquisito. Además, en estas veintidós fotografías resulta mantenida su calidad y finura visuales, lo genuino de los pasajes luminosos y de los colores rebajados, que suelen entremezclarse con resplandores fugaces de azules o verdes. Sin duda, no se necesita la presencia de improbables habitantes. Sin embargo, una parte del conjunto rescata huellas inmediatas de objetos y mobiliario mínimo y maltratado. Solo una vez frutas escasas emergen elocuentes.

Las salas principales de Las Condes albergan una antología (1991-2018) dedicada a Álvaro Bindis. Con abundancia de formatos amplios, sus pinturas constituyen un rescate con aire romántico del paso del tiempo en ciertos barrios santiaguinos. Siempre desiertos, el artista recoge sus accidentes y los coteja con el entorno que va cambiando. Las pinturas primeras echan mano del informalismo, cuyos manchados maneja con soltura. Pero este pronto se limita a la vegetación circundante hasta reducirse a un esfumado en función atmosférica. No obstante, en alguna ocasión la solidez de la arquitectura no se aviene, no calza con la mancha: Barrio París-Londres (1995), por ejemplo. O la rudeza de construcciones funcionales actuales contrasta demasiado, debilitando la presencia del edificio protagónico: Embajada de Brasil (2018). Por su parte, Calle Hurtado Rodríguez (1994) y La fábrica (1998), en cambio, establecen plenamente lo reconocible mediante la plenitud corpórea, sin insistir en esfumados. Si el equilibrio entre vegetación, claroscuro ambiental, arquitecturas de ayer y hoy alcanzan la máxima armonía a través de Avenida Andrés Bello en otoño (2017), de Boutique (2013), la fortaleza indudable del dibujo en Gertrudis Echenique II (2014) mengua accidentalmente, nada más que por culpa del marco blanco utilizado.

Una vez más Ricardo Maffei sabe embellecer con maestría la realidad de unos objetos muy próximos a parecernos basura. Más aun, ahora ello se acrecienta, ya que se trata de desechos de paños colgantes convertidos en trapos, jirones, hilachas. Es que sus visiones bajo luz natural, en Galería Ana María Stagno, algo tienen de restos deteriorados de un escenario teatral, cuyo telón de boca se halla clausurado, cuyas cortinas sobrevivientes quizá testimonian un mejor pasado. Y junto a los vestigios de telas tampoco faltan, en ocasiones, típicos alambres retorcidos, entrometidos de improvisadas reparaciones superficiales. Asimismo incrementan la sensación de abandono irremediable los fondos planos, cerrados de gran parte de estos once pasteles y un óleo. Cuando en estos cuadros aparecen doblados los retazos de géneros salvados y dispuestos sobre otros paños mayores, extendidos horizontalmente, las blancuras del todo predominantes alcanzan una elocuencia particular. Acaso el ejemplar más hermoso de la exhibición pudo ser aquel colgante con sábanas desterradas; no obstante, la concurrencia inoportuna de una mancha roja tiende a cohibir la expresividad de sus pliegues majestuosos.

Esencia cromática

El color nos envolvió, nos impregnó en la exhibición de Maite Izquierdo, saturando Galería Artespacio. Y, por supuesto, a través de acordes de una osada armonía particular. Se concretaba esta propiedad en dos instalaciones de un mismo material que las interconectaba entre sí: géneros para vestiduras femeninas dispuestos ya en forma de pedazos de trapo, ya como superficies extensas. Las pertenecientes a la primera modalidad eran diez grandes tapices rectangulares, colgantes desde lo alto que daban la bienvenida al visitante. Su fluyente fragmentación poseía el efecto de una cascada multicolor, sujeta a un sentido cromático que contrapone, riguroso, fríos y cálidos, brillantes y opacos, densos y transparentes. Esa misma graduación cualitativa observada en su conjunto, al mismo tiempo creó una sensación muy interesante de claroscuro sutil que recorría todo el ancho de la movida distribución de esas obras dentro del recinto.

SANTIAGO / ANTOLOGÍA / PINTURAS
Alvaro Bindis y su rescate de un Santiago entre la extinción y el progreso
Lugar: Corporación Cultural de Las Condes
Fecha: hasta el 23 de septiembre

LUZ NATURAL. NATURALEZAS MUERTAS EN PASTEL
En Ricardo Maffei, sublimación del deterioro extremo
Lugar: Galería Ana María Stagno
Fecha: hasta el 7 de septiembre

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