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Un Chile nervioso en materia económica

lunes, 07 de julio de 2008

Matías Braun, director de Estrategia IM Trust y profesor Universidad Adolfo Ibáñez
Economía y Negocios, El Mercurio

"Es cierto que el petróleo ha subido fuertemente, pero el cobre ha subido casi tanto, por lo que los términos de intercambio han incluso mejorado".




En materia económica parece que estamos un poco nerviosos sin tanta razón. O al menos eso es lo que ha estado implícito en las tasas de interés y el tipo de cambio. En los últimos dos meses, y en especial en la última quincena, las tasas largas subieron fuertemente y el dólar se fue a las nubes. Esto no necesariamente significa crisis; podría perfectamente reflejar que las condiciones cambiaron.

Lo que sí refleja sentimiento de crisis es que las expectativas futuras implícitas en las tasas no respondan a estos movimientos en sentido contrario. Es normal que las expectativas de depreciación futura de la moneda local sean altas cuando la moneda se ha apreciado en el pasado cercano.

No es normal que esas expectativas vayan en aumento al mismo tiempo que el peso se deprecia fuertemente, que es lo que ha pasado. Si cada vez que sube el dólar aumentan al mismo tiempo las expectativas de que suba incluso más en el futuro, estamos frente a un proceso explosivo, un círculo vicioso que puede llevar ese precio a las nubes. Y es lo que normalmente ocurre en momentos de crisis y sucedió, aunque incluso en menor medida que en la actualidad, en medio de las crisis asiática y argentina.

De la misma manera, lo normal es que una importante alza en la tasa de política monetaria tenga como respuesta una caída en las expectativas de inflación futura y, por ende, en el nivel de las tasas de política más adelante. Al fin y al cabo, el alza de tasa tiene precisamente ese objetivo. Pero lo contrario sucedió, y las expectativas de inflación, lejos de disminuir, aumentaron en forma importante, así como las expectativas de que nuevas alzas de tasas serían necesarias en el futuro. Otra vez el círculo vicioso. Si la política expansiva de compra de dólares tuvo como resultado un cuestionamiento a la voluntad del Banco Central de enfrentar decisivamente la inflación, el cuestionamiento implícito hoy es a su capacidad para hacerlo.

¿Es posible revertir este equilibrio malo de moneda depreciada, alta inflación, altas tasas y expectativas de incluso mayor aumento en el nivel de todas ellas? Sí. Lo básico: comunicar claramente que los fundamentos de la economía no ameritan pensar en crisis y enviar señales claras de qué se pretende hacer.

Es cierto que el petróleo ha subido fuertemente, pero el cobre ha subido casi tanto, por lo que los términos de intercambio han incluso mejorado en este tiempo. Y si bien las altas inflaciones han persistido, no es para nada obvio que esto deba ser interpretado como señal de contagio, puesto que son los componentes poco persistentes los que se han disparado. Salvo que uno crea que el petróleo y el dólar sigan subiendo a un ritmo del 10% al mes en el futuro, los niveles de inflación de los próximos meses debieran ser bastante menores.

En cuanto a las señales, por el lado monetario abandonar el sesgo expansivo que ha inducido la intervención cambiaria sería de gran ayuda. Por el lado fiscal, es necesario enviar una potente señal de control del gasto en la ley presupuestaria.

Hacer todo esto es imperativo si no queremos que el sector no transable (financiero, comercio e inmobiliario), impactado por el alza de tasas y del dólar, siga al estancamiento que los transables exhiben incluso a este valor del tipo de cambio.




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