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¿De dónde venimos y hacia dónde vamos?

jueves, 16 de agosto de 2018

Economía y Negocios Online


Isidora Undurraga Consejera de Fundación Foro Innovación- Premio Nacional de Innovación Avonni

La historia es lección para nuestras vida, de ella podemos aprender y reflexionar sobre lo que somos capaces de hacer, que no es solo la capacidad de acción o de tomar decisiones, sino muchas veces la disposición de aceptar circunstancias o de perdonar.

Desde nuestros primeros años nuestra obsesión como nación ha estado puesto en ser un país desarrollado; desarrollado desde su nivel de productividad, diversificación económica, construcción de infraestructura y obras públicas, esperando que esto, de alguna manera por añadidura repercuta en la calidad de vida de sus habitantes.

Pero en la última década, gracias en gran parte a la tecnología, también han comenzado a ser críticos a la hora de hablar de desarrollo, indicadores como la educación, la cultura, el conocimiento, la transparencia, entre otros. Ser un país desarrollado, además de contar con un cierto nivel de productividad y generación de bienes, también tiene que ver con su madurez social.

La reciente publicación del Country RepTrak® 2018, estudio que mide la reputación de los 55 países con el PIB más alto en el mundo, deja en evidencia que el indicador de reputación (medido en Calidad Institucional, Nivel de Desarrollo y Calidad de Vida) toma cada vez más peso para la competitividad de un país, aportando en promedio un 0,9% en la llegada de turistas, y en 0,3% las exportaciones.

Los primeros top 10 países que aparecen en el reporte no son los que necesariamente tienen una economía más voluminosa sino que son los más capaces de influir en la comunidad global gracias a que transmiten una alta credibilidad en sus comportamientos tanto al interior como fuera de sus fronteras. Suecia lidera el ranking siendo la segunda vez que consigue tal logro junto a Finlandia, Suiza, Noruega y Nueva Zelandia, Australia, Canadá, Japón, Dinamarca y Países Bajos.

A la hora de medir nuestra reputación, y en ese sentido el rol que podemos tener en el mundo, el cómo abordamos nuestra historia pasa a ser un tema crítico de cara a nuestro futuro; lo recientemente ocurrido con el ex ministro de cultura, deja en evidencia que el peso de nuestra historia se construye en torno a hechos y que estos no pueden ser relativizados, ni justificados en torno a un contexto.

El ranking muestra que a nivel general en los estados estudiados hay un retroceso en el elemento confianza. La reaparición de nacionalismos, movimientos populistas, y/o tensiones geopolíticas, sumado a ambientes enrarecidos por una comunicación confusa, es decir la difusión de medias verdades o falsa información contaminan la percepción de la realidad. Estas son señales importantes a considerar.

En pro de nuestra evolución, desarrollo y calidad de vida, urge que seamos capaces como país de respetar y aceptar nuestra historia, sus aciertos, dolores y errores, sólo así seremos capaces de alcanzar aquello que venimos soñando hace tanto tiempo.

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