En 2003 se detectó la primera ola de calor marina. Una abrupta subida de la temperatura del agua superficial produjo, sobre todo, una gran mortandad de especies de menor tamaño. Desde entonces, se han detectado eventos parecidos en las costas del oeste de Australia y en el Atlántico noroccidental. Si bien aún queda mucho por entender sobre este fenómeno, un nuevo hallazgo alerta sobre su gravedad. Utilizando datos satelitales, un grupo de científicos descubrió que, entre 1982 y 2016, el tiempo en que se mantuvieron estas olas de calor marinas aumentó al doble a nivel global. Algo que, estiman, seguiría incrementándose. Temperatura permanente Las olas de calor marinas pueden durar desde unos pocos días hasta varios meses y logran alcanzar extensiones de miles de kilómetros cuadrados. Si estas son breves y abarcan poca extensión, como sucedía en la época preindustrial, no tienen grandes consecuencias. "Pero algunas de las olas de calor marinas recientemente observadas revelan la gran vulnerabilidad de los ecosistemas y de los recursos pesqueros frente a estos eventos climáticos severos", se lee en el trabajo publicado en la última edición de la revista Nature. Lo que encontró el equipo liderado por Thomas Frölicher, investigador del Instituto de Física de la Universidad de Berna, en Suiza, es que con un aumento de temperatura promedio de la atmósfera del planeta de 1,5 °C, los períodos con olas de calor marinas aumentarán, a su vez, en 16 veces. Pero si el alza de la temperatura se empina sobre los 2 °C, las olas de calor lo harán en 23 veces. Aunque todo el planeta estará expuesto al cambio, el impacto más severo lo recibirán las zonas tropicales occidentales tanto del océano Pacífico como del Atlántico. "Hoy, el 87% de las olas de calor marinas son atribuibles al calentamiento global producido por el ser humano, cifra que podría llegar al 100% si el alza de temperatura promedio supera los 2 °C", dice el estudio. Esto podría causar cambios irreversibles en los ecosistemas y en los organismos marinos, se lee a continuación. Si bien estos fenómenos no son nuevos para la ciencia, aún queda mucho por investigar, dice Diego Narváez, oceanógrafo del Centro de Investigación Oceanográfica Copas Sur-Austral y de la Universidad de Concepción. Sobre todo por la interconexión que pueden tener con otros eventos. "El fenómeno de El Niño podría verse afectado al aumentar aún más la temperatura superficial de las aguas", dice. Esto porque este evento climático se produce justamente cuando sube la temperatura del agua en el Pacífico cerca del Ecuador. La gran duda es si estas olas de calor podrían producir fenómenos de El Niño más extremos, por ejemplo. En las zonas donde se genera el alza de temperatura también podría haber cambios en los patrones de vientos y precipitaciones, ya que aumenta la evaporación. Las áreas costeras también se verían más afectadas porque, al tener menor profundidad, las aguas más calientes se mezclarían con las más profundas con mayor facilidad, afectando así a la fauna. Estudios determinaron que los océanos han estado guardando el calor del aumento de la temperatura de la atmósfera en sus profundidades, cuenta Diego Narváez. "Estas ondas de calor marinas producirían un efecto similar en la superficie. Se desconoce cómo van a interactuar ambos fenómenos", agrega. Pero sin duda la mayor implicancia estará en la biología. "Estas alzas podrían causar que los recursos pesqueros se movilicen y que la zonas tradicionales de extracción desaparezcan, entre otros efectos", dice.