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Fertilización asistida por donante:

Madres solteras por opción

martes, 07 de agosto de 2018

Por Muriel Alarcón
Reportaje
El Mercurio

Cada vez más, ellas acuden a métodos de fertilización asistida con uso de donantes para ser madres. Algunas han congelado óvulos a temprana edad y otras han desistido de adoptar. Aquí cuatro mujeres cuentan su experiencia.



Hasta los 35 años, Ximena Barría, educadora diferencial, no tuvo ningún interés en ser madre. Esa opinión cambió mientras vivió y cursó un magíster en Canadá. Ahí le tocó cuidar a su sobrino, recién nacido. En 2011, a los 38 años, ya de regreso en Chile, estaba convencida de que quería tener un hijo. Su primera idea fue adoptar.

-Pero me di cuenta de que había cero posibilidades para una mujer soltera en Chile de adoptar. Iba a ser la última de la lista. Mi idea era adoptar a una guagua. Sabía que daban en adopción a solteras, pero niños más grandes. Entonces un amigo me habló de la inseminación artificial por medio de un donante de esperma anónimo.

Ximena de inmediato buscó información en internet. Fue poco lo que encontró. De este tratamiento, dice, no se hablaba tanto. La idea generalizada era que se trataba de un método al que recurrían mujeres que se acercaban al límite de su edad fértil y no tenían pareja. Mujeres que, como Ximena, no querían renunciar a ser madres y acudían a un banco de esperma donde compraban una muestra de un donante anónimo.

Ella comenta que al donante lo escogió entre varios candidatos del catálogo online del banco de California Cryobank. Ante la ausencia de un sistema similar en Chile, este servicio estadounidense es al que acude la mayoría de las chilenas. Entre los médicos nacionales tiene fama de ser el más prestigioso y eficaz. La razón: los donantes son en su mayoría jóvenes estadounidenses universitarios, que pasan estrictos test psicológicos y exámenes médicos para detectar distintas enfermedades, incluidas las genéticas.

Su hijo Tomás hoy tiene cuatro años.

-Él sabe que no tiene papá. Pero, por su edad, no pregunta más allá.

Ximena Barría durante estos años ha visto cómo todo ha cambiado en el tiempo: Cuando partió buscando alternativas, en las clínicas solían decirle que el tratamiento era solo dirigido a parejas.

-Yo no tenía problemas de infertilidad. Yo quería hacerlo porque esta era mi opción.

Aunque todavía para algunos sigue siendo novedosa su opción, sabe de varias como ella que han recurrido al tratamiento.

El año pasado las conoció al recibir la invitación de la psicóloga y académica de la Universidad Alberto Hurtado Javiera Navarro para hacer un seguimiento, junto a más de una decena de mujeres en su misma condición. No dudó en participar. Ximena Barría recuerda que para la primera reunión había cerca de quince mujeres.

-Eran casi todas de mi edad. Éramos mujeres que estábamos contra el tiempo.

***

La psicóloga Javiera Navarro dice convencida:

-Para mí ha sido la decisión más importante que he tomado en mi vida. Y la mejor. Nada me ha hecho tan feliz.

Se refiere a la inseminación artificial a la que se sometió en 2012. Funcionó en el primer intento. Hace cinco años nació su hija, Matilde. Su donante, recuerda, era "un estudiante de doctorado en Historia doce años menor, de origen judío, 1.80 de estatura, y de aspecto físico similar al actor Colin Firth". Lo decía el mismo sitio web, porque ante la ausencia de una foto actual del donante, sugiere similitudes con actores de fama mundial.

-Pero estoy lejos de pensar que esta elección es la clave de la felicidad para cualquier mujer. Lo central es poder tener la libertad de elegir -dice Javiera Navarro.

Cuando Javiera -académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado y especializada en vínculos tempranos infantiles- decidió ser madre, acababa de terminar sus estudios de posgrado en Inglaterra. Tenía 34 años. En ese momento no había leído estudios que contestaran sus interrogantes antes de decidirse por esta opción.

-Tenía dudas sobre el impacto que tendría para un niño crecer en un entorno así, si habría alguna consecuencia por el hecho de tener solo una mamá y no un papá; qué responder cuando ese niño preguntara: "¿quién es mi papá?" y uno se viera en el escenario de explicar: "(eres hijo de) un donante".

Estas preguntas la llevaron a investigar en esta materia. Hoy encabeza una de las primeras investigaciones que se realizan al respecto en Chile, en la que participa Ximena Barría y un grupo de otras chilenas solteras que ha decidido ser madre a través de este método. Si bien el más común es la inseminación artificial, también cada vez son más las que acuden al método in vitro .

Hay médicos que hablan de un boom en los últimos cinco años. Mientras Ricardo Pommer, director de Medicina Reproductiva de Clínica Monteblanco, dice que ha sido más de diez veces lo que ha aumentado el número de estos procedimientos desde principios de 2000. Andrés Carvajal, ginecólogo especialista en Reproducción Asistida de IVI Santiago, explica que se ha visto en 2017 que las pacientes más jóvenes tienen hasta 28 años.

Y si la preservación de fertilidad y ovodonación antes eran temas más restringidos, ahora son más comunes, dice María José Miranda, especialista en Medicina Reproductiva e Infertilidad del Instituto de Investigaciones Materno Infantil de la Universidad de Chile. Ella confirma que antes los casos que se recibían eran puntuales; casi solo parejas buscando embarazarse.

-Hoy es muy frecuente que mujeres profesionales guarden sus óvulos. En el futuro usarán esos óvulos para ser madres con o sin pareja. Es algo que se plantea mucho antes -afirma.

Pero no hay datos disponibles en las clínicas ni un organismo único que regule estas prácticas. Reinaldo González, especialista en Medicina Reproductiva de Clínica Monteblanco, explica que esto se debe a que en Chile no hay una ley que permita o prohíba la inseminación intrauterina ni la donación de semen.

-Sin ley, las clínicas y centros de reproducción se rigen por guías nacionales e internacionales (...) También los comités de ética (de cada institución) autorizan o desautorizan los distintos tipos de tratamientos.

Javiera Navarro ha intentado llegar a una estadística todavía más precisa pero no le ha sido posible. Dice que varias se reúnen en el colectivo "Maternidades singulares" que ella cofundó en 2013. Cuando partieron eran cuatro y hoy la agrupación ya va en 25 integrantes activas. Se comunican por WhatsApp. Se reúnen una vez al mes para hablar sobre temas de crianza y compartir distintas experiencias y aprendizajes cotidianos: desde cómo darle un giro a la celebración del "Día del papá" en los colegios de sus respectivos hijos hasta cómo cada una enseña a los niños a entender su origen a través de cuentos. Javiera dice:

-Estoy segura de que vamos en aumento.

***

En su celular, Tracey Chandler, inglesa, de 38 años, muestra la única foto a la que pudo acceder de su donante de esperma anónimo. En ella aparece un niño, de origen dominicano, con piel casi oscura, pelo negro y crespo. Tracey Chandler recuerda que el donante se autodescribió como una persona a la que le encantaba esquiar, su animal favorito era el cocodrilo y que, si pudiera, se tomaría un café con Martín Luther King. Max, su hijo de ocho meses, tiene sus mismos ojos: grandes y azules. Pero su nariz y pelo crespo son iguales a los del donante.

-Es como mirarlo a él -dice señalando la fotografía.

El nombre completo de Max es Max Omari Chandler. Tracey Chandler decidió ponerle así porque en el catálogo online del banco de esperma de California Cryobank salía que el donante de su hijo se parecía de adulto al actor de la TV estadounidense Omari Hardwick.

-Cuando la gente le pregunte de dónde viene su nombre, él tendrá una forma muy natural de contar su historia. Podrá decir: "Es de un actor que se llama Omari Hardwick y ese actor se parecía al donante, porque yo soy hijo de inseminación artificial".

Tracey Chandler vive hace cuatro años en Chile. A Latinoamérica llegó hace una década, entonces tenía 28 años. En Londres dejó atrás a su familia y una carrera de bailarina y profesora en la secundaria.

Tracey, quien hoy trabaja para una agencia creativa de branding de Estados Unidos y como traductora, dice que una vez decidida a ser madre por fertilización asistida a través de donante anónimo recorrió distintos lugares en Santiago. Así supo que el tratamiento se ofrecía principalmente en clínicas y en centros especializados y que el valor dependería de la cantidad de muestras de esperma que ella quisiera comprar para su inseminación. Tres era lo recomendado.

Una muestra de California Cryobank, que contiene de siete a trece millones de espermatozoides, tiene un precio que varía entre 795 y 995 dólares. Si se paga más, el donante estaría dispuesto a conocer al niño o a la niña cuando cumpla 18. Si se paga menos, no. El envío cuesta 530 dólares y la cantidad de muestras no tiene un número límite. California Cryobank exige la firma de un médico que autorice la solicitud.

Tracey compró cuatro muestras, pero quedó embarazada al primer intento. Las tres muestras de esperma que no ocupó, las guardó. Hoy paga mensualmente ocho mil pesos para que las congelen. En el futuro no descarta que Max tenga un hermano genético.

-Estoy sumamente feliz. Tanto así que quiero intentar quedarme embarazada de nuevo, usando las tres muestras de semen que todavía tengo congeladas en la clínica. Tal vez me salga, tal vez no, pero me gustaría intentarlo. A veces es difícil y es rudo, pero no creo que sea diferente a cualquier otra mamá.

Tracey Chandler -sin hermanos, su madre está muerta y no mantiene contacto alguno con su padre-, tiene razón para decir esto:

-Yo soy adoptada. Desde siempre lo supe. Una de las cosas que hicieron muy bien mis papás fue que desde muy chica me contaron mi historia, de la que me hicieron sentir orgullosa. A mí me encanta contar que yo soy adoptada. Es una cosa muy linda. Yo quiero hacer lo mismo con mi hijo.

***

Gabriela Queniban, 48 años, administradora de una empresa familiar agrícola en la región de Los Ríos, dice que con su última pareja estuvo entre tres y cuatro años intentando quedar embarazada, pero un día él se marchó. Era 2008. Gabriela tenía 38 años.

-Yo quería ser mamá a costa de lo que fuera. Y me decidí: como sea, lo voy a hacer sola igual.

Tras elegir al donante de esperma, guardó silencio. Pensaba que la iban a cuestionar. Hablar del tema era todavía extraño, inusual.

Gabriela quedó embarazada al octavo intento. En quienes falla la inseminación, el tratamiento aumenta su valor pues deben acudir a otras técnicas, como la fecundación in vitro. Fue su caso. Primero fueron seis inseminaciones fallidas y luego dos in vitro. Todo costó 17 millones de pesos. Tres años pasaron entre el primer y el último intento.

-Me la jugué a morir. Y trabajé duro. Tuve un embarazo muy lindo, no tuve complicación, no subí de peso. Se suponía que era de alto riesgo, pero de alto riesgo no tuvo nada.

Su hijo de cinco años tiene sus mismos rasgos.

Gabriela Queniban no ha contado en el colegio donde estudia su hijo que él es resultado de una fertilización asistida de donante anónimo.

-A mí no me importa lo que digan los demás, pero sí me importa lo que le vaya a llegar a mi hijo. ¿Cómo va la sociedad a tratar a tu hijo?

Cuando lo matriculó dijo que era madre soltera y nada más. Tampoco lo ha conversado aún con él. Dice que su abuelo es su figura paterna. A él le dice "papi".

-A pesar de todo, yo hoy me siento una mujer plena, realizada e inmensamente contenta junto a mi hijo.

***

La psicóloga Javiera Navarro siempre se había preguntado sobre el desarrollo emocional de los niños que crecían así, como su hija Matilde. En su investigación confirmó, tras seguir a una muestra de quince mujeres y a sus hijos, que su desarrollo emocional era igual que el de cualquier niño.

-Lo que yo veía y me incluyo, es que estas mujeres estaban muy preocupadas de cómo iban a relatarles a sus hijos sus historias desde un lugar que no fuera "la falta". No era: "pobrecito, tú no tienes papá"; sino "esta es una historia de amor. Yo tenía tantas ganas de tenerte que te traje así".

Hoy Javiera Navarro estudia cómo mujeres como ella construyen parentesco en esta configuración familiar. En el futuro piensa levantar información acerca de cómo los niños construyen narrativas en la relación. Pero para esto falta: los niños de la muestra tienen entre 2 y 3 años.

-Mi objetivo es escuchar su voz.

A través de la web de California Cryobank, Javiera Navarro averiguó el nombre de otras mujeres que habían acudido al mismo donante anónimo para ser madres y tomó contacto con ellas. Hoy sabe que su hija Matilde tiene un medio hermano que vive en Nueva York y otro en Rhode Island. Con las madres de ambos comparte un grupo en WhatsApp.

-Si en el futuro mi hija quiere buscar al donante, que lo busque. Si quiere conocer a los hermanos del donante, que lo haga. Será su decisión.

En su departamento en Santiago centro, Tracey Chandler pasa los días escribiéndole un libro a Max que tendrá ilustraciones. Quiere contarle así su historia.

-Cuando sea más grande quiero que Max lea: "Mamá quería ser mamá. Ella te quería mucho, pero no tenía al papá. Hasta que un hombre le hizo el mejor regalo de su vida a tu mamá, que permitió que nacieras".

Tracey Chandler tiene una idea de título.

-Estoy pensando que sea: "Mi mamá, mi donante y yo".

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