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Cuando Gabriel conoció a Gabriel

sábado, 04 de agosto de 2018

por Rodrigo Munizaga fotos sergio alfonso lópez dirección de arte manuel godoy
Entrevista
El Mercurio

Amigos desde que estudiaban teatro en la Universidad de Chile, Gabriel Cañas y Gabriel Urzúa se han convertido en una dupla creativa muy exitosa, que ya suma 19 obras juntos, incluido el recién estrenado musical Morir de amor. "Es mi mejor compañero-amigo, pero también es mi competencia", dice Urzúa.



"Ven aquí, quiero decirte algo", le canta Antonia Santa María a Gabriel Cañas, sobre el escenario del Teatro Nescafé de las Artes, en un ensayo de Morir de amor, el musical que se estrenaba anoche, cargado al melodrama, música cebolla y que tributa a las teleseries.

"A esa, que te aparta de mí, que me roba tu tiempo, tu alma y tu cuerpo, ve y dile", entona Santa María, interpretando la canción de Pimpinela "A esa". "¿Qué quieres?", le responde cantando Cañas, vestido con traje de etiqueta.

Desde la platea, Juan Andrés Rivera indica: "No, tienen que ocupar más el escenario, volvamos a empezar". Rivera y Felipe Olivares conforman Los Contadores Auditores, dramaturgos y directores del montaje en el que Cañas interpreta al prototipo del "macho latino" y donde debe cantar "Mi prisionera"y "Soldado del amor".

A un costado del escenario, y esperando su turno, está Gabriel Urzúa, quien en la obra es un cazafortunas que intenta reconquistar a la esposa de Cañas, cantando "Vivir así es morir de amor" y "Toda la vida".

Gabriel Cañas y Gabriel Urzúa vienen trabajando juntos desde hace años. Esta semana, para ser exactos, montan su obra número 19.

Popular y hippie

Cuando Gabriel Urzúa (31) conoció a Gabriel Cañas (32), le pareció demasiado hippie. Él era del grupo de los "populares" y lo ignoró, aunque iba en su mismo curso: primer año de Teatro en la Universidad de Chile. Los dos postularon y quedaron en la Universidad Católica, pero prefirieron la Chile. Los dos querían ser actores desde chicos.

En un patio de la escuela de teatro donde entraron a estudiar en 2005, en el centro de Santiago, acomodan sillas y cada uno enciende un cigarrillo.

Cañas es extrovertido y habla fuerte. Está casado hace dos años y medio y hoy vive un peak de popularidad gracias a su personaje en la teleserie Perdona nuestros pecados.

Urzúa es más reflexivo y de bajo perfil. Se casó en diciembre con la actriz Carmen Zavala y acaba de ser padre.

Morir de amor es el quinto musical en que coinciden y el segundo montaje que estrenan este año: en abril montaron la obra Tú amarás, junto a con compañía Bonobo, la misma con la que hicieron la elogiada Donde viven los bárbaros.

-Ya entrar al escenario y que esté el "Gabo" me genera mucha tranquilidad y confianza -dice Cañas sobre trabajar con su amigo-. Pero al mismo tiempo es rudo, porque me conoce mucho y sabe cuándo no soy riguroso. Es un juez bien brígido. Incluso a veces es insoportable que esté sobre el escenario mirándome: siento que no puedo flaquear, porque para ambos lo más importante es la pasión y el rigor por lo que hacemos -comenta el actor.

Fue una obra la que los convirtió en amigos. En segundo año de la carrera, coincidieron en Todas las derrotas vuelven, de Cristóbal Pizarro, y desde entonces se volvieron inseparables.

-Para mantener la relación, hay que saber leer que ya no es el mismo amigo de la escuela, ha hecho mucha carrera, yo también. Hemos hecho cosas por separado y tenemos mundos distintos, entonces es importante tenerlo claro para redescubrirse y no agotarse -explica Urzúa, quien reconoce han tenido discusiones en el proceso creativo de una obra, "pero nada serio".

-Es que uno se ve mucho, y verse en el escenario es más profundo -comenta Cañas.

Los actores cuentan que en su trabajo ha sido primordial mantener a raya el ego, y saber el lugar que ocupa cada uno: a veces, el protagónico lo hace Cañas, otras, Urzúa.

-Es mi mejor compañero-amigo, pero también es mi competencia directa, eso es claro -zanja Urzúa-. Lo lindo es que hay un espacio muy grande entre lo que puede hacer "Gabo" y lo que puedo hacer yo. Lo que importa, finalmente, es la obra -asegura el actor, quien este año hizo el musical John, el último día de Lennon, sin su amigo.

-Siempre va a existir el tema del ego, pero algo que nos dio la escuela es que somos más nerds, nos gusta el proceso creativo, la investigación o probar en los ensayos, más que andar preocupados del protagónico -dice Cañas.

Cuando salieron de la escuela, estaban convencidos de que no harían teatro comercial. Ni hablar de participar en musicales, porque nunca habían visto uno. Pero su profesora de voz, Annie Murath, los convenció de lo contrario y les abrió esa puerta.

Línea editorial

"¿Van a titular esta nota de nuevo como 'los actores musicales'? Ojalá que no", dice bromeando Gabriel Urzúa, sobre la chapa con la que cargan como dupla en los medios de comunicación. Recalcan que de las obras que han hecho juntos, solo cinco son musicales.

-No me siento en lo absoluto un actor de musicales -recalca Urzúa hablando en serio.

Pero la obra más convocante que ha hecho Cañas en su carrera es, precisamente, un musical: Mercury, la leyenda, en la que interpretó al líder de Queen, y que ha sido vista por alrededor de 80 mil personas desde su estreno más los continuos reestrenos que ha tenido.

La crítica ha alabado la versatilidad de "los Gabrieles" para actuar, bailar y cantar; una trilogía que es difícil de encontrar en la escena local, con pocas escuelas dedicadas a entrenar la voz.

-Hemos tenido mucho espacio de prueba y error en el canto, entonces, la vida nos ha dado mucha cancha -dice Cañas, quien participaba en los coros del colegio y de la iglesia cuando era niño, pero que siempre vio el canto como un hobby independiente del teatro.

Cambiaron de opinión luego que Annie Murath, quien protagonizaba Piaf , los invitó a sumarse al montaje. Fue para ambos su primer musical.

-Nosotros estudiamos en la Universidad de Chile, y nos normaron para alejarnos del teatro comercial o musical -justifica Urzúa.

Gabriel Cañas agrega:

-Por no saber, uno lo veía como algo plástico y superficial: te imaginabas algo como Cats, que no es político, no genera reflexión y es solo para entretener. Eran prejuicios.

Luego de Piaf vendrían más musicales y nuevas lecciones. "Como darte cuenta de que puedes vivir de esto", ejemplifica Urzúa. "Los musicales nos enseñaron a ser profesionales. No al rigor del actor, sino estar inmerso en un sistema de trabajo que en Chile es más hippie, o que lo era cuando partimos", agrega Cañas.

En ese contexto, han escuchado las críticas de algunos que dicen que la productora Cultura Capital escoge proyectos bajo la óptica comercial: tras la muerte de David Bowie o Gustavo Cerati se realizaron espectáculos sobre los músicos.

-Es complejo, tienes que esforzarte más por abordarlo por un lado que sea digno, porque te ponen una plataforma difícil de abordar como artista. Los cuerpos están calientitos todavía -reconoce Cañas.

-Y tomarlo con la dura honestidad, de que el mercado es oportunista: se murió Bowie, estaba sonando en todos lados, con muchos homenajes y se hizo también esta obra -explica Urzúa, quien encarnó al "Duque Blanco".

El musical Morir de amor partió desde ahí. De la inquietud del grupo por hacer algo más allá de lo biográfico. Cuentan que el chiste era decir "ya, ahora se va a hacer el musical de Shakira". Urzúa, quien se declara fan de Emmanuel, dice que le interesaba hacer algo con la música latina, una referencia más local. A ese interés se sumaron Los Contadores Auditores (los mismos detrás de La tía Carola), para un espectáculo que tiene contemplada una temporada que se extendería hasta fines de agosto.

Francisco Olavarría, fundador de la productora Cultura Capital, dice:

-Con "Los Gabrieles" veníamos de mundos opuestos, pero conectamos, formamos una amistad y ellos son súper profesionales, obsesivos, buenas personas, y hay tan pocos que puedan actuar y cantar. Haría todos los musicales con ellos.

"¿Dónde están

las solteras?"

Durante los últimos meses, Gabriel Urzúa estuvo rodando Araña, la nueva película de Andrés Wood, sobre la historia de tres militantes del grupo ultraderechista Patria y Libertad. En la cinta, escrita por Guillermo Calderón, que se sitúa en 1973 y en 2018, el actor interpreta a un personaje llamado Justo, en su juventud, y que en la adultez encarna Felipe Armas. Para Urzúa, quien antes participó en MP3 y Madre, se trata de su proyecto cinematográfico más importante:

-Aprendí caleta. Lo di todo, nunca había actuado tan bien. Ojalá le vaya bien, creo que hicimos una película feroz. Interpreto a un tipo muy malo y me encanta -dice el actor, quien hace clases en la Universidad de Chile y que al rodaje de la cinta se le sumaron la obra de Lennon, los ensayos del musical y el nacimiento de su hija.

-Se me vino encima la llamada "marraqueta" -dice Urzúa riendo-. En la práctica, uno llega después del ensayo a la casa, la guagua se despierta en la noche y tienes que descansar la voz, lo que es difícil. Pero la recompensa es tan inmediata y hermosa que da lo mismo estar un poco más cansado.

Cañas, en tanto, viene saliendo de la vorágine que ha significado participar en Perdona nuestros pecados. A comienzos de julio terminaron las grabaciones de su personaje, Horacio Moller, el marido de María Elsa (Mariana di Girolamo) y adicto a la cocaína que interpretó durante casi dos años. De paso se acabó su contrato con Mega.

-Fue un privilegio. La única gran lata es que es muy demandante el horario y se alargó mucho; estaba estipulado terminar en junio del año pasado y tenía un estreno y todo eso se fue a la cresta, todos en Bonobo (su compañía) estaban pendientes de mis roteros [planes de grabación] y eso es muy desgastante y poco sano para las relaciones fuera de las teleseries. Pero, a nivel artístico, estoy muy contento -aclara.

-¿Cómo manejó la exposición mediática, que por primera vez enfrentaba en su carrera?

-No hay que ser hue... nomás. Se me conoce más por mi trabajo y, en ese sentido, ha sido exponerse un poco más, pero nunca he dado una entrevista para hablar de mi matrimonio, por ejemplo. Hay que usar bien esa herramienta de visibilidad que te da la televisión, porque quizá llega más gente al teatro. Pero soy un actor, a mí no me interesa trabajar para ser un rostro, ir a los eventos y gastar mis tiempos de descanso promocionando marcas. Eso me genera contradicción, pero no hay que ser tonto grave.

Aprovechando el revuelo, Cañas realizó cuatro eventos en discotecas que lo contrataron para animar. "Lo hacía realmente mal", reconoce.

-Salía al escenario de la disco, saludaba y era tipo "¿dónde están las mujeres solteras?". Más encima, todos tienen la expectativa de que te las vas a agarrar a todas y me daba mucha vergüenza. Pero bueno... Me hice un portón en la casa gracias a eso.

Luego del buen año que han tenido. Urzúa pretende pasar los últimos meses de 2018 en casa, cuidando a su guagua, mientras Cañas dice no estar pendiente de obtener un contrato en televisión, mientras en las próximas semanas comenzará a filmar para la nueva cinta de Jorge Olguín, una secuela de Sangre eterna.

-Si no me contrataran en una teleserie o de algún proyecto más estable, sé que tengo quince amigos bacanes que sabemos autogestionarnos y pega vamos a tener. Está esa confianza, la seguridad del trabajo colectivo -comenta Cañas, quien también espera tomar en noviembre una beca que obtuvo para estudiar teatro musical en Nueva York-. Pero aún debo juntar plata para el pasaje, así es que si alguien quiere ayudarme... Ojalá pongas esto.

-¿Han pensado en dejar de trabajar juntos? ¿El cansancio por verse tanto?

-¡Si no nos vemos tanto! -dice Urzúa riendo-. Nunca me aburro con el "Gabo". Sus papás me van a ver al teatro, mi mamá ve su teleserie. Ya lo veo como familia.

-Nunca me he planteado la posibilidad de dejar de trabajar con el "Gabo". Al contrario -dice Cañas-. Es una suerte encontrar a alguien tan bacán con quien compartir el trabajo, algo que nos apasiona a los dos -dice sacando otro cigarrillo de su cajetilla.

El otro Gabriel, casi como acto reflejo, hace el mismo gesto.

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