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La mayoría tiene entre 20 y 30 años:

Fanáticos de la escalada se han duplicado en los últimos cinco años en Chile

lunes, 30 de julio de 2018

Sara Alfaro Cornejo
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

El desafío personal, los beneficios para el cuerpo y el contacto con la naturaleza son algunos de los factores que entusiasman a sus seguidores.



Victoria O'Ryan (24) tuvo su primer encuentro con la escalada hace un año. Para un curso de fotografía de la universidad tuvo que ir a retratar el deporte al sector de Piedra Rajada, en San Carlos de Apoquindo. Allí, asegura, se enamoró de la disciplina.

"Algo de la dinámica de escalar me llamó profundamente la atención, me gustó la relación con la naturaleza; para escalar hay que subir un cerro, y eso te saca de la ciudad", dice. Tras esa visita se inscribió en clases en el Mall Sport para aprender la técnica.

Lo que fascinó a O'Ryan de este deporte es algo común entre sus adherentes: Len Ríos, escalador y vicepresidente de la Federación Nacional de Escalada, asegura que la mayoría llega motivado por la cercanía con el medio ambiente.

Según Ríos, la población de escaladores comenzó a crecer de manera notoria hace aproximadamente diez años. Pero luego de un cuestionario realizado a la comunidad, aseguran que esta vive un nuevo boom : la cantidad de escaladores se ha duplicado en los últimos cinco años y hoy alcanza un total de más de cinco mil participantes en todo Chile, los que, en su gran mayoría, tienen entre 20 y 30 años.

Además, asegura Christian Moscoso, escalador y editor de la revista Escalando, las mujeres han hecho acto de presencia en los últimos años. "Si bien el hombre puede mostrar más fuerza, creo que las mujeres son más técnicas: los mismos problemas los van solucionando con otro tipo de herramientas, a su manera", cuenta. Según los cálculos de Ríos, el porcentaje de mujeres escaladoras alcanza a cerca de un 30%.

El aumento de fanáticos también se debe a que ahora hay más gimnasios con muro que permiten practicar sin tener que llegar hasta la cordillera. Si en 2006 no había más de dos en la capital, hoy hay cerca de diez y más de 300 muros a nivel nacional, dice Ríos.

Nuevos amigos

Después de meses de escalar dos a tres veces a la semana en muros bajo techo, O'Ryan decidió trepar en roca en el Arrayán, sector precordillerano de Lo Barnechea, que hoy tiene cerrado su paso a deportistas. "Es mágico. Yo creo que el hecho de que la roca tenga ciertos hoyos, salidas y peñascos de los que uno se puede agarrar no es un simple azar, es una señal de que la roca y el ser humano están conectados", dice.

El grupo de personas que sujeta la cuerda que, a su vez, sostiene el arnés de quien trepa, lleva el nombre de cordada. Con este grupo, dicen los escaladores, hay que tener un vínculo particular de confianza. "Es una relación de mucho conocimiento del otro, porque la persona que te está asegurando tiene tu vida en sus manos", agrega O'Ryan

En esto coincide Ríos, quien recalca la importancia de adquirir los conocimientos básicos de seguridad antes de una excursión. "A pesar de ser un deporte de alto riesgo, es bastante seguro, pero primero hay que asesorarse bien, tomar un curso de instrucción de cómo se practica la escalada dentro y fuera de la naturaleza. Si no se maneja bien, aumentan los accidentes", dice. "A pesar de ser un deporte individual, se necesita un compañero: a eso le llamamos cordada".

Así, el compañerismo también es un factor clave en la escalada. Ir a una excursión supone comer, subir un cerro y acampar junto a un grupo de gente, lo que finalmente resulta en fuertes lazos de amistad. "Es muy importante escalar con alguien que te dé seguridad, pero también con quien compartir", dice O'Ryan. "Los que hoy son mis mejores amigos, los conocí escalando".

Un muro, un desafío

Una de las grandes motivaciones de los escaladores son sus ganas de superarse. "En la escalada existe un desafío constante, todos los días lo enfrentas. Te propones metas y las logras", dice Ríos.

Por ejemplo, cuando O'Ryan comenzó a escalar, dice haberle tenido miedo a las alturas, algo que ha ido superando poco a poco. Además, si antes se sentía con menos fuerza, hoy eso ha cambiado. "Después de uno o dos meses empecé a notar cambios físicos: ya no me cansaba tanto y se me empezaron a marcar los músculos", cuenta.

Más que competir con otros, su prioridad es disfrutar el deporte, asegura. "Para mí, la escalada es algo que me hace muy feliz, y no me voy a presionar innecesariamente". Y agrega: "Es un deporte que me dio mucho autoconocimiento: me gusta subirme a la roca, sentirla, y el miedo es parte de la experiencia".

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