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El impacto de la crisis en la economía nacional y de Centroamérica:

Ortega le pone una soga económica a Nicaragua

domingo, 29 de julio de 2018

Jean Palou Egoaguirre
Internacional
El Mercurio

Las proyecciones de un crecimiento cercano al 5% en 2018 -una de las tasas más altas de la región- ya son pasado. En medio de la violencia, el cierre de negocios y el quiebre del sandinismo con los empresarios, ahora se pronostica una contracción de hasta 5,6%, la peor caída desde 1978.



Ubicado en la localidad pacífica de Guacalito de la Isla, el Mukul, el resort más exclusivo de Nicaragua, que ha atraído a estrellas de Hollywood como Catherine Zeta-Jones y ha sido destacado por la revista Condé Nast Traveler como uno de los mejores destinos globales de ecoturismo, ha cerrado sus puertas hasta nuevo aviso. "Se ha hecho necesario suspender nuestras operaciones debido a las pérdidas en el turismo y a la falta de huéspedes en estos tiempos difíciles", explicó el hotel, uno de los más de 400 -según la Cámara Nicaragüense de Turismo- que se han visto obligados a cerrar tras las cancelaciones de reservas provocadas por la violenta crisis que desde hace tres meses golpea al país.

Tal como en el turismo, donde se acusa además la desaparición de unos 700 restaurantes y la pérdida de 67.000 empleos, la mayoría de los gremios saca cuentas en rojo en medio del levantamiento popular contra el Presidente Daniel Ortega y la ola represiva del oficialismo que ha dejado cerca de 500 muertos. Los bloqueos de calles, los saqueos a negocios y la inestabilidad política y social han hundido también con fuerza el comercio -el sector más afectado, con pérdidas proyectadas de hasta US$ 672 millones para este año-, el sistema financiero y la construcción, amenazando además el transporte de mercancías a través de Centroamérica.

La velocidad de la debacle ha sido impresionante: en apenas 100 días, las estimaciones sobre el crecimiento del PIB han pasado desde las que anunciaban que Nicaragua tendría una de las mayores expansiones de toda la región, a las que ahora auguran la segunda peor recesión en Latinoamérica, solo detrás de Venezuela.

Y el FMI ya encendió la alerta a nivel regional, al recortar esta semana las previsiones de crecimiento de Centroamérica en seis décimas, al 3,3%, debido a la incertidumbre en Nicaragua.

"Nicaragua es la economía más pequeña de la región, representa apenas el 5,3% del PIB regional. Pero su posición geográfica es clave para el transporte del 63% de la carga de containers de la región. El movimiento de carga vía terrestre es 24,5% más económico que por vía marítima entre los vecinos del norte y del sur", explica el economista Alejandro Aráuz, detallando el impacto regional de los bloqueos de carreteras, que han provocado que hasta 20.000 contenedores de carga pesada hayan quedado atrapados.

El fin de un modelo

Nicaragua, la nación más grande de Centroamérica pero también una de las más pobres -su PIB per cápita es de apenas US$ 2.154-, venía toda esta década encadenando resultados alentadores. Y se suponía que 2018 no sería la excepción: el FMI estimaba un crecimiento de 4,7%, el segundo más dinámico del hemisferio, solo detrás de Panamá.

Cuando todo parecía funcionar, muchos inversionistas y organismos internacionales -entre ellos el propio FMI y el Banco Mundial- miraron con atención la fórmula de Ortega, un izquierdista que desde su retorno al poder en 2007 había forjado una pragmática alianza con la empresa privada, y que mostraba a su favor una reducción en los índices de pobreza desde el 48,3% en 2006 al 24,9% en 2016.

"Ortega implementó dos tipos de política económica: una muy liberal, de estabilidad macroeconómica y buen manejo fiscal y monetario, y que daba facilidades al sector privado, que fue un continuismo del gobierno de Enrique Bolaños; la otra parte, que dependía de la plata venezolana, a través de un acuerdo petrolero que financiaba muchos de los programas populistas que caracterizan a los países del ALBA", afirma a "El Mercurio" Juan Sebastián Chamorro, director de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).

El experto asegura que este acomodo comenzó a decaer con la caída del precio del petróleo y la crisis financiera de Venezuela, que redujo su cooperación anual a Nicaragua de US$ 600 millones a US$ 100 millones, lo que obligó a Ortega a realizar ajustes fiscales y reformas, como la que intentó implementar en el sistema de seguridad social. "Esa fue la gota que derramó el vaso de esta crisis".

En la base del modelo solía estar el consenso de Ortega con el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), que desde 2008 a 2017 incidió en la aprobación de 124 leyes y era representado en más de 40 instituciones públicas.

"Ortega tuvo un enfoque pragmático, pero porque tenía la plena cooperación del crédito petrolero venezolano (...) Incluso se decía que el Presidente fue el mejor alumno del FMI en Nicaragua, porque realmente se abrazó con el gran capital, creó confianza política, estableció el diálogo gobierno-empresarios-trabajadores y lo elevó a rango constitucional", explica Néstor Avendaño, director de Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copades).

Sin embargo, en la actual crisis los empresarios agrupados en el Cosep se han terminado alineando con la opositora Alianza Cívica, y hoy exigen la salida del Mandatario del poder. "Creo que esta alianza ya desapareció. Hoy los empresarios no desean tener ninguna relación con el Ejecutivo", sostiene Avendaño.

Para Aráuz, la debacle llegaría tarde o temprano. "El gobierno, el FMI y la misma empresa privada tuvieron una visión estratégica muy corta, preveían que el país continuaría con tasas de crecimiento espurias por encima del 4,5%. Pero nunca previeron y analizaron las bases de este modelo corporativista y excluyente, que arrastraba en esencia los signos de su agotamiento y destrucción; un modelo de acumulación construido sin pilares redistributivos, violentando todo tipo de normas jurídicas, institucionales, equilibrios de poderes y basado en la corrupción", comenta el también jurista, quien recalca que el sistema también "entronizaba" la riqueza de una casta sandinista: "Hoy el FSLN y sus afines ostentan un porcentaje importante de la riqueza acumulada, obtenida a través del uso corrupto de la cooperación venezolana y de los instrumentos legales e institucionales para crear monopolios, carteles y empresas familiares".

Caída abrupta

La actual crisis ha dejado en relieve estos vicios. Y en medio de la inestabilidad, adelanta un sombrío panorama económico.

El Banco Central ya corrigió sus estimaciones de crecimiento para 2018 por la crisis, y rebajó sus expectativas hacia una expansión de solo 1%. Pero para los expertos, sus cálculos son demasiado optimistas, ya que dan por hecho que la rebelión ya terminó.

Chamorro detalla que Funides proyectó dos escenarios económicos, uno de los cuales ya está descartado: "En el primero había una gradual normalización de la economía tras una salida negociada de Ortega hacia fines de julio, en caso cual proyectábamos un crecimiento de 0% y la pérdida de 200 mil empleos. En el segundo, planteamos que si la situación de inestabilidad continúa, todo el resto del año estaríamos hablando de un decrecimiento de -5,6%".

Una contracción de esa magnitud significaría la pérdida de unos US$ 1.400 millones, y se trataría de la primera vez desde 1978 -cuando el país entraba en una insurrección armada contra Somoza- que la economía pasaría de un crecimiento positivo a uno negativo de forma tan abrupta.

Según Avendaño, de prolongarse la crisis, "en septiembre el país ya podrá ser declarado en recesión", con una caída de la producción que estima en -3% para este año. Pero que podría extenderse al 2019, porque Nicaragua es un país agropecuario y forestal, y a causa de la violencia y los "tranques" se ha desatendido el ciclo agrícola que comienza en junio. "A ello se suma el desplome de los hoteles, restaurantes, el comercio, la industria, la generación de energía... En fin".

Aráuz remarca que hoy está en riesgo el 40% de la población con empleos precarios y que no tiene ingresos para no caer en estado de pobreza. Y la situación podría empeorar aún más: "El anterior crecimiento fue producto de la cooperación venezolana, las remesas familiares -que representan el 10,4% del PIB-, las inversiones en la maquila en zonas francas, la explotación minera y el consumo de los sectores con mayores ingresos. Pero Nicaragua no posee yacimientos de petróleo como Venezuela, sino que solo las energías de su población", sostiene el economista. "La prolongación de Ortega en el poder irá debilitando los fundamentos económicos del país, que está quedando aislado del contexto internacional, con sanciones de EE.UU. y la UE. De continuar Ortega más allá del período que propone la OEA -elecciones libres en 2019-, la economía se irá deteriorando sobre una senda de declive grave, haciendo retroceder al país a los difíciles años de los 80 y 90".

Luego, está el riesgo de un contagio a otros países de la región. "Es una crisis humanitaria con un éxodo de nicaragüenses. Solo Costa Rica ha recibido más de 12 mil solicitudes de asilo", destaca Chamorro. "La inestabilidad de un país que está en el centro de la región, que para muchas empresas es una plataforma logística, es complicada. Y la existencia de paramilitares son un factor de altísimo riesgo por el crimen organizado en Centroamérica".

4,9% de expansión del Producto Interno Bruto para este 2018 proyectaba el Banco Central de Nicaragua antes que comenzara la crisis política en abril pasado. Ya rebajó su estimación a un crecimiento de 1%, pero otros expertos esperan una contracción de entre 2,8% y 5,6%.

672 millones de dólares perdería el comercio este 2018 si la crisis se prolonga el resto del año, estimó la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social. Los otros sectores más golpeados serán el turismo (US$ 181 millones), el sistema financiero (US$ 160 millones) y la construcción (US$ 77 millones).

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