Fondos Mutuos
"Argentina pintaba como un oasis para hacer negocios, pero falló", sentencia el empresario Carlos Hurtado, ex gerente general de Entel.
A fines de los "90 el escenario estaba preparado para apostar. Argentina comenzaba a vivir una de sus mayores crisis en la historia, y a la devaluación del peso frente al dólar se sumó la caída brusca de todas las mercancías medidas en la moneda norteamericana.
Fue en esa época cuando empresarios chilenos se la jugaron por sumarse a la oleada de inversiones nacionales, destacando las compañías inmobiliarias.
El riesgo era alto, pero atractivo. El precio por m2 de un departamento a fines de 2001 era de US$ 1.100, cifra que casi se duplica hoy. Los salarios de la mano de obra y los terrenos estaban baratos, por lo que construir no resultaba costoso. Sólo faltaba esperar que los valores subieran y partiera la bonanza.
Fernando Laborda, experto en mercado inmobiliario y columnista del diario La Nación de Argentina, agrega que "había desconfianza en la inversión y las tasas de interés reales eran negativas, por lo que la gente pretendía refugiarse en la compra de propiedades".
Apuesta fallida
Sin embargo, nada de eso ocurrió. Los créditos hipotecarios se estancaron a causa del riesgo país y el recrudecimiento de la inflación. A ello se sumó que aumentó el costo de la vida de la mano de los salarios, lo que elevó el valor de las hogares e hizo mucho más difícil adquirir uno.
La experiencia de Socovesa es decidora. Invirtieron US$ 30 millones para comprar 600 ha en las cuales pretendían construir 5.200 viviendas. Hasta 2007 habían vendido cerca de 120 casas y unos 200 sitios, valores que sólo les reportaron US$ 1,5 millones, muy lejos de las metas pensadas en un principio.
La aventura de Carlos Hurtado, si bien fue menos ambiciosa, también resultó problemática. Construyó un edificio con 12 departamentos en la localidad de Palermo Viejo y en 8 años logró vender la mitad y no ha tenido ofertas por los restantes. Uno de sus socios en la incursión reconoce que fue "un lindo sueño, pero fuimos un tanto ilusos por creer que todo sería como en Chile".
A los vaivenes económicos se suma la dificultad que encontraron algunas compañías para obtener los permisos necesarios para desarrollar el negocio. Es lo que habría ocurrido con la inmobiliaria El Plomo, que quiso replicar el proyecto San Alfonso del Mar en el balneario de Pinamar, sin embargo, la burocracia atentó contra su plan, según señalan quienes conocieron del caso.
La otra cara del fracaso
El exceso de trámites y la falta de créditos son menos relevantes cuando se comparan con la corrupción, uno de los causantes de la falta de éxito nacional en tierras argentinas.
Gerentes de constructoras acusan la existencia de una "pantalla burocrática" para pagar cosas que no se ajustan a ninguna norma.
Uno de los inversionistas relata que ante el fracaso en las ventas optaron por arrendar sus departamentos. Sólo les pagaron un mes e iniciaron un juicio que se extendió por más de seis meses para cobrar los dineros. "Lo peor fue que el abogado que nos representaba exigió que le hiciéramos un contrato pues había estado con nosotros medio año con dedicación exclusiva", cuenta.
Panorama muy similar al que vivió otro compatriota, que tras "coimear" a una de las autoridades de la región en que operaba su negocio, tuvo que seguir haciendo "arreglos" con los diversos sucesores de ese cargo. Fue esa actitud de una parte de las autoridades argentinas lo que lo obligó a trasladar su expansión a otros países de América Latina.
Carlos Hurtado
Construyó un edificio con 12 departamentos en Palermo Viejo. Vendió la mitad y atribuye a "manos negras" de la burocracia y la falta de crédito su escaso éxito en esta pasada. "Simplemente el negocio inmobiliario no resultó como esperábamos", cuenta resignado.
Mikel Uriarte
Encabezó el Grupo Cordillera, entidad que buscaba acoplar a empresarios chilenos al desarrollo trasandino. Atribuye el fracaso de sus pares a factores de mercado. "No creo que haya una mala disposición por parte de Argentina, las relaciones son buenas", asegura.
Cristián Hartwig
Pensó en más de una oportunidad en dejar Argentina. Socovesa invirtió más de US$ 30 millones para comprar 600 ha, de las cuales logró vender sólo el 10% hasta mediados de 2007. De ahí en adelante se volcaron a la venta de sitios para construcción.