Buscar una solución a la enfermedad que está secando las ramas de las araucarias, recuperar el toromiro (arbusto endémico de la Isla de Pascua extinto en dicha zona), y ayudar a mantener viva una tradición musical brasileña a través de la producción de gaitas con madera de eucalipto certificada. Todo eso y mucho más es parte del trabajo diario realizado en los viveros de CMPC. Los centros de cultivo de la empresa, el vivero Carlos Douglas, ubicado en la comuna de Cabrero en la región del Biobío, en Chile, y Forestal Celulosa Riograndense, localizado en Guaíba, estado de Río Grande del Sur, en Brasil, además de reproducir, cuidar y almacenar eucalipto y/o pino radiata -árboles con los que CMPC obtiene celulosa y madera- están también enfocados en recuperar y conservar flora endémica de cada país que se encuentre en estado vulnerable, en peligro de extinción o extinta en su hábitat natural. En el caso del semillero chileno -que tiene una superficie total de 164,9 hectáreas- son diez las plantas nativas que se busca recuperar. El quele, la palma, el alerce, el michay rojo, el michay paposo y el pitao son algunas de las especies que forman parte de ese proyecto. Sin embargo, existen otras cuatro que además han tenido un significado especial para el ecosistema y la cultura chilena. Protección y recuperación de especies Motivados por recuperar una especie totalmente extinta en su hábitat nativo, CMPC se empeñó en replantar en la Isla de Pascua el toromiro, arbusto que en 1960 dejó de existir tras la sobreexplotación de madera e inserción de animales herbívoros por parte de la colonia inglesa que arribó en Hanga Roa a fines de 1800. El trabajo de recuperación comenzó a realizarse en 2006, cuando el Jardín Botánico de Viña del Mar entregó a CMPC seis ejemplares de toromiro para ser protegidos y para realizar análisis preliminares. Bajo ese fin, la empresa trabajó en conjunto con la Universidad Católica, alianza que permitió que los buenos resultados llevaran a que en 2013 la compañía firmara un convenio con la Conaf para reintroducir la especie en la isla y así devolverle a la cultura rapa nui el árbol con el que sus antepasados confeccionaban arte sacro. Por otro lado, CMPC creó dos Áreas de Alto Valor de Conservación destinadas a proteger especies en peligro: el ruil y la adesmia. Ambas especies son viverizadas en Carlos Douglas para luego ser replantadas en dichas áreas, aumentando así sus poblaciones y evitando que desaparezcan por el cambio climático o acciones humanas. Por último, la araucaria. Dicha especie vinculada a la cultura mapuche se encuentra en estado vulnerable debido a que en Chile el 81% de ella se le están secando las ramas. Es por eso que, en junio, CMPC firmó un convenio con el Instituto Forestal (Infor) que tiene como fin crear un banco de almacenamiento de semillas para asegurar la variabilidad genética de la especie a futuro, el que será desarrollado en el vivero. Además, la compañía le entregará a Infor, dentro de un año y medio, cerca de 30 mil ejemplares de araucaria para ser plantadas en zonas donde crezcan mejor. En el vivero Carlos Douglas se producen anualmente cerca de 800 mil plantas nativas y ornamentales de diferentes especies. Para alcanzar dicho número, en él existen diversos procesos y mecanismos tecnológicos de alta calidad, como invernaderos con control ambiental automático, equipos mecanizados para la siembra o una máquina única en Chile y Latinoamérica para el transplante de plantas, proveniente de Holanda y totalmente automática. "En el vivero no se usan plantas transgénicas porque las certificaciones voluntarias suscritas por CMPC no permiten el uso de organismos genéticamente modificados en sus plantaciones", aseguró, además, Juan Andrés Celhay, subgerente de Producción de Plantas de CMPC. En el caso del vivero brasileño, que tiene una superficie de 17 hectáreas, entre 2017 y el primer semestre de 2018 se produjeron mudas de 47 especies nativas a través de la técnica llamada "rescate". "Somos la única empresa de celulosa en Brasil que adoptó esta técnica", dice la analista de Manejo Ambiental de CMPC Celulosa Riograndense, Luciana Esber. Esta consiste en transplantar hacia el vivero mudas de especies endémicas que hay dentro de las plantaciones de eucalipto de la empresa para tratarlas y cuidarlas para que regresen nuevamente a su hábitat natural. Por otro lado, con esos ejemplares se rescatan semillas, las que se resguardan en un banco de germoplasma. Al igual que en Chile, el vivero Forestal Celulosa Riograndense busca generar proyectos sociales a través de su trabajo. Así se creó la iniciativa "fábrica de gaiteros", con la que a través de la madera de los eucaliptos que nacen del vivero se fabrican gaitas, instrumento parecido al acordeón que forma parte de la cultura gaúcha y tradición musical que estaba al borde de desaparecer por los altos precios en el mercado y que gracias al proyecto se puede conservar.