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Iniciativa busca evitar muertes por hipotermia en pleno invierno:

Así funciona "Código Azul" para resguardar del frío a personas en situación de calle

domingo, 22 de julio de 2018

Claudia Sánchez P. y M. Ignacia Cominetti
Nacional
El Mercurio

Un centro de operaciones en Providencia recibe alertas telefónicas y por internet. Voluntarios preparan alimentos y café caliente y coordinan las salidas a terreno.



En su silla de ruedas y cubierto con un plástico amarillo para que los conductores lo vean de noche, Juan pide dinero a quienes manejan por Exequiel Fernández y Las Encinas, en Ñuñoa. Los que lo conocen dicen que lleva años ahí y él mismo relata que a veces busca un lugar con techo en los alrededores para dormir. Cuando no puede, se queda en la calle. Son las 22:30 horas y la temperatura no sobrepasa los dos grados.

Su chaqueta luminosa motiva a un grupo de voluntarios a conversarle y ofrecerle comida, café y un albergue. Pertenecen a "Código Azul", la iniciativa del Ministerio de Desarrollo Social que se ha activado dos veces para atender a personas en situación de calle ante las bajas temperaturas. Son jóvenes voluntarios de empresas, fundaciones y del gobierno que se movilizan para evitar muertes por frío. Los colaboradores aportan su tiempo libre, tienen entre 20 y 30 años y algunos son estudiantes universitarios.

200 alertas por noche

El trabajo comenzó temprano en una casona de calle Víctor Hendrych, en Providencia. Ahí funciona la central que recibe y gestiona las alertas que la comunidad entrega a través del Fono Calle (800 104 777) y del sitio codigoazul.gob.cl cuando ve a gente que requiere ayuda.

Con esa información se organiza la entrega de comida o abrigo, traslados a albergues, atención médica y refugios provisorios. Desde la corporación Moviliza, parte de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, se canalizan todos los requerimientos del país cuando se decreta "Código Azul". En una noche, en promedio, reciben más de 200 alertas.

Recogida de experiencias en EE.UU. y Europa, la iniciativa consiste en un trabajo colaborativo entre el Estado, privados y fundaciones para salvar vidas: el primero asume un rol de coordinador y convocante. Varios ministerios y la Junaeb colaboran con la alimentación, mientras empresas aportan frazadas, ropa de abrigo y transporte. Otras entidades administran los albergues.

Por la noche, los voluntarios se coordinan para trabajar en todo Santiago. Llama la atención cómo, en solo minutos, un grupo de desconocidos acuerda trabajar en equipo. Dos jóvenes empleados de una empresa automotriz -que llegaron tras enterarse por internet-, por ejemplo, necesitaron unas pocas instrucciones para sumarse rápidamente a la tarea de guardar sándwiches en bolsas y preparar café en termos.

En este caso, la motivación es esencial: con la comida lista, los jóvenes esperaban expectantes la salida a terreno. Mientras, Paula, una enóloga que colabora con el Hogar de Cristo, revisaba las alertas que estaban en tabla.

Nuevamente, bastaron unas pocas palabras para cargar y coordinar la ruta de un vehículo. Ellos partirían en Providencia para terminar en Ñuñoa.

Otro grupo comenzó su trabajo en Ramón Carnicer, cerca del Hospital del Trabajador. Hasta allí llegaron el ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, y su seremi en la Región Metropolitana, Catherine Rodríguez. Junto a los voluntarios asistieron a dos personas en situación de calle que viven ahí hace varios años. Si bien las autoridades les ofrecieron pasar la noche en albergues, ninguno aceptó. Recibieron café, pan, frazadas y la bufanda azul ícono del plan. "La gran prueba era la Región Metropolitana y la hemos pasado satisfactoriamente", dice Moreno.

El ministro explica que "este ha sido un esfuerzo enorme de transformar templos y gimnasios para poder tener en 48 horas todo disponible. La voluntad de la gente y de las empresas ha sido extraordinaria. Con esta colaboración podemos salvar vidas, para que la gente no muera de frío y también aumentar la capacidad de ir sacando a la gente de la calle".

En la Plaza Ñuñoa los voluntarios encontraron a Miguel Ángel, quien se refugia del frío en la pérgola del sector. Mientras a unos metros decenas de jóvenes bebían y bromeaban en los locales aledaños, los colaboradores trataban de convencer al hombre para que ingresara a uno de los refugios dispuestos para el "Código azul". En promedio, esa noche la ocupación de los recintos llegaba al 90%. En este caso, al conversar con él, lo difícil era darle cierta seriedad al tema, ya que pese a su precaria situación no paraba de lanzar chistes.

A varias cuadras de ahí estaba Juan en su silla de ruedas. Si bien parecía estar solo, apenas llegaron los voluntarios comenzaron a aparecer muchas personas para pedir abrigo y café. Costó que alguno fuera a un albergue, pues están acostumbrados a la calle. Aunque a veces la tarea es ingrata, y muchos prefieran seguir viviendo a la intemperie a pesar del frío, los voluntarios afirman que volverán a intentarlo.

Dónde avisar
Para ayudar a personas se pueden contactar al fono 800 104 777 y a la web codigoazul.gob.cl.

370

camas se agregan a los albergues al activarse el plan.

$40

millones se invirtieron en la primera noche de "Código Azul" en Santiago.

24

empresas y fundaciones colaboran con el plan.

3.184

atenciones están disponibles en todo el país cuando se activa el "Código Azul".

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