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Libro de memorias de Carmen Benavente:

Una nueva traducción rescata la historia de las bordadoras de Ninhue

domingo, 22 de julio de 2018

Vanessa Leal Soto
Cultura
El Mercurio

Hace casi 50 años que un grupo de mujeres aprendió el bordado crewel . Hoy, apenas son siete las que continúan con este valorado trabajo.



En su sitio en línea, dos cosas resalta la comuna de Ninhue. Una es que son la cuna de Arturo Prat. La otra, que allí hay grandes artesanos, entre ellos, bordadoras. Y así ha sido desde 1971, cuando Carmen Benavente llegó a dictar un taller de bordado desde Indiana, Estados Unidos, en donde vivía junto a su esposo, el compositor y premio Nacional de Artes Musicales (1992) Juan Orrego-Salas.

"Un día la señora Carmen iba a pie y yo la vi desde mi casa. Después nos pusimos a conversar y sacó de su cartera una foto en la que se veía algo así como un cubrecama bordado. Y así empezamos el taller", cuenta Filomena Vergara (84), la bordadora más antigua de Ninhue.

En medio de la polarización política que había generado la Reforma Agraria, Benavente (97) llevó a Ninhue el crewe l , un tipo de bordado muy utilizado en tapices en Inglaterra entre los siglos XVI y XVII, que se elabora con fibra de lana de dos hebras levemente trenzadas y con puntadas de gran textura, y que la había fascinado tras la lectura de "Crewel Embroidery", de Erica Wilson (1928-2011), conocida como la Julia Child de la costura.

Fue así como cada fin de semana, Benavente viajó a Ninhue desde Santiago, en donde enseñaba a bordar a mujeres de la alta sociedad para financiar este proyecto. En cuestión de poco tiempo fueron 50 las mujeres que se integraron al taller de Ninhue, del que no solamente salieron tapices, sino también cojines, figuras y alfombras de una expresión que atrajo la atención del mercado internacional, tan ávido en ese momento de productos artesanales.

Todo esto se cuenta en "Las bordadoras de Ninhue. El arte de bordar lo cotidiano", libro de memorias de Benavente que, tras ocho años de su publicación en inglés en Texas Tech University Press, Ediciones UC lanza por primera vez en español en una traducción de Guillermo D. López-Prieto, académico de la Universidad de Indiana.

"El crewel representó escenas de la vida personal y cotidiana en sacos harineros. Con esa misma técnica se elaboraron las primeras figuras tridimensionales, que dieron lugar a ovejas y figuras bíblicas para pesebres. Al pasar los años, cuando en Chile comenzaron los talleres de bordados en esterilla con lanas, usando diseños tradicionales orientales, yo pensé en introducir en Ninhue el bordado en esterilla, pero usando diseños que fueran totalmente originales de las bordadoras. Es así como comenzaron a aparecer las tan atrayentes alfombras", dice Benavente.

Estas últimas demandan unas 400 horas de trabajo, por lo que su precio se ubica entre los 5.000 y 7.000 dólares. Sin embargo, hoy son difíciles de vender a más de 1.000 dólares.

Las últimas bordadoras

Filomena Vergara todavía continúa dando al menos unas puntadas al día. Ella y otras seis mujeres son las únicas bordadoras de Ninhue activas, reuniéndose todos los lunes en una pieza contigua a la casa de Vergara.

"La nueva generación no ha tenido interés en el bordado, ya que es lento y costoso. Además, las bordadoras se acostumbraron a vender afuera, porque recibían mayor remuneración. Esto condujo a que no desarrollaran su propio mercado en Chile", agrega Benavente.

Vergara, que continuó como líder del proyecto una vez que Benavente regresó a Estados Unidos, participa cada año en las muestras de artesanía de la Universidad Católica, en donde ha podido difundir en parte este trabajo. Uno que, por cierto, se ha expuesto en el Museum of International Folk Art de Santa Fe.

"Si nadie sigue este proyecto, el fin de mi vida sería el fin de los bordados. Y eso sería una pena", dice la bordadora. "Yo insisto en tener una sede para que no se muera esto".

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