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El potente trabajo de las fotógrafas de naturaleza chilenas

domingo, 22 de julio de 2018


Crónica
El Mercurio

Estas son algunas de las fotógrafas de naturaleza más destacadas de Chile, una disciplina donde varias de ellas han sido pioneras y se han ganado espacios en una escena donde, usualmente, se tiende a mostrar más el trabajo de los hombres. Aquí, sus historias. Y sus fotos.



ANA MARÍA CASAS-CORDERO

FOTOGRAFIAR A TODAS HORAS

"Primero vino la naturaleza y después la fotografía", dice Ana María Casas-Cordero (49), y no es una frase al azar: de sus viajes, y de la desilusión que sentía cuando sus fotos no transmitían lo grandioso de los lugares que visitaba, nació su interés por aprender. "No reflejaban lo que había sentido, lo que había vivido", recuerda sobre ese momento, cuando tenía 30 años y trabajaba como asistente social, en que decidió estudiar fotografía.

Con el tiempo dejó esa profesión para canalizar todo su interés en la fotografía de naturaleza. Creó su propia empresa, lo que le dio flexibilidad para viajar por Chile en busca de paisajes, y los siguientes diez años se abocó a reunir imágenes: desde el lago Chungará hasta la Patagonia. Muchas de ellas forman parte del libro Chile en silencio , que editó en 2011, y cuya curatoría comenzó durante los primeros años de crianza de su hijo.

El libro se llama así porque eso hace Ana María cuando llega a un nuevo paisaje: escuchar el silencio de los lugares, mientras busca el punto y momento precisos para hacer ese clic que, más tarde, espera genere una conexión emocional entre quien ve su foto y el paisaje mismo.

"Este trabajo me ha enseñado a potenciar la paciencia. A veces una foto nunca se da porque nunca se dan las condiciones. Hay cero control. La que tiene el control es la naturaleza", dice. Y lo que para otros fotógrafos es un inconveniente, ella lo ha convertido en su sello: "Hay fotógrafos que trabajan solo con el amanecer y el atardecer. Yo no: no descarto ninguna luz, uso todas las horas, hasta la luz de las 12; trabajo con lo que hay en el momento. Nosotros escribimos con la luz".

TRAS LA HUELLA DE LOS PUMAS

Cristina Harboe

"Cuando partí, hace quince años, fotógrafa de fauna era solo yo en mi círculo. Estaba acostumbrada a salir con hombres. Para ellos, el logro era tener 'la foto'. Para mí era el vínculo con el animal", dice Cristina Harboe (37), una pionera en la fotografía de animales salvajes en Chile.

Hasta aquí, recuerda, llegó luego de no encontrar en la medicina veterinaria -su primera profesión- la satisfacción que esperaba. Por eso, un día postuló para trabajar de guía en un hotel de Torres del Paine. Su plan era quedarse durante seis meses, pero terminó trabajando allí por tres años. En ese lugar además sintió la necesidad de tener una cámara a la mano, y se obsesionó con el comportamiento de pumas y huemules. Tanto, que se convirtió en experta en estos animales.

Cuando volvió a Santiago, en 2010, lo hizo decidida: se perfeccionaría en la fotografía de naturaleza. Luego de tomar un curso con el fotógrafo y biólogo marino Rodrigo Moraga, ambos fundaron Natphoto, con el fin de desarrollar programas de expedición con tiempos especiales para quienes quisieran tomar fotos. "Fotografiar un puma, por ejemplo, toma mucho tiempo -explica Cristina-. Una foto de un animal estresado no sirve".

Como Conaf ya no permite hacer avistamientos de animales fuera del sendero del Parque Nacional Torres del Paine, ahora Cristina y su equipo se mueven, entre otras partes, en una estancia donde antes los pumas eran cazados, pero ahora no, ya que hay cada vez más interés por verlos. "Antes que ser fotógrafa, diría que soy más naturalista. Por eso entré a la fotografía: para mostrar la fauna que tenemos y la importancia de conservarla. Tratar de dejar un legado al resto, ya que no pude hacerlo como veterinaria".

 

RETRATISTA DE LO IMPERMANENTE

ALEJANDRA RAFFO

Alejandra Raffo (55) dice que se convirtió en fotógrafa por accidente y pasión al mismo tiempo. Lo dice porque, mientras estudiaba Diseño y Licenciatura en Arte, empezó a trabajar como asistente de producción de fotografía de un estudio, donde pintaba fondos en tela para los catálogos de casas comerciales. "Comencé desde el mayor punto de inicio que podría existir: generando el ambiente para que esas fotografías las realizaran grandes fotógrafos de la época", recuerda.

El resultado le llamó tanto la atención que pronto pasó ella misma a ponerse detrás de la cámara y, más tarde, se convirtió en profesora de Fotografía y Medios Digitales durante 20 años en las carreras de Artes Plásticas y Artes Liberales de la Universidad Andrés Bello. "Formé y 'asistí al despertar' de varias generaciones de grandes fotógrafos que hoy realizan tremendas propuestas", dice, antes de explicar por qué se especializó en fotografía de naturaleza: "Porque te mantiene alerta a la mayor realidad de la existencia: todo se mueve, y el entorno natural es la implacable demostración de este fenómeno de la 'impermanencia'".

De esta manera, su lente ha captado paisajes de todo Chile, con énfasis en sus favoritos, los del altiplano nortino: "Me gusta el sol, la austeridad de su paisaje. Los horizontes infinitos que se asemejan a la eternidad".

Acostumbrada a llevar a sus alumnos al terreno, en regiones, para que afinen el ojo, en 2011 comenzó a organizar viajes bajo la firma Excursiones Fotográficas Salamandra, con la que periódicamente organiza grupos para partir a tomar fotografías en Chile y el extranjero.

"Los organizo cuando encuentro lugares notables para visitar cámara en mano, que sean de difícil acceso para un viajero independiente, y que reúnan las condiciones de sorprender con algún 'plus' que la naturaleza ofrece. Soy la primera en incentivar a los amateurs a que den el paso de atreverse, a proponer desde la intuición -dice Alejandra-. Me quedo fuera de los paradigmas estéticos, me parecen irrelevantes; menos importantes son las normas formales, porque son tan diversas como seres en el planeta. Me gusta la imagen que me comunica, emociona, sorprende, provoca".

 

NO A LA CACERÍA FOTOGRÁFICA

Constanza Brunner

Hace un año, mientras viajaba por Alaska, Constanza Brunner (41) fotografió un grupo de osos grizzly. "Provocan miedo, adrenalina. Dan ganas de sentir que son reales", dice hoy sobre lo que la motivó a retratarlos, como también ha hecho con los pumas de Torres del Paine, que fotografía hace cinco años.

Antes de dedicarse a esto, Constanza se licenció en Nutrición, aunque su infancia con cámara en mano durante viajes y cumpleaños, y su adolescencia llena de talleres de foto -varios de ellos con Bob Borowicz-, terminaron dejándole en claro que era esto lo que quería hacer.

Por eso, a los 25 entró a estudiar fotografía, y luego hizo clases, durante diez años, en la Universidad del Desarrollo. Además se casó y tuvo tres hijos. Pero en 2014 pasaron dos cosas: se separó y llegó a trabajar como profesora de Composición a Natphoto. Allí se reconectó con la naturaleza. Hoy es socia, y está a cargo del área de Educación y Expediciones Nacionales, además de enfocarse en la fotografía de fauna.

"Es como volver a disfrutar de lo que está ahí, y que hemos perdido la sensibilidad de ver. Con los animales está el desafío de cómo no ir más allá de la distancia mínima para que no se sientan invadidos", dice.

Contra lo que uno podría suponer, Constanza tiende a volver de sus viajes con no muchas imágenes.

"En tiempos de cámaras que disparan en 'ráfaga', yo no hago cacería fotográfica. Cuando fotografías fauna, tratas de disparar más, porque como hay movimiento, hay más posibilidad de errar. Pero en este tipo de fotos, el goce es posterior a la toma. Y cuando usas ráfaga no tienes conciencia de qué foto agarraste. La fotografía es un medio para la conservación: va más allá de si uno tiene una linda foto de un puma colgada en la casa".

 

Andel Paulmann:

CAZADORA DE PAISAJES

"Hay que ser muy rápido y tener mucha paciencia para registrar momentos notables", dice Andel Paulmann (51) sobre las habilidades que debe desarrollar un fotógrafo de naturaleza.

Una rapidez y una paciencia que ella empezó a cultivar a los 11, cuando se obsesionó con fotografiar aves: era capaz de pasar horas en el suelo, esperando encuadrar la "pose" perfecta de un pájaro.

Pero su cámara de ese entonces era tan básica que los resultados la desalentaban. Solo cuando llegó a sus manos una buena (que sus papás le compraron para el ramo de Fotografía mientras estudiaba Diseño en la UC) retomó el gusto, con viajes al sur para enfocar los bosques de la Región de Los Ríos.

Entonces pasó otra cosa: se casó, tuvo cuatro hijas. Y hacia 2009 reemprendió el camino. Asistía a las salidas de exploración de flora de la Fundación Philippi, tomaba cursos con distintos fotógrafos de naturaleza y subía sus imágenes a FotoNaturaleza.cl . Reunió tantas imágenes buenas que en 2011 hizo su primera exposición. Y recibió dos ofertas para hacer clases. Así llegó a Natphoto, donde empezó a enseñar fotografía de paisajes y a guiar expediciones, trabajo que sigue hoy y que la ha convertido en una de las fotógrafas más reconocidas del circuito.

"Intento comunicar con mi mirada la belleza de nuestro patrimonio natural y paisajístico para que ambos sean valorados, porque no se les asigna la importancia que tienen. Para proteger hay que amar y para amar hay que conocer", dice sobre su trabajo, donde hay fotografías que muestran en detalle la belleza de espacios poco conocidos en sectores como Tierra del Fuego, la Carretera Austral, la cordillera de Nahuelbuta o la misma Antártica.

"¡Me faltan tantos paisajes por fotografiar! Hay unos de Patagonia que tengo pendientes desde que estuvimos a punto de hacer un capítulo para el programaCazadores de la luz (del canal 13C). Esa vez identifiqué varios lugares prácticamente inaccesibles utilizando Google Earth y la idea era llegar a ellos con un helicóptero. Pero el transporte falló. Espero cumplir ese sueño para vivir y captar esa naturaleza prístina".

 

Pía Vergar

LA BÚSQUEDA DE LA IMPERFECCIÓN

 

"No me gusta definirme; soy muy flexible, pero mi pasión es la naturaleza", dice Pía Vergara (51) a la hora de hablar de su especialidad con las cámaras. La frase tiene sentido porque, sin haber pisado nunca una escuela de Fotografía, su carrera se ha paseado por varias facetas: la foto de estudio, la de viajes, los retratos y la docencia. Pero hoy la naturaleza ocupa la mayor parte de su trabajo y, por lejos, es lo que más le gusta.

Enfermera de profesión, la suya es una historia que tiene similitudes con la de otras fotógrafas: se casó joven -a los 21-, tuvo cuatro hijos y se dedicó por completo a la crianza los primeros años, hasta que la separación la enfrentó a la búsqueda de un rumbo propio, incluyendo un trabajo que le permitiera cuidar a sus hijos. Como siempre le gustaron la fotografía y los caballos, y en pleno auge de las fotos digitales, comenzó a ir a los concursos de equitación para tomar fotos de los competidores. Luego las imprimía y vendía en el mismo lugar.

El negocio fue un éxito. Tanto que primero se compró una carpa y después un furgón, que le permitió partir de gira por el sur, junto a sus hijos, durante el verano. Sus fotos llamaron la atención de revista Caras, donde colaboró nueve años, y la llevaron a ser la primera directora de la Nikon School en 2009.

Fue en esos años en que Pía confirmó lo que sospechaba: su amor por la naturaleza. Se enamoró de los caballos baguales o salvajes de Torres del Paine, se convirtió en rastreadora de pumas y hace cinco años, cuando decidió que las fotos de naturaleza ocuparían el primer lugar en su vida, quiso especializarse en estos animales.

Hoy tiene tres libros editados y está preparando un cuarto, es una de las fotógrafas que encabeza el portal web de naturaleza Ladera Sur -que tiene más de 100 fotógrafos colaboradores- y realiza foto-safaris, desde donde intenta combatir la idea de las fotos "perfectas".

"La fotografía se ha puesto chabacana. Ves en Instagram montón de fotos que no sabes si son reales o no, y a mí me gusta, a pesar de las dificultades de luz o lo que sea, plasmar paisajes lo más naturales posibles. Soy enemiga de la foto perfecta. Veo muchos fotógrafos de Estados Unidos que tienen fotos plásticas, por exceso de edición, de retoques. A mí me gusta un poquito la imperfección, que el pájaro esté un poco chascón. No la foto de postal".

 

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